Al poco tiempo que el autor de este artículo escribiera el libro Los Sospechosos de Siempre (Historia del Espionaje en la Argentina), uno de los tantos personajes entrevistados para recolectar recuerdos de las entrañas del espionaje local, pareció haber desaparecido de la actividad.
La edad, el tabaco y algunos otros vicios que corren el cuerpo —y el alma—, los nuevos tiempos de mucho espionaje virtual, significaron la casi extinción de una especie de agentes de inteligencias criados en época de los dinosaurios. Sin embargo, nuestro “Sastre de Panamá” (magistral obra de John Le Carré llevada al cine) aún resiste en el merodeo informativo y suele ser hombre de consulta por la SIDE kirchnerista. Su nuevo asentamiento es Puerto Madero, zona harto vigilada por los hasta ahora incorruptibles domos (cámaras de vigilancia pública) manejados por la Prefectura.
El encuentro casual después de muchos años no fue nostálgico. Cuando un periodista se encuentra con un agente de inteligencia que aún maneja información crítica, no se sientan a conversar sobre fútbol ni mujeres. Se habla de datos, visiones de la realidad y siempre surge de las fauces de las tinieblas el eterno murmurar de las conspiraciones —a veces ciertas, otras ficticias— en danza.
El vozarrón de este personaje (el cigarrillo y el alcohol antes parecía un condimento heroico en la jungla de los espías, hoy al borde de los 70 años ya lo ven como una forma de vida imbécil y destructiva) obliga a extremar los oídos. Extraño rito es que un dato no se pronuncia dos veces. Si no se lo escuchó bien de entrada, fuiste….
Lo primero que dice frente al humeante café negro y la pregunta obligada del periodista es:
“Código Cobra: Schoklender es hombre muerto.
Modalidad: Que parezca un accidente.
Estado del gobierno: Código Mayday.”
Después de tirar sobre la mesa el jeroglífico de passwords con que aún se siguen manejando estos personajes, la traducción informativa.
Dicen los directores de la SIDE que el caso Schoklender está derribando violentamente —tsunami es el término más utilizado— la imagen del gobierno en ciertas capas sociales (postergadas y de alto poder adquisitivo) en los cuales Cristina Kirchner alfombraba buena parte de su posibilidad de triunfo en octubre. Un emblema que exhibía el gobierno hasta hace poco, como fue la política de derechos humanos, hoy aparece mancillada en todas sus esferas. Hasta la gente menos instruida percibe en el lapso de dos semanas que lleva instalado el Schoklender-Gate, que tras un discurso farsante del kirchnerismo estaba una política de rapiña de los fondos públicos cuyo ícono mayor es el grosero manejo de cientos de millones de dólares del Estado en las arcas de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Y cuando hombres cercanos al parricida millonario le aconsejaban salir de la escena y hasta mudarse temporariamente al exterior, el “Hermano Sergio” persiste en un viaje insólito por los medios televisivos diciendo algo así como que él no tiene la culpa del desfalco, sino que la responsable es Hebe de Bonafini.
Y aquí viene el análisis de los Códigos Cobra de nuestro “Sastre de Panamá”.
“Si Sergio Schoklender se suicida dejando una carta póstuma de mea culpa, quizás el episodio arda unos días en la prensa y con el tiempo se olvida algo del asunto, no todo, y la carrera electoral siga el cauce anterior…”.
“Al pibe no se lo ve con ganas de matarse, todo lo contrario, está más cerca de comprarse la Ferrari que tanto anhela que de pegarse un tiro”, le preguntamos al viejo espía que volvió del frío.
Segundo Código Cobra: “No tiene porqué matarse él… La modalidad de su muerte será… que parezca un accidente. Si lo hizo Massera con Marcelo Dupont con el visto bueno de los Montoneros en 1983, ¿porqué no repetir la operación?, solo que en lugar de Dupont el muerto será Schoklender”.
Nota: Marcelo Dupont fue un publicista asesinado en los últimos días de la dictadura militar, tras arrojarlo desde un edificio en la Recoleta y haciéndolo aparecer como un suicidio. Su hermano Gregorio (diplomático acreditado entonces en la Embajada argentina en Francia) estaba por revelar la conexión de Massera con los Montoneros en Europa. Marcelo Dupont “suicidado”, entierro veloz (modalidad García Belsunse), todo el mundo hablando de las elecciones y acuerdo Massera-Firmenich para olvidar al muerto y seguir adelante.
En los pasillos del espionaje local dicen que la única solución para salvar al gobierno de la caída en picada se resume en la frase: Schoklender es hombre muerto.
Y aquí se decodifica el último (por hoy), Código Cobra: Mayday.
El gobierno está en emergencia, el affaire del parricida lo tiene en caída libre, nadie habla de otra cosa hoy día en los ámbitos donde se cocina la elección de octubre. El drenaje de votos oficialistas es pavoroso. Si octubre fuera hoy, ballotage asegurado. Mayday es el código de emergencia de aviones y embarcaciones frente a un desastre inevitable.
Cristina K. está al borde de estrellarse por este hombre arrogante. Grita como los pilotos de avión… mayday, mayday, mayday y después el silencio de muerte. “Ante ese desastre, en lugar de una catástrofe que haya un solo muerto… ¿no te parece...?”, dice el ronco al anochecer del último día de mayo.
Pero no solo el Gobierno está interesado en que Schoklender desaparezca. Extraños inversores mexicanos que en apariencia lavaban dinero utilizando los negocios del ahora defenestrado tesorero de las Madres, no quieren que una investigación fiscal los ponga al borde de tener que dar explicaciones.
Coincidencia o no, los mismos capitales mexicanos que blanqueaba Schoklender son buenos amigos e invierten en emprendimientos que encabeza Francisco de Narváez, a quien el gobierno utiliza para romper el tinglado opositor en mil pedazos.
Aunque el asunto de De Narváez lo abordaremos próximamente, un botón de muestra que también aporta nuestro informante en Puerto Madero: “La suegra del colorado (De Narváez) está inscripta como productora de precursores químicos en la Secretaria Antidrogas (SEDRONAR). Un movimiento en falso del ex Casa Tía, un comentario fuera de lugar que no le guste a Cristina… y la suegra va presa… así que al muchacho de buena familia se le cae todo el discurso. Para que no ocurra así, el gobierno lo obliga a romper todos los frentes de alianzas opositoras (peronismo federal, macrismo, socialismo y ahora va por Ricardito Alfonsín)… Y si los mexicanos pierden frente a la investigación del Schoklender-Gate y un futuro De Narvaez-Gate… el problema va a ser grande para ellos”.
Mucho para una sola tarde-noche… Y la frutilla del postre: rostros conocidos de narcos centroamericanos con pedidos de captura internacional, se vienen a hacer cirugías estéticas en clínicas porteñas. Una de ellas, en Belgrano, dirigida por un Dr. Moyano (ningún parentesco con el camionero), tuvo un caso de mala praxis algo grave (lo de siempre: aceites y plásticos líquidos de baja calidad usados en pacientes que sufren trastornos de salud posteriores) que dejó a alguna gente “pesadita” algo encordiosa.
De eso hablaremos en otras entregas. Nos fuimos tensos de Puerto Madero con esa definición inicial: Schoklender es hombre muerto. No es nuestra expresión de deseos, fue el eco de la voz de nuestro Sastre de Panamá…
Jorge D. Boimvaser