Hace pocos días, la presidenta Cristina Fernández dijo en Casa de Gobierno: “La Argentina pasó de ser un deudor a un acreedor neto del resto del mundo a partir del año 2004 y la verdad que, bueno, nos llena de orgullo”. A lo que agregó que el dato provenía del Fondo Monetario Internacional.
El mismo, fue dado a conocer por la primera mandataria en el marco de la presentación del Programa de Identificación Biométrica.
Sin embargo, tal afirmación no puede pasar desapercibida para analistas y quienes conocen las disciplinas económica y contable, y las consecuentes técnicas pasibles de implementar cuando se busca simular u ocultar cierta información con fines meramente políticos.
Pero vayamos por partes. La “posición de inversión internacional”, es un indicador elaborado por todos los organismos responsables de emitir las estadísticas en todos los países. Comienza con las estimaciones de los activos y pasivos externos considerados o implícitos en los cálculos del balance de pagos, que se ajustan a valor de mercado, tal como lo indican los criterios internacionales plasmados en la Quinta Edición del Manual de Balance de Pagos del Fondo Monetario Internacional.
Cuando la presidenta dice que pasamos de ser deudores a ser acreedores, lo que está haciendo es computar pasivos como si fueran activos, tal como se hace en el balance del Banco Central y por eso arroja superávit. Pero la realidad es que Argentina sigue siendo deudora, porque Cristina habla de activos privados como si fueran públicos. Sutil diferencia.
La “posición de inversión internacional” informa acerca de la cantidad de activos en moneda extranjera que hay en el país, tienen los bancos, hay en el extranjero, tienen las empresas y las personas físicas.
La enorme fuga de capitales que se viene produciendo en Argentina desde hace bastante tiempo y se ha incrementado en los últimos meses llevando al Gobierno Nacional a tomar medidas extremas, indica que esos activos son de carácter privado, y que esos privados, a menos que se les imponga legalmente como ocurre con las compañías de seguro, no los repatriarán. Entonces, no son activos públicos, por lo que no se los puede contar como tales.
La manipulación de la información consiste entonces en el siguiente razonamiento falaz: “Como a diciembre de 2010 los activos externos del país superaban los u$s 240 mil millones y los pasivos no alcanzaban los u$s 200 mil millones, el saldo a favor era superior a los u$s 40 mil millones”. Dato emanado del Indec.
Pero si se analiza detenidamente la composición de esos activos, se observa que hay más de u$s 52 mil millones como reservas internacionales del Central, u$s 30 mil millones pertenecientes a inversiones directas de personas jurídicas y personas físicas que además comprenden activos inmobiliarios fuera del país correspondientes al sector privado, y casi u$s 160 mil millones en “otros activos externos”.
El concepto “otros activos externos”, resultan casi en un 90 %, las divisas que privados de Argentina tienen en el exterior, es decir, por fuera del sistema, colocados como acciones, euros, dólares, otras monedas y bonos.
Deduciendo estos “otros activos externos” que salen cada vez más del país en el proceso denominado “fuga de capitales”, se concluye claramente que la Argentina pasa de la versión oficial de ser “acreedora” a ser “deudora”, como antes del 2004, durante el 2004 y hasta este transitado 2011. Su deuda externa se acerca a los u$s 100 mil millones, sin considerar en este análisis su deuda interna.
¿Sabrá la señora presidenta cómo se calculan estas cosas o solo se circunscribe a elaborar sus discursos sobre la base de resúmenes falaces?
Nidia Osimani
Twitter: @nidiaosimani