Un nuevo caso de resentimiento extremo acaba de suceder contra un oficial de las Fuerzas Armadas llamado Marcelo Toulemonde, cuya mujer gritó “¡Larrabure!” en un acto de 2007. Se lo echa por no usar la estrategia medieval de “controlar a su mujer”. Paradójico para un gobierno que se autoproclama cómo progresista pero que considera que las esposas de los militares deben ser enclaustradas y decir “sí marido, eres mi amo”
Jamás habrá cierre posible de las heridas del pasado si se apela al odio y al resentimiento, y en tal caso eso puede retornar cómo un boomerang cuando cambie el color político. Y no hay aparato mediático que pueda detenerlo.
Pareciera confundirse, el enjuiciar a criminales vestidos de uniforme, con la destrucción masiva de las Fuerzas Armadas, llevada a niveles de pauperización inexplicables; mientras el Brasil de Lula compraba el mayor número de insumos militares de la historia de Latinoamérica y
Hasta los Institutos de Enseñanza Militares intentaron ser cerrados lo que, amén de bochornoso, pareció ser un acto de traición descabellada de la entonces ministra Nilda Garré contra decenas de sus propios ex compañeros de Organizaciones Armadas Guerrilleras de los 70 que egresaron de los Liceos Navales y Militares; a quienes en mi opinión, lisa y llanamente se los intento volver a borrar de la historia cerrando los lugares donde se formaron. Y hablo de nombres como: Envar el Kadri, Molina, Donda, etc.
En mi caso, soy liceísta, fervoroso seguidor del Padre Mugica, a quien conocí dando Catequesis Villera en
Juan Manuel Duarte
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