La política suele estar plagada de gestos que acaso digan mucho más que declaraciones altisonantes. Y la lectura que se hace de ellos tiene en ocasiones un peso específico varias veces superior al de las bravuconadas mediáticas que suelen cosechar un impacto tan fuerte como efímero.
Daniel Scioli conoce como pocos esa máxima. La ha adoptado desde hace años como estilo propio. Y volvió a echar mano a ese recurso en los últimos días en lo que pareció un cúmulo de mensajes diferenciadores de los pensamientos y las acciones que se ejecutan en la Casa Rosada.
Cuando algunos intelectuales de la kirchnerista Carta Abierta salieron a denostar lo que representa para la política la figura de la gran sorpresa electoral de Santa Fe, corporizada en Miguel Del Sel, el gobernador se pronunció de inmediato en apoyo al candidato del PRO en aquella provincia.
Fue un acto reflejo, casi en defensa propia: ambos vienen de un mundo ajeno a la actividad partidaria, de un territorio ubicado en las antípodas de la intelectualidad K.
Pero Scioli no sólo se ocupó del resultado santafesino por el caso Del Sel. El mandatario creyó ver en la performance del humorista un fenómeno que quizás pueda estallarle en su propia provincia: el creciente malestar del sector agropecuario con las políticas oficiales.
No resultó casual que a la mañana siguiente de esa elección, llamara al secretario de Comercio Guillermo Moreno y al ministro de Agricultura Julián Domínguez, para insistir con el planteo de ampliar el volumen exportable de trigo, un recurrente reclamo del agro bonaerense.
Del Sel ganó en todos los pueblos donde la actividad agropecuaria es fuente de los mayores ingresos. Esa señal de alerta podría tener un efecto reflejo en varios distritos de la provincia interior a la hora de las primarias del 14 de agosto.
Es sólo una presunción enlazada con otra que no muchos dirigentes estarían dispuestos a comprobar: que en algunos pueblos bonaerenses se estarían registrando movimientos tendientes a recibir con escasa deferencia a los candidatos del Frente para la Victoria.
La sombra de escenario electoral que produjo la enorme sorpresa de 2009 con la derrota del FpV, ronda los despachos oficiales.
Esos signos de preocupación sin embargo no alcanzan para activar las alarmas: el campo sigue distanciado del gobierno nacional, pero el duro contexto internacional de hace dos años que impactó en la economía doméstica no parece estar presente en la coyuntura, más allá de la crisis de final incierto que afrontan Estados Unidos y Europa y que en algún momento podrían tener derivaciones en el país.
Gestos llamativos
Scioli concretó, acaso, otros gestos que apuntaron al corto y al largo plazo. Algunos de ellos terminaron ratificando la idea del mandatario de una campaña electoral lo más disociada posible de los grandes actos partidarios y mucho más concentrada en las recorridas por los municipios y en contacto con los vecinos.
Es un estilo que le ha deparado buenos dividendos, por ejemplo, al mencionado Del Sel y a Mauricio Macri.
Esa idea viene enlazada con kilométricas recorridas y una fuerte exposición pública, uno de cuyos eslabones fue la presencia hace unos días en el living de Susana Giménez, en otra señal diferenciadora de la Rosada que considera a la conductora una de las representantes cabales de la tilinguería mediática argentina.
El apoyo esbozado por Scioli al candidato a gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, en cambio, puede que exceda lo coyuntural.
Hay quienes creen que podría estar comenzando una suerte de reacomodamiento en el peronismo de cara a las elecciones de 2015 y que ese respaldo, sumado al de Carlos Reutemann, habría que leerlo en esa dirección imaginando el supuesto fin de la era K.
Excepto alguna voz aislada, el kirchnerismo ha guardado silencio con esas movidas de Scioli. Hoy el mandatario es una pieza clave para obtener una jugosa cosecha en la primaria del 14.
Las inquietudes de la Rosada pasan más por la actitud que adoptarán los poderosos intendentes del Conurbano.
La incógnita es si estos alcaldes, muchos de los cuales padecieron el destrato K en el armado de las listas de candidatos, jugarán a fondo o lo harán a media máquina para traccionar la boleta presidencial de Cristina Kirchner.
La preocupación pasa por si se concentrarán en apuntalar sus propias reelecciones y retacearán así apoyo al resto de la boleta del Frente para la Victoria. O, aún peor, si algunos de ellos estarían maquinando respaldos a candidatos de otros espacios.
La Presidenta necesita del Gran Buenos Aires para sostener la ilusión de pasar el 40 por ciento de los votos en la primaria y sepultar la idea opositora, alimentada en las últimas semanas por los traspiés oficialistas en Capital y Sante Fe, de que Cristina no es invencible.
Y con ese objetivo, varios ministros nacionales están caminando la Provincia con promesas de fondos y obras para contener a los sospechados de díscolos.
La oposición bonaerense, en tanto, se debate en exhibir la teoría de que el escenario electoral está abierto. El resultado de los comicios de hoy en territorio porteño y los cordobeses dentro de 7 días, podrían ayudar a apuntalar aquella presunción.
Tras la elección de Santa Fe, el Frente Amplio bonaerense exhibía en las últimas horas una encuesta que marcaba un crecimiento de Margarita Stolbizer, en sintonía con el impulso dado por el candidato presidencial del espacio, Hermes Binner.
En dos semanas se sabrá si la sucesión de traspiés distritales del oficialismo obedecen a situaciones locales o incluyen, además, alguna dosis de malhumor social hacia el oficialismo nacional y bonaerense.
José Picón
NA