Los últimos dos discursos de Cristina Kirchner, en Miramar el día 21 de febrero y en Catamarca el 23, parecieron ser el puntapié inicial de la campaña para que el FPV continúe manteniéndose en el poder a partir de las próximas elecciones.
En los matutinos más antagónicos de la Argentina —Clarín y Página/12— surgieron diferentes maneras de interpretar esos discursos, no casualmente promulgados en el interior del país.
Con motivo de inaugurar una fábrica recuperada, Cristina expresó en Catamarca —tierra radical y opositora— “Les pido ayuda y esfuerzo para profundizar el modelo que construimos”, “necesito de hombres y mujeres que estén compenetrados con esta idea de país, porque si no, se me hace muy difícil” e invitó a “que me ayuden porque sola no puedo”.
Según Julio Blanck de diario Clarín, el tono conciliador de Cristina los últimos discursos se enmarcan en una nueva estrategia política de seguir llevando agua para el molino K, pero dejando atrás los usuales ataques a los que solía acudir cuando Néstor Kirchner todavía contaba con vida, y que tanto se oponen a ese repunte de imagen que le ocasionó la viudez. “La agresividad constante más allá de ser parte sustancial de su naturaleza política, es un punto débil de Cristina frente al electorado independiente”, opina Blanck en su columna de hoy.
Sin embargo, para Página/12 —que no ostenta esa audiencia independiente que necesita de la conciliación en las palabras de Cristina— tituló en referencia al acto en Catamarca: “Tengo toda la fuerza del mundo”, a diferencia del “Ayúdenme, sola no puedo”, de Clarín.
“En un tono vibrante, la Presidenta dio nuevas pistas sobre su posible postulación. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio un discurso con un neto tono de campaña y salió al cruce de quienes especulan con su entereza tras la muerte de Néstor Kirchner: `Cuando me dicen ‘Fuerza Cristina’ les aseguro que tengo toda la fuerza del mundo´, se plantó”, plasma el matutino oficialista sin interés alguno de demostrar debilidad en las actitudes de la Mandataria a la audiencia más recalcitrante de ese diario nacional.
No obstante, y fuera de cualquier análisis de las palabras de la Presidenta, hay un punto cierto: Cristina vio la veta que le dejó una oposición desfragmentada y finalmente decidió entrar. Aquel “electorado independiente” al que hace referencia Blanck en su columna se trata nada más y nada menos que del 50% de los votantes: los menores de 35 años, al que con algunas desmesuras, el kirchnerismo tiene buena llegada. “Los jóvenes son el sostén principal del Gobierno, ellos son la garantía para que este proyecto avance y se profundice”, dijo Cristina en Miramar hace dos días.
La conducta errática que aún ostenta la oposición política y ese “nuevo” público electoral al cual quiere conquistar Cristina vestida de luto, parecen haber convencido a la mandataria de lanzarse a la carrera electoral; ya que sin esbozar definiciones claras sobre su candidatura, las maniobras que está estilando para sus discursos son propias de un político en plena campaña.
Eliana Toro