Para los economistas anclados en el equilibrio de las cuentas públicas como una ley irrefutable, la salida de la crisis 2001 que tuvo la Argentina, no deja de causar asombro.
Es que quizás, estos profesionales no consideran la estafa como el instrumento mas milagroso del “modelo K” que tiene como víctimas a los jubilados (presentes y futuros), a los inversores y por supuesto, a toda la población.
Sin entrar en engorrosos detalles técnicos acerca de los porcentuales comparativos entre PBI y monto de la deuda pública, podría decirse a simple vista que la misma “aparentemente” se redujo. Sin embargo, a pesar de las quitas generadas con los canjes en 2005 y 2010, experimentó entre 2001 y 2010, un crecimiento nominal superior al 10%.
Este fenómeno obedece a varias causas, como por ejemplo, la falta de medición real de los recursos fiscales, los avales para obras de infraestructura, la consolidación de las deudas previsionales, el aumento del ajuste de deuda en pesos por inflación (CER), las variaciones en los tipos de cambio y por supuesto, la emisión de nueva deuda.
Pero al haber expansión del PBI medido en dólares, este aumento de la deuda quedó compensado y pasó desapercibido.
A esto hay que sumarle la falsificación que se practica desde el 2007 desde el Indec, la que permite por ejemplo, subestimar la inflación y hacer aparecer la deuda inferior a lo que es realmente, ya que la misma era ajustable por el CER.
Esta manipulación sobre el valor de los títulos públicos del canje 2005, se practicó en definitiva sobre los títulos que alguna vez fueron de las AFJPs y ahora, luego del traspaso, del Anses, pero de un modo u otro, solo de los jubilados.
Otro aspecto interesante a considerar son los incrementos a las jubilaciones mínimas practicados entre 2001 y 2006.
Estos incrementos, acortaron la brecha entre los haberes mínimos y las jubilaciones más altas, derivando naturalmente en un aluvión de juicios contra el Estado.
Y el pasivo fiscal contingente continúa creciendo, alcanzando en la actualidad los casi 7 puntos porcentuales del PBI, los 8 puntos y medio si se toma la inflación oficial y supera los 10 puntos porcentuales si se considera la inflación estimada por las consultoras privadas. Traducido a moneda de curso legal entonces, estará superando los 150 mil millones de pesos aproximadamente.
Concluyendo entonces, resta decir dos cosas. La primera es que claramente más de un tercio del superávit primario del que tanto se jactó la administración vigente desde 2003, recayó sobre el sector pasivo.
La segunda, que si se piensa todo esto en términos fiscales, es posible advertir que de no haberse practicado las falsificaciones, manipulaciones y contabilidad creativa, sería evidente que la deuda pública desde 2008 a la fecha, se ha incrementado 20 puntos porcentuales mas de lo que indican las versiones oficiales.
El famoso “desendeudamiento” en definitiva, no es más que otra de las tantas falacias a las que nos tiene acostumbrados “el modelo” que, según algunos, hay que profundizar.
Nidia G. Osimani