“Solo creemos la información que el gobierno desmiente”. Lema de cabecera de los periodistas de
En nuestro informe anterior adelantándonos a los papeles que publicará Wikileaks en un futuro próximo sobre la muerte de Néstor Kirchner. Allí, dejamos en claro que trabajamos con fragmentos de información que obviamente no podían ser cotejadas con otras fuentes ni consultadas con el gobierno a fuerza de saber que el kirchnerismo siempre desmiente hasta lo obvio. Dejamos en el tintero las versiones circulantes sobre el posible desenlace con arma de fuego que pudo haber acabado con la humanidad del ex Presidente, y otros datos afines.
Así como nadie puede desmentir que los bonos argentinos en Wall Street subieron al unísono con la muerte de Néstor K., merced a una manipulación en el mercado bursátil yanky que solo está en condiciones de operar alguna sociedad secreta poderosísima —hablamos de los Iluminatis metafóricamente, porque no siempre los dueños del poder mundial tienen nombre, apellido o apodos—, tampoco nadie puede negar las contradicciones en que se sumió el kirchnerismo al momento de explicar por qué se veló a Néstor K a cajón cerrado.
Recordémoslo: primero dijeron las fuentes oficiales del gobierno que no mostrar el cadáver del líder K tenía por objeto preservar la imagen viva del líder antes que exhibir su figura cadavérica. Después no convencidos de la explicación inicial la modificaron. Dijeron cuasi extraoficialmente que Néstor K. se había golpeado la cabeza al caer infartado y por ello no convenía mostrarlo “agujereado”.
Hace 25 años, el funebrero Alfredo Péculo trajo de Estados Unidos sistemas de “fotoshop” para hacer lucir a los cuerpos muertos tan espléndidos —o más— de lo que eran en vida. En síntesis: si el gobierno ocultó alguna situación desconocida, cualquiera tiene derecho a especular o dar crédito al mercado de multiversiones que inundaron
Dejando esto en claro, nuestro informe anterior dejó para una segunda entrega algunos detalles recogidos en fuentes dignas de crédito, a las que se debe preservar y no mencionarlas, como cabe en los juramentes de fidelidad periodísticos.
Por caso, ¿Hugo Moyano sería castigado por hostigar a los gritos y proferir amenazas contra Néstor Kirchner horas antes de su (presunto) fallecimiento?
La respuesta que se nos dio fue casi textualmente: “En Presidencia quieren que antes de ir preso el jefe de
También nos quedó pendiente en el anterior informe un asunto del que se ocupan ahora las revistas del corazón: la situación de Martín Redrado.
Ya el año pasado Eduardo Duhalde decidió no hacer alianza con Mauricio Macri ni apoyar los candidatos del PRO en Capital o en Provincia. Redrado era la persona al que el lomense le apostaba todas sus fichas. Aunque había un escollo que podía derrumbar la imagen de Redrado: un presunto affaire con algún director de Banco Central que el kirchnerismo tenía documentado y pensaba sacarlo a la luz cuando la campaña en el distrito porteño estuviera avanzada.
El kirchnerismo se ufana con hipocresía del INADI y otras ONG antidiscriminatorias, pero si tiene que usar sus tentáculos para ensuciar a un adversario presuntamente implicado en vínculos personales, no tiene descaro en hacerlo. La embestida contra Redrado se podía impedir enfrascándolo en una relación explosiva. “¿Quién se atreve a cuestionar la elección sexual de un tipo que tiene como amigovia a un sex symbol como la sobrina de Palito Ortega?”
La carta pública de despecho que Luciana Salazar le dedicó a Redrado, a todas luces fue escrita por un profesional de la propaganda y casi parece una campaña de esclarecimiento a los argentinos (risas y aplausos).
Ergo: el kirchnerismo adelantó sus dardos contra el Presidente de Banco Central y la despampanente rubia se prestó al juego. Conociendo el paño en que se juega esta partida, nadie hace nada gratis. Esto no salió de la pluma ilustrada de la vedette. Veámosla en detalle:
“Un sueño es bueno, solo cuando despertamos para saberlo. Lamentablemente desperté y me di cuenta que había sido una pesadilla, que cada virtud que descubría en vos, terminaba siendo una calamidad.
En el sueño te veía inteligente, pero al despertar me di cuenta que se puede tener inteligencia y ser un estúpido en lo emocional y hasta un imbécil en lo moral. Sobre todo si involucras a tu propia familia, que debería ser el límite de toda manipulación, cobarde es quien manifiesta que de su vida privada no habla, y sin embargo dando notas en off, cuenta sus intimidades.
Ya no se puede enmendar lo irreparable, pero me duele que me hayas usado para decir lo que vos no te animabas. Te confieso que en esto siento una gran insatisfacción conmigo misma. Lo tuyo me parece excesivamente difícil de corregir, pero por lo pronto, no seré yo quien lo intente.
Te quise mucho, dejé de hacer cosas porque no te gustaban, pero es poco aceptable pretender tanto de alguien cuando no se tiene nada bueno para dar. Vanidoso es aquel que ama al que demuestra ser, no al que realmente es.
Lo que hablaría de vos es tu conducta, no tus palabras. Algunos inteligentes no eliminan la mentira, por el contrario la perfeccionan. No quiero seguir siendo yo instrumento de esa actitud perversa.
Esta es la última vez que hablo de tu persona. Al final, por mala que haya sido la experiencia, me sirvió para darme cuenta que la felicidad no se encuentra fácilmente a veces hay que atravesar oscuros caminos.”
Felizmente el pueblo argentino ya sabe —y los porteños en primer lugar— que no pueden confiar en un “mentiroso y perverso” como Martín Redrado… Lo dijimos varias veces y nunca está de más repetir aquella muletilla del gordo Porcel: ¿No es fino?
Por último y dejando de lado este burlesque, algo serio y lamentable: el propósito de Eduardo Duhalde era llevar en la próxima fórmula a Carlos Reutemann. Pero los comentarios en el entorno del Lole confirman que el ex Fórmula 1 está sintiendo la sintomatología de la enfermedad cruel a la que en el argot de la calle se conoce como “el alemancito”.
No lamentamos la ausencia política de Reutemann sino su posible deterioro físico. No es de buena persona desear el mal a nadie, amigo o enemigo. Quiera Dios los rumores sobre esta dolencia estén equivocados.
Jorge Boimvaser