Ante un exigente escenario fiscal y la crisis en Estados Unidos y Europa, la presidenta Cristina Kirchner se vio obligada a poner en práctica un conjunto de medidas que tendrán impacto directo sobre los ingresos de la población.
Control cambiario, recorte de subsidios a luz, gas y agua, apriete a bancos para que bajen las tasas, ajuste en Aerolíneas y otras medidas que se anunciarán en las próximas semanas forman parte del paquete de acciones antipáticas y de "real politik" quela jefa de Estado decidió aplicar respaldada por el reciente 54,1 por ciento de los votos.
Para sostener políticamente el "modelo", el Gobierno maquilló la inflación, dejó retrasar el dólar, disparó el gasto público, profundizó los impuestos distorsivos y destinó gruesas partidas para sostener proyectos deficitarios como Fútbol para Todos y Aerolíneas Argentinas.
La Presidenta tiene asesores contados con los dedos de una mano, que la están apoyando en esta hora difícil: uno es Rafael Follonier, un pampeano coordinador del área de Asuntos Técnicos de la Unidad Presidencia que le brindó sustento ideológico a Néstor Kirchner primero y a la jefa de Estado después.
Asesor de Hugo Chávez y ex guerrillero del ERP en los 70, Follonier adoctrinó a los Kirchner en la lógica de la confrontación permanente y la sorpresa constante hacia el "enemigo" político, una herramienta de la cual el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, puede dar testimonio vivo por padecerla a diario.
Algunas de las medidas tomadas en los últimos días tienen también coincidencia con los predicados de Guy Kawasaki, un gurú de las nuevas tecnologías y el marketing, muy escuchado por empresarios.
Recomienda Kawasaki, un teórico de las relaciones públicas, en su libro "El arte de encantar": "Las malas noticias hay que darlas cuanto antes, y con un abanico de soluciones. Si no eres parte de la solución, eres parte del problema".
Antes de asumir su segundo mandato, Cristina parece querer cumplir a rajatabla esa sugerencia, y por eso inició una avanzada para dar todas las malas noticias lo más rápido posible y presentar como positivas decisiones que provocarán un fuerte impacto en el bolsillo de la gente.
La casi prohibición para comprar dólares, la inminente desaparición de los subsidios a servicios públicos, la próxima eliminación de decenas de vuelos de Aerolíneas que no son rentables o imponerle a Macri la administración de los subtes son parte de ese giro esencial.
La Presidenta, que no habla de estos temas ya que deja que sean sus funcionarios los portadores de malas noticias, busca así despegarse políticamente de decisiones que, sin embargo, son inocultablemente compartidas.
Blanquear las inconsistencias y achicar el gasto público son las urgencias ante la desconfianza de los sectores que toman decisiones económicas, fugando los capitales.
José Calero
NA