“Cristina, seguramente no se acuerda de mí. Mi nombre es María Victoria Déntice, tengo 25 años y soy cronista del diario Tiempo Argentino. Aguardaba su paso entre la gente, en la fábrica Ford la semana pasada.” Así comienza uno de los artículos más insólitos que ha publicado el multimedio de Sergio Szpolski en los últimos meses.
Una carta para Cristina Fernández, se titula la nota publicada en el día de ayer, donde se expone una carta a la Presidenta por parte de la joven María Victoria. Allí, la cronista cuenta haberse encontrado con ella (es curioso, pero es así) y le detalló un sueño donde se le apareció el propio Néstor Kirchner, aunque joven.
Sí, es raro. Una periodista logra ponerse en frente de la mismísima Cristina Fernández de Kirchner y en vez de prender grabador o sacar un anotador de bolsillo, le cuenta lo que soñó la noche anterior. Tal vez haya que adentrarse en el milagro para comprenderlo.
“Milagrosamente, pude acercarme y hablar con usted, contarle que soñé con Néstor la noche anterior, horas antes de verla sin saber, sin sospechar siquiera, que la vería. Tengo muchas ganas de contarle algunas cosas referidas a ese sueño. Cuando le conté que Néstor me habló, era Néstor, de unos 30 años, con las manos en los bolsillos, los hombros caídos hacia adelante. Al verlo quise saludarlo. En cambio, antes de poder hacerlo, él me abrazó”, sostiene la cronista de Tiempo Argentino y autora de un libro de poemas llamado “Los años vendados”.
“A mí me costó devolverle el abrazo por su gran altura”, aclara. “Entonces escuché su voz tan clara: ‘Tené fuerza’, me dijo, mientras seguía abrazándome.”
Luego pasa a ahondar: “Yo sólo lo había visto en el año 94, en la Convención Constituyente de Santa Fe. Entonces era muy chica. Luego lo olvidé. Después, como muchos otros, lo conocí por fotos.”
“No entendí ese sueño hasta mirar en sus ojos, Cristina, al tenerla en frente y tomarla fuerte de la mano y que usted responda a ese gesto tomándome de las manos también. ‘Ayer soñé con Néstor’, le dije con una seguridad que hasta me sorprendió a mí misma. Y usted me respondió con su voz quebrada: ‘Yo no puedo soñarlo, ¿sabés?’ Y agachó la mirada, con tristeza, ocultando sus ojos con lágrimas.”
Y luego, con un halo de misticismo que al parecer inundaba la fábrica Ford, la poeta y —por qué no— espiritista le comentó: “Tal vez, como usted no puede soñarlo, él se acerca a alguien más. Pero quédese tranquila que donde él está, está bien. Me dijo ‘fuerza’, pero sé que no me lo dijo a mí, que sólo entró por la rendija de mi sueño para decirle eso a usted, su compañera de toda la vida.”
Después la autora en la carta —y, por supuesto, del artículo de Tiempo Argentino— se pregunta: “No sé qué valor pueda tener un sueño. Yo, particularmente, creo que son formas en las que el alma de una persona vive, aun cuando ha muerto. Que el sueño es la manera en la que vivos y muertos pueden traspasar las barreras del tiempo y encontrarse.”
“Cristina, me atrevo a decirle mi sentir, la siento hoy como una gran madre para todos los argentinos. Hoy los jóvenes tenemos oportunidades que hace mucho no teníamos, lo que en otros países son lujos, como ir a una universidad sin pagar, acá son derechos”, comenta la joven María Victoria sin la posibilidad de que en su sueño se le aparezca por ejemplo Sarmiento o Roque Saenz Peña explicándole que la gratuidad de educación existía hace tiempo ya.
Finalmente, la periodista cierra con un pedido: “Cristina: la sensación que me dejó el sueño con Néstor, su abrazo, sus palabras cada vez que lo evoco es que ya no debería dolerse por él, porque desde el día que la dejó, no hizo más que seguir acompañándola.”
Por supuesto la repercusión de la carta llegó hasta Twitter. He aquí lo que se dijo: