Hacia mediados del 2009 el diario Clarín ya informaba acerca de la posibilidad de que la Argentina se viera obligada a importar carne vacuna.
El dato, emanado de la propia Secretaría de Agricultura de la Nación, daba cuenta de una caída esperable de la producción cercana al 20 % para el 2010, no solo ocasionada por la sequía sino que fundamentalmente, por la política llevada adelante en el marco del “modelo k”, promoviendo el consumo interno, des-gestionando para que la producción se desalentara y se sacrificaron vientres en más de un 50 %, etc.
El escenario por supuesto, complicaría las exportaciones.
Lo calculado por el propio organismo oficial era que sería necesario importar alrededor de unas 1000 toneladas a efectos de poder satisfacer la demanda, lo cual ya dejaba claramente planteada una situación crítica.
De más está decir que el gobierno salió a negarlo tajantemente.
Las vías de solución al problema eran dos: incrementar el peso de los vacunos que llegaban a los frigoríficos, y aumentar así la producción de carne o, desalentar el consumo.
Al poco tiempo la Sra. Cristina Fernández empezó con el discurso de lo afrodisíaco que era el cerdo y lo sano que era el pescado.
Para el primer semestre de 2010, la Argentina incrementó en un 63 % sus compras de carne a Uruguay con relación al 2009.
Como consecuencia de todo lo planteado surge un nuevo problema que es el de evitar más despidos de personal en virtud de la crisis que atraviesan los frigoríficos en tanto el año pasado la faena decreció en alrededor de un 30 %. Los trabajadores pierden sus puestos de trabajo, los que no lo hacen cobran salarios que cada vez les alcanzan menos por la inflación y porque se les recortan las jornadas laborales, pero los empresarios ganan igual o más dado que la política oficial los ha beneficiado ampliamente.
Hace pocas horas, continuando la política de recortes de planta, la cámara Frigorífica Runfo despidió a todo su personal, mientras que parcialmente lo hicieron Kalina, Sodecar, Quarter Land, Rioplatense y Carnes Pampeanas.
Frente a este panorama, el Sindicato de Trabajadores de Carne elabora un anteproyecto para presentar en el Congreso Nacional para que, ley mediante, se puedan importar unos 5 millones de cabeza de ganado y evitar así más cierres de plantas y más despidos frente a los altos costos de las materias primas y la escasez que tanto está afectando a las empresas en términos generales. Al importar, será necesario faenar y eso mantendría 35 mil puestos de trabajo.
La entrega del anteproyecto se produciría hoy alrededor de las 15:30 horas luego de una movilización al Palacio Legislativo. Asimismo, se evalúan más medidas de fuerza tales como nuevas movilizaciones encabezadas por la Cámara de Exportadores ABC, paros sorpresivos y presencia al costado de las rutas.
Para esta jornada de viernes, además, el sector sindical opositor al gobierno nacional, pidió a la Mesa de Enlace una serie de medidas entre las que se cuentan un cese de comercialización de ganado en pie en todo el país.
Aunque, más allá de que se logre aprobar una norma inspirada en el anteproyecto referido, el daño ya está hecho, sin lugar a dudas, como todo lo resultante de la implementación del “modelo K”.
Nidia G. Osimani