Una de las bombas de estruendo en este verano político la hizo explotar Martín Sabbatella al anunciar su candidatura a gobernador bonaerense, con una lista colectora apoyando a Cristina Kirchner.
Hizo ruido porque contó con el claro aval de la Casa Rosada, en una movida que en territorio bonaerense se leyó como una intentona de limitar el poder de Daniel Scioli en la estructura oficialista en la provincia.
En principio, los estrategas del oficialismo pretenden que el moronense capte el denominado voto "progresista", que puede apoyar el proyecto nacional y se alejó de Scioli por su forma de hacer política, en especial, en materia de seguridad.
Pero, detrás de este apuntalamiento a un candidato con una módica intención de voto se esconden otras cosas, como el histórico recelo que la Presidente siempre tuvo para con Scioli, a pesar de las eternas muestras de fidelidad del bonaerense. Néstor Kirchner siempre fue el filtro entre ambos y, desde el fallecimiento del ex Presidente, se han hecho vidriosas las relaciones entre la presidenta y el gobernador.
Desde la provincia parten las mayores especulaciones sobre que, quizá, Cristina no se presente a la reelección y a partir de allí debería comenzar el tiempo de Scioli, una posibilidad muy bien vista por amplio sectores empresarios.
Sabattella ya adelantó su firme respaldo al kirchnerismo pero, a la vez, su oposición a Scioli y en especial a la política de seguridad, liderada por el ministro Ricardo Casal.
Como muestra de esta oposición, Scioli y Casal ya empezaron a ser castigados con dureza en algunos medios oficialistas, debido a los frustrados rastrillajes en el Parque Pereyra Iraola para encontrar los restos de Julio López y por los dos adolescentes muertos en José León Suárez tras el descarrilamiento de un tren.
Y también por la participación de efectivos de la bonaerense en los mismos cursos "antiterrorismo" en los estuvieron miembros de la Metropolitana, denunciados por el verborrágico canciller Héctor Timerman para atacar a Mauricio Macri.
Hugo Moyano también se ha llamado a silencio en los últimos tiempos, ante las constantes advertencias presidenciales para que los sindicalistas morigeren tanto sus reclamos salariales como las protesta en las calles.
Scioli como Moyano observan con preocupación el avance entre las influencias hacia Cristina del sector que propone volver a la tranversalidad, como la que se alentó en los primeros tiempos del kirchnerismo.
Allí los ubican a Nilda Garré, Juan Manuel Abal Medina, Sabattella, Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) que preside el periodista Horacio Verbitsky, entre otros.
En este marco, el PJ bonaerense ya decidió dar una respuesta orgánica y mostrar unidad frente a este nuevo diagrama político que comenzó a ser dibujado en Balcarce con un Congreso que se realizará en Sierra de la Ventana el 19 de febrero, convocado por Scioli y Moyano, los dos unidos hoy más por las necesidades que por las coincidencias.
Allí se lanzará una campaña de afiliación masiva y, posiblemente, sean anunciados los aprestos para un gran acto frente al Obelisco, donde ya Moyano anticipó, con una fe sin límites, que pondrá a un millón de personas. Toda una demostración de fuerza.
Por otra parte, los aparentes tonos conciliadores que dejó entrever la presidenta Cristina Kirchner en sus últimos discursos contrastaron con algunas medidas confrontativas que partieron, sobre todo, de la Secretaría de Comercio, ante el convencimiento que en algunas empresas operan grandes enemigos del proyecto oficial.
Durante los últimos días, la jefa de Estado tendió un puente con el gobierno porteño para que las Policía Federal y Metropolitana trabajara en conjunto y, por otra parte, le pidió a los gremios que no lleven al extremo sus protestas.
Sabe, claro está, que la buena medición que ostenta en las encuestas puede declinar con el correr de los meses si la conflictividad social tiene otros picos como los del de fin del año pasado.
Es en este marco, que en la Casa Rosada se apuran a identificar a los supuestos enemigos, aquellos que harán todo lo posible para calentar el escenario político de cara a las elecciones de octubre.
En esa vereda se ubican las empresas que en los últimos días aumentaron sus precios y fueron amenazadas con la aplicación de la Ley de Abastecimiento, como Shell, Techint y Cablevisión.
Esa norma actúa más como una amenaza que como una posibilidad concreta de sanciones, ya que sólo podría aplicarse en graves casos de emergencia económica y con facultades inferidas por el Congreso.
En el oficialismo consideran que esas compañías quieren potenciar la inflación para alentar el malhumor social y desgastar la imagen presidencial.
A esto se refirió el ministro Julio de Vido cuando habló de "intencionalidad política" de las compañías a la hora de ajustar precios.
La paradoja de esto es que a Techint se la mencionó durante tantos años como uno de los padres del modelo económico y ahora se ha convertido en una no de los mayores enemigos.
El quiebre definitivo se dio cuando consideró que el gobierno argentino no había defendido los intereses de la empresa en Venezuela cuando Hugo Chávez decidió nacionalizar su controlada, Sidor.
Lo que sí es cierto que estas compañías, como tantas otras reunidas en general en entidades como AEA, IDEA y ADE ensayan diversos escenarios electorales opositores.
El último de ellos fue el vertiginoso y respaldado lanzamiento a la candidatura presidencial del radical Ernesto Sanz, a pesar de las dudas que anidaban en el propio dirigente mendocino para semejante apuesta en tan poco tiempo.
Apuró esta decisión la imparable caída en la consideración general de Julio Cobos, debido a la inagotable indecisión del vicepresidente que, ahora, adelantó que el 30 de abril, el día de su cumpleaños, realizará el anuncio formal de su candidatura.
Por otra parte, despierta cierta desconfianza entre los hombres de negocios el discurso de Ricardo Alfonsín, para ellos parecido al del padre y con las mismas líneas directrices que rigen hoy mismo en el país.
La prematura puja en la UCR adelantó los tiempos políticos en todas las fuerzas y las definiciones de los referentes de cada una de las fuerzas.
Mauricio Macri ya decidió que correrá la carrera presidencial y confía en una buena elección que octubre, ya sea para acceder a un presunto balotaje como que un buen resultado lo catapulte sin escalas hacia el 2015.
De hecho, ya logró algunos beneficios, como las declaraciones de dirigentes del PJ Federal de dirimirán la interna para luego negociar una alianza con el PRO.
Claro que esta es la posición de Eduardo Duhalde, Alberto Rodríguez Saá y Ramón Puerta, pero no lo de Mario Das Neves o Felipe Sola.
El chubutense teme que sus aliados le tiendan una trampa en la programada elección por regiones que debería empezar a partir de abril, y por este motivo todavía no decidió su participación.
Mientras que Solá ya anticipó que no participará y que recién pujará por su candidatura en las internas abierta de agosto.
Macri también tiró la idea que Carlos Reutemann podría ser su candidato a vicepresidente, casi en forma simultánea en que se conocieron nuevos supuesto cables de Wikileaks, de dudosa procedencia y conceptos alejados del habitual estilo del santafesino.
Es que en un año de elección presidencial todo vale y la fuerte confrontación de intereses que se ve en la Argentina de hoy hará complicado el tránsito hacias las urnas de octubre.
Daniel Casal
NA