Allá por 1991 Raúl Alfredo Othacehé asumía como intendente del Partido de Merlo y hoy, casi 20 años después, es uno de los denominados “Barones del Conurbano”, junto con Jesús Cariglino, Alberto Descalzo, Julio Pereyra, Mario Ishii, Hugo Curto, Alejandro Granados y Marcelo Coronel.

A pocos días de las elecciones primarias obligatorias, se conoció la noticia que militantes del partido duhaldista, fueron atacados por una patota y que uno de ellos, terminó internado por una fractura de cráneo. Sin embargo, esta no es la primera vez que suceden hechos de este tipo.  

Desde el año 2010 el intendente es investigado por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y por el Servicio de Paz y Justicia, presidido por el Premio Nobel, Adolfo Pérez Esquivel.

Pese a que por las calles del partido, “Othacehé” es mala palabra, en cada elección gana con más del 40% de los votos. ¿Su estrategia? Hostigamiento a fuerzas opositoras y clientelismo político. 

Las agresiones sufridas por parte de 14 personas en cuatro autos que acorralaron a los militantes que se encontraban repartiendo boletas del candidato Gustavo Menéndez, se suman a las padecidas desde hace años por el partido de Martín Sabbatella, Nuevo Encuentro.

El enfrentamiento comenzó en las elecciones de 2009 cuando el ex intendente de Morón consiguió dos lugares en el Concejo Deliberante de Merlo. Inmediatamente, se puso en marcha una campaña de desprestigio contra uno de ellos, Horacio “Lula” Cepeda, quien hasta hoy sigue destituido de su cargo por acusaciones infundadas de corrupción.

Así como en las pasadas elecciones legislativas, el candidato Francisco de Narváez tenía un homónimo ubicado en otra boleta, Martín Sabbatella deberá competir con María Sabbatella, candidata por el partido Nuevos Aires, creado hace pocos meses para las elecciones del próximo domingo.

Con más de 500 mil habitantes, 17% de nivel de indigencia y casi 49% de pobreza, Merlo se presenta como uno de los municipios más propicios para el clientelismo político. La habilitación de los comercios y la continuidad de los planes sociales a cambio de un voto, son la principal y más eficiente campaña electoral.

Ausencia de medios de comunicación, de centros culturales, un sistema de salud y de educación cada vez más deteriorado, destrucción de comedores comunitarios, acusaciones por proteger a los distribuidores de cocaína y paco, rechazo a presentar declaraciones juradas anuales sobre el patrimonio, connivencia con la policía local y amistades con miembros de la última dictadura militar, parecen ser aspectos insuficientes para que el gobierno nacional de turno le suelte la mano.

El gobierno de los Kirchner dice defender los Derechos Humanos, pero en su doble discurso, apoyan una dictadura que está a la vista de todos.

Los merlenses que tengan memoria, recordarán el episodio en el que el propio Néstor, en pleno acto político, fue increpado por una madre que culpaba a Othacehé por el asesinato de su hija. A pocos meses de haber asumido Kirchner, la Oficina Anticorrupción recibió la denuncia por parte del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos pero luego de que el intendente le diera su apoyo al presidente, la causa fue “cajoneada”.

Quizás los incidentes recientes sólo sean una nota de color a días de las elecciones, como lo fue el cierre de la sede del Ciclo Básico Común de la UBA en 2008, o como las alianzas con barrabravas de Deportivo Merlo acusados de homicidio, como los hermanos Caio y Cuni Salazar.

Mientras tanto, el gobierno nacional premia al “Vasco” Othacehé con la adjudicación del presupuesto para la creación de la Universidad del Oeste y la Autopista Presidente Perón. 

En Merlo nadie escucha, nadie habla, todos eligen callar y mirar para otro lado. Mientras ellos arreglan sus negocios, los habitantes del partido, esperamos que esto termine pronto para que “todas y todos”, como le gusta decir a nuestra Presidenta, podamos vivir en verdadera democracia.