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La información según Bart

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KIRCHNER PARECE SALIDO DE LAS CARICATURAS
KIRCHNER PARECE SALIDO DE LAS CARICATURAS

Bart Simpson estaba mortalmente aburrido. Harto de deambular, rateado de la clase, dio con un set de televisión donde el payaso Krusty grababa su programa. Con tanta suerte que el clown lo nombra su asistente personal, cosa que para este acólito del demonio, según su hermana Lisa, es de pelos. Pero en una jornada faltaba un integrante, y restaban apenas unos minutos para la emisión en vivo. Entonces, Krusty no tiene mejor idea que suplir el faltante con una pequeña aparición de Bart. No tenía que hacer mucho, un pequeñísimo parlamento en un instante breve. Pero involuntariamente, Bart destruye el decorado del estudio televisivo con solo abrir la puerta. Ante el desastre y el pasmo de Krusty, sólo atina a decir: “yo no fui”. Las carcajadas volcánicas de los asistentes, atestiguaron la plena confirmación que otra nueva estrella se había impuesto.

 

Aunque la realidad y los cartoons aparentemente caminan por canales disímiles, a veces se entrecruzan contra todos los pronósticos. Pero en el caso de los casetes voladores, estos parecen yuxtaponerse hasta porciones increíbles. 

El presidente Néstor Kirchner, como es sabido, aprovechó la ocasión de la reunión entre las autoridades judías vernáculas y el Comité Judío Norteamericano para difundir el mentado hallazgo. Y lo hizo 24 horas luego del 10° aniversario de la masacre de la calle Pasteur, contento porque no lo putearon en cadena ni le objetaron hacer la del tero con los famosos archivos de la SIDE. Pues, según Laura Ginsberg de APEMIA, “al igual que todas las anteriores, la publicitada 'apertura de los archivos' no deja de ser una maniobra más del gobierno de Kirchner. Lo cierto es que los archivos secretos están cerrados y para colmo -por decreto- son administrados por las mismas fuerzas de seguridad e inteligencia involucradas en el ataque y su posterior encubrimiento. Todo bajo el paraguas del Ministerio de Justicia”.

Si los mencionados archivos permanecen cerrados, a la vista sólo de los truchos de turno, era necesario ofrecer a los integrantes al mencionado meeting algo para contentarlos. Entonces, ocurrió el milagro de magia trucha de los casetes evaporados del cual la corporación mediática nacional diera debida cuenta. Pero sin chequear absolutamente nada, dando por cierta la información emanada desde la Casa Rosada.

Cuando su principal habitante salió a desmentir el misterioso hallazgo, estos no supieron de qué disfrazarse. Pues el escándalo fue del tamaño del monte Everest. Y como suele suceder en estas playas, se pasaron la papa caliente unos a otros.

 

¿Periodistas o voceros oficiosos?

Se dice por ahí que del ridículo no se retorna indemne. Y en la historia del periodismo, aún se pasa lista de los magullados por éste antes de verificar alguna información. En estos años, salpicados de sonados escándalos, en varias ocasiones los medios cerraron filas alrededor de hipótesis temerarias, muchas veces vertidas por partes interesadas. Como muestra, basta recordar la risible ola de violaciones desencadenada como plaga luego del irresuelto crimen de Lucila Yaconis. La misma fue motorizada, especialmente, con motivo de las elecciones porteñas donde se enfrentaban Mauricio Macri y Aníbal Ibarra.

Recientemente, con motivo de la AMIA y los extraños incidentes registrados en la Legislatura, enfocaron sus miras en la incomprobada responsabilidad iraní en el primero y en los segundos implicaron sin hesitar a los integrantes del Bloque Piquetero Nacional. Particularmente en éste último, desde las páginas de la edición de Clarín del jueves 22 de julio, se ilustra que el segundo acontecimiento fue parte integrante de una escalada iniciada con la toma de la Comisaría 24.

Es muy interesante constatar que ambos sucesos concuerdan, todo un clásico de estos tiempos pingüineros, con el punto de vista oficial. Si el gobierno alega que los piqueteros y todos aquellos que protestan son violentos y anárquicos, los medios lo repiten como loros hasta el cansancio. Si el oficialismo inventa que la AMIA fue el antecedente directo de las Torres Gemelas, patrocinado por Irán, Al Qaeda y Saddam Hussein, en conexión directa con los terroristas fundamentalistas islámicos afincados en la Triple Frontera; la corporación mediática nacional lo difundirá ampliamente sin verificar su veracidad. Y si le viene como anillo al dado al eje Bush-Sharon, tanto mejor.

En cambio, no se investiga lo extraño de que entre los detenidos del viernes 16 no haya ni uno solo de los misteriosos encapuchados que iniciaron los desmanes. Como tampoco, se intentó desmedrar los alcances de la denuncia formulada por Luis D’Elía. Eso no se toca, jamás a nadie se lo ocurrió poner la lupa sobre los nexos existentes entre malos policías, políticos y lúmpenes todo servicio.

Y fueron encajonadas, en el caso de la AMIA, las pruebas que implicaban la segura culpabilidad de agentes sirios afincados en el entorno de Menem; como las relaciones de éste con personajes de la talla de Al Kassar, Al Assad y Alfredo Nalib Yabrán.

Todo esto se evapora cotidianamente en la nebulosa de Bart, donde se escucha la melosa melodía del rap del yo no fui, bailado frenéticamente por los fabricantes de helados en la frente.

 

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