El Gobierno recibe  cuestionamientos desde distintos frentes por su política en materia de precios, ya que tanto economistas identificados con el "modelo productivo", como especialistas liberales, critican por distintas razones pero con igual contundencia la estrategia oficial.

 El economista de la UBA Javier Lindenboim consideró que el Gobierno mantiene una "postura desafortunada" ante los aumentos de precios porque no frena la suba del gasto público, y aclaró que las demandas salariales "no son causantes de inflación".

 Por su parte, Daniel Artana, economista de FIEL, se quejó de que "no hay política antiinflacionaria seria" en la Argentina y aseguró que el costo de vida podría trepar al 29 por ciento en 2011 por "el año electoral" y "la expansión monetaria" propuesta por el gobierno kirchnerista.

 Le lectura desde distintos sectores sobre lo que debería hacer el gobierno ante la suba de precios difiere, y en algunos puntos también las causas, pero en lo que sí hay coincidencia es en que la inflación es un problema real, algo que el gobierno niega.

 La presidenta Cristina Fernández dijo que lo que hay en la Argentina es una "dispersión y distorsión de precios" mientras el INDEC sigue sosteniendo que los precios suben al 10 por ciento anual, una estadística que ya no es tomada como cierta por ningún sector de la economía real.

 Una encuesta realizada por la consultora Poliarquía arrojó que el 74 por ciento de las personas sondeadas dijo estar preocupada por la inflación.  Lindenboim, quien se desempeña como director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuestionó las mediciones del INDEC sobre precios. 

"El punto de partida (para discutir sobre inflación) es reconocer que los niveles de variación de precios están al alcance de los empleadores y no de los empleados en relación de dependencia", sostuvo el economista, en diálogo con Noticias Argentinas.

 A su criterio, "de esto se desprende que las demandas por aumentos salariales, que ciertamente generan tensión social, no son causantes de la inflación. Más bien, se trata de una consecuencia y no de una causa".   Lindenboim puntualizó que "desde mediados de la década del 70 hasta la actualidad, existe una marcada tendencia al empeoramiento del poder adquisitivo de los salarios". "Y eso refleja claramente quién ganó en la carrera ente precios y salarios", enfatizó el especialista.

 Cuestionó, además, que el Estado Nacional "no bajó el pie del acelerador en materia de gasto público" y estimó que "eso es una cuestión que tiene potencialidades perturbadoras" en la formación de precios.

 En ese sentido, alertó que el Gobierno "se mantiene en una tesitura desafortunada" frente a la inflación.  Y cuestionó duramente al INDEC: dijo que las estadísticas sobre costo de vida "son mentiras".

 No obstante, expresó que "hay algunos sectores que tienen más capacidad que otros para orientar los precios, como los sectores concentrados de la economía".

 Para Artana, de FIEL, "acá no hay una política  antiinflacionaria seria: todo es patear la pelota afuera para que no te hagan un gol, y apostar a que se llega a octubre con otras buenas noticias, como la del crecimiento de la actividad económica".

 Artana manifestó que desde el gobierno nacional se "sobreactúa" cuando se dice que no se optará por una política de ajuste en el corto y mediano plazo, y expresó que hay casos como los de Brasil y China, que con una inflación de cinco y seis por ciento anual, se "está reaccionado".

 Cuatro de cada cinco argentinos prevén mayor inflación para dentro de un año, la proporción más alta de los últimos cuatro años, según un relevamiento de la Universidad Católica Argentina (UCA).

 Según el sondeo efectuado en enero, ocho de cada diez argentinos (81 por ciento) prevén incrementos de precios en los próximos doce meses.

José Calero
NA