No creo que gran parte de la ciudadanía haya comprendido en toda su dimensión y gravedad la maniobra del Secretario General de la CGT, Hugo Moyano, cuando anunció un paro nacional y concentración en la Plaza de Mayo para el próximo lunes.
Su exacerbada reacción ante la solicitud de diligenciamiento de un exhorto de la Justicia suiza por un fiscal de ese país pidiendo sus antecedentes, el de uno de sus hijos y de su entorno familiar sorprendió a la ciudadanía y al Gobierno.
En ese documento se lo menciona de manera explícita, al igual que a su hijo Pablo. Se los vincula con una "organización criminal" por delitos de lavado de dinero, corrupción y "actos violentos como robo con uso de armas y tiroteo". Sin embargo como luego aclaró la embajada no se lo investiga a ellos.
Moyano en una conferencia de prensa se defendió del pedido de la Justicia suiza y ratificó el paro. Expresó que el exhorto no tiene “seriedad” y aseguró que “parte de la prensa es perversa”.
Es probable que el exhorto tenga alguna inexactitud, pero no creo que los suizos no tengan seriedad y que no sepan hacer las cosas. Tampoco pienso que la prensa es perversa.
De tener que optar en creerle a los suizos o a Moyano no caben dudas. Como los argentinos conocemos bien a Moyano, con sus actitudes de “matón” como lo califico uno de los cables de WikiLeaks, las numerosas demandas por hechos de corrupción y sus actitudes y opinables procedimientos como jefe del gremio de los Camioneros, optamos por la información de Suiza.
No obstante, le dejamos el margen de la duda.
Lo que se busca destacar en esta nota, es la desmesurada reacción por una cuestión personal y particular y el hecho de utilizar su sindicato en una acción que lisa y llanamente, fue una absurda presión al Poder Ejecutivo tomando como rehén a la ciudadanía, en particular a la clase trabajadora que utiliza los medios públicos de transporte . Una verdadera extorsión al Ejecutivo.
Extorsión que mediante la sola amenaza de exhibición de fuerza de esa magnitud, como lo es el de su sindicato, obligó al Gobierno a someterse a sus exigencias. Se desconoce en qué cedió el Gobierno, pero ya no caben dudas que ese conflictivo idilio entre los Kirchner cuando vivía el ex presidente, y ahora con su desorientada viuda, está definitivamente dañado y tal vez roto para siempre.
Un periodista de un importante matutino expresó el doble papel que juega Moyano: “es el principal aliado del Gobierno, pero al mismo tiempo también su peor enemigo”.
El hecho dejó al Gobierno gravemente lesionado y con un desprestigio más a los tantos que ya tiene.
Pero también Moyano con su absurda y desmedida acción evidenció con absoluta claridad que no entiende ni comprende el funcionamiento de un régimen democrático ni cual es su responsabilidad como jefe de un sindicato tan importante. Con esa insólita y torpe reacción se autoinmoló.
Nadie puede ignorar la infinidad de aprietes y presiones que ejerció en los últimos años en supermercados y fábricas para sumar adherentes a su gremio en forma compulsiva. En estos hechos, los rehenes fueron casi todos los argentinos.
Por supuesto gran parte de la responsabilidad de este hecho imprevisto, corresponde al Gobierno que siempre consintió calladamente a las descomedidas maniobras del líder sindical.
La actitud fuera de toda lógica del líder de la CGT, no es el ejercicio democrático del derecho de huelga ni nada relacionado con su función de defender a los trabajadores. Es claramente una inadmisible e intolerable presión, un apriete, una verdadera extorsión al gobierno y a la Justicia.
Un claro atentado al estado de Derecho y la utilización de su cargo para buscar situarse por sobre la Ley.
Afortunadamente el apoyo de la CGT a este grave despropósito, fue tibio y prácticamente solamente formal.
De haberse concretado el paro y la concentración, a la postura de Moyano se la podría calificar como una actitud desestabilizadora y de acuerdo a las consecuencias posteriores, también en alguna forma verdaderamente destituyente.
Alfredo Raúl Weinstabl