Hace unos días me encontré por casualidad en el kiosco de la otra cuadra de mi casa, con un amigo de la infancia al que hacía mucho tiempo no veía. Francamente lo vi muy serio, con un gesto adusto, con el semblante cambiado, no parecía él; que por lo general suele caracterizarse por su muy buen humor. Lógicamente, lo saludé, y le pregunté como andaba.
-“La verdad, mal, para el c…" , fue su sincera respuesta.
-“¿Por? ¿Qué te pasó?” Le pregunté absorto.
Y ahí nomás emprendió a descargar su bronca como una catarata de palabras:
“Hace dos días, me volvieron a afanar, ¡es la tercera vez en dos años! La primera, en el negocio, se llevaron un fangote de guita que tenía para pagar impuestos y lo peor es que casi matan a un empleado que se salvó de milagro. Pero, ¿sabés qué? Como los delincuentes eran menores de edad, uno de 17 y el otro de 16 años, están libres.” Se descargaba mi amigo.
“La segunda vez venía manejando, me cruzaron un auto, me llevaron a recorrer cajeros automáticos, me golpearon y se llevaron el auto que todavía el seguro no me pagó, y eso que estaba a nombre mío y con las patentes al día… Y ahora, hace dos días, se metieron en mi casa cuando estaba de vacaciones, ¡se llevaron todo! Me tuve que volver y perder las vacaciones y lo que había pagado de alquiler por la casita donde estaba en Villa Gessell…”, me contaba impotente.
“Te juro que estoy recontra podrido de todo esto, no me banco más… Pero no es solo eso, es que el Gobierno dice que la inseguridad es una sensación, pero es todo, ¿entendés? ¡Todo! Desde esto hasta las cosas más insignificantes.”
Fue cuando intenté ahondar en su apreciación:
“¿Querés que te cuente? Empecemos por el Fútbol para Todos. Primero, todos sabemos que eso lo hicieron para joder a Clarín, y de paso manotear un fangote de guita y hacer propaganda tipo nazi. Segundo, si yo no tengo cable no puedo ver más que alguno partidos, incluso como en la época de los codificados.
El tren, ¿vos tenés idea de lo que es viajar en tren todos los días en el conurbano bonaerense?
Te quieren engrupir con la inflación, y encima te tenés que aguantar a un impresentable como Guillermo Moreno que diga que la inflación es culpa de no sé quién, y encima después tenés que escuchar al paparulo de Aníbal Fernández que se quiere hacer el gracioso y además cree que es guapo.
Y como si eso fuera poco te dicen que tenés que ir a comprar al mercado Central, ¿qué hago, me voy al mercado central a comprar dos kilos de asado a 10,50? tengo 250 mangos de nafta… no, mejor lo pago 40 acá.
Otra cosa me tiene podrido, es la prepotencia de los militantes. ¿La Cámpora ahora dirige departamentos ministeriales y empresas del estado? No, no, gracias, yo fumo otra marca...
Todo eso me tiene recontra podrido, pero además, la falta de respeto de la población de este país en la calle. El descontrol generalizado, parece que vivís en una anarquía total.
Ahora, eso sí, si un jubilado va a comprar 100 dólares ¡le mandan una carta de
Para colmo, ahora van a venir con eso de que a los pibes en el colegio les van a enseñar la historia del Che… ¡la historia del Che! ¿Les dirán a los pibes que el tipo era un delincuente que mataba a todos los que no pensaban como él? No, no creo, porque además les van a enseñar lo que es un escrache y un piquete… ¡por favor!
Estoy repodrido de que en éste país nos caguen todos los días… ¿Vos sabés que al tipo que labura le sacan el 38% del sueldo? ¡Sí, el 38%!
Acá parece que te castigan, castigan al tipo que labura, al que hace las cosas medianamente bien…
Si yo laburo y me va bien porque me maté para lograrlo y pago todos mis impuestos, se supone que algo a cambio me tiene que dar el estado, ¡pero no me da nada, absolutamente nada!
A mis hijos los mando a un colegio privado porque la educación del estado es un desastre; la salud ni hablemos, operarte en un hospital público es imposible, y tengo que pagar una prepaga. ¿Seguridad? No hay. ¿La justicia? ¿De qué justicia podemos hablar en este país?
Pero eso sí, donde te atrasaste con los impuestos te mandan una carta intimidatoria como si fueses un terrorista. ¡Dejáte de joder!
Cada vez nos parecemos más a Venezuela, Cuba… y yo no me quiero comparar con esos países, me quiero comparar con Alemania, Canadá o Australia, con países de verdad.
¿Y sabés que es lo peor de todo? Que tenemos la materia prima, las riquezas naturales de nuestra geografía, la mejor gente, profesionales de primera, todo… lo único que falta es que alguien quiera hacer las cosas bien.”
¿Hace falta agregar algo más?
Pablo Dócimo