Los objetivos más nítidos del matrimonio Kirchner se han mostrado proclives a la obtención de la suma del poder público por cuanto medio estuviere a su alcance. El resultado eleccionario le permitirá volver al control del Congreso y desde allí al Consejo de la Magistratura y en consecuencia al sometimiento del Poder Judicial de la Nación. Todo le ha salido a la señora Presidenta “demasiado” a pedir de boca pues no podrá gozar en plenitud de la ayuda de las instituciones que le proporciona la Constitución Nacional con su sistema del equilibrio de poderes. Si los militares de los años setenta se hubiesen autolimitado dentro de las estricteces, frenos y contrapesos del texto constitucional sus “errores” jamás podrían haberse producido pues consisten en verdaderas garantías para gobernantes y gobernados
Con sólo cabriolas procesales logró el juez Norberto Oyarbide silenciar varios meses el escándalo Schoklender-Bonafini hasta pasadas las elecciones postergando indispensables indagatorias y detenciones; logró el Poder Ejecutivo que el Banco Central mantuviera un dólar sin estridencias para contener la espiralización de la inflación por un azaroso tiempito más; mantuvieron en el freezer el inconstitucional Art. 161 de la ley de medios para despojar de sus bienes a dos empresas periodísticas orgullo de los argentinos por calidad y antigüedad, al mismo tiempo que se las pretende demonizar como “corporaciones mediáticas” y así continuaron errores que con sólo estirarlos al 10 de diciembre fácilmente se podrán utilizar las potestades logradas en diputados, senadores, jueces con miedo, periodismo servil, gremialistas voraces, provincias y ciudades ansiosas por percibir sus propios fondos, empresarios aquiescentes, etc…
La realidad también se trae bajo el poncho la necesidad de pagar el verdadero valor de la energía y los transportes, ambas actividades ocultas tras un festival de antieconómicos y sospechosos subsidios y eso no se resuelve mediante las “manos libres” como proclamaba Néstor Kirchner. Los jubilados estallarán de legítima indignación cuando observen sus cajas repletas de papelitos en lugar de los fondos genuinos de sus aportes, ahorros y valores de sectores provinciales, sin contar el factor siempre acechante de la inflación.
El sonsonete del “boom del consumo” hábilmente utilizado en la campaña electoral de golpe y porrazo de va a transformar en una tragedia de cuotas y quiebras como todo lo que no es fruto de esfuerzos y riesgos. El campo se puede volver a despertar en cualquier momento y sujetos violentos como Moreno, D´Elía, Mariotto, etc… podrían ver atrofiarse sus privilegios impunes. Aerolíneas, Enarsa y otras corporaciones estatales se proyectarán entre los escándalos del gasto inícuo del Estado y las plantas regasificadoras de Julio De Vido pasarán a revistar dentro del monumento a la sinrazón en un país gasífero y carente de inversión en exploraciones.
¿Podrá la señora presidenta remontar estos previsibles terremotos y maremotos “soportando” tanto poder para sus decisiones sin la ayuda de las instituciones…? Lo primero que debería plantearse son ciertas verdades de Perogrullo: La “victoria” es dulce hasta que se levanta la alfombra y aparece implacable la basura que se escondió abajo. No resulta aconsejable para el vencedor incitarlo a la sumisión o humillación del vencido. La ganadora debe comprender que su triunfo se propaga en un 50,38% pero tan sólo de los votos positivos cuando la cruda realidad es que cosechó en su rotundo resultado nada más que el 40,17% de los 28.853.153 ciudadanos del padrón nacional y que también tras la dura realidad la señora refleja una imagen negativa del 64%.
Para bien de los 40 millones de argentinos, de la propia señora presidente y sus doce millones de seguidores desearíamos verla optando por el consenso y abandonar confrontaciones y crispaciones como las aconsejadas por Karl Schmidt y Ernesto Laclau. No debe buscar enemigos en la oposición la señora, las críticas y disensos son remedios necesarios. Nuestra nación se encuentra carente de debates imprescindibles y clarificadores con el protagonismo de la propia mandataria ante el Congreso y la prensa independiente. De lo contrario, las facturas de la realidad serán con ella más crueles que el monólogo.
Ernesto Poblet