Mientras el gobierno “nacional y popular” se ocupa de cuestiones tan importantes como recibir a Roger Waters, promocionar el Automovilismo Para Todos o anunciar que el próximo año volveremos a tener fecha en el exclusivo calendario de la Fórmula Uno, en
Pasan cosas en todos los ámbitos, de todos los colores y matices. Y como siempre, fiel al estilo K, aparece un tema y se polariza, se convierte en cuestión nacional, se convierte en algo de vida o muerte, como si esa idea que instala el kirchnerismo pasaría a ser, de pronto, lo que nos va a salvar para el resto de nuestras vidas o lo que nos va a terminar de hundir si no se hace lo que ellos, o ella, mejor dicho, dice.
Pasó con las retenciones, pasó con la Ley de Medios, pasó con Aerolíneas Argentinas, con Papel Prensa, con los hijos de Ernestina Noble, con el Fútbol Para Todos, con la estatización de las AFJP, con “Clarín miente” y muchas cosas más, y de pronto, apareció nuevamente en escena las Malvinas, y detrás de esto la devoción por el petróleo, por volver a recordarnos que los ingleses fueron, son y seguirán siendo mientras existan colonialistas e imperialistas, como si ese fuera —como todo lo anterior— nuestro único problema o la verdadera razón por la que no terminemos de ser un país desarrollado, donde los índices de pobreza crecen —a pesar de los planes sociales, que también crecen— y la brecha entre ricos y pobres es cada vez más ancha.
De pronto, el Gobierno enarbola las banderas de la minería, como si esa fuera la llave mágica que nos va a asegurar el bienestar de por vida y, cuando la histeria por la fuga de capitales y falta de inversión, que solo obedece a la falta de confianza en el gobierno, aparecen medidas más que ridículas, ideadas por un funcionario más ridículo aún que lleva a una misión comercial a Angola a personajes que parecen ser más integrantes de una barra brava de fútbol que empresarios serios, haciendo en el viaje un ridículo rito con globos con la inscripción “Clarín miente” para motivarlos.
A pesar de todo esto, en
Pero de inflación no se habla, y menos de los índices del INDEC que no cree absolutamente nadie, de la delincuencia y los mamarrachos que realiza
Tampoco hablan del hambre, y tampoco de Sergio Shocklender y la estafa perpetrada a expensas de la fundación de las Madres, como si esto ocurriría en otro país, en un país ajeno a ellos y se olvidan que dentro de pocos meses se cumplirán nueve años de gobierno kirchnerista.
Cada tanto sacan un nuevo tema para poner en el centro de discusión, como la reforma de la Carta Orgánica de Banco Central, mientras la educación y la salud siguen en franca decadencia.
En nueve años de gobierno K, las principales cuestiones de las que se debe ocupar el estado se deterioraron más que nunca, salud, educación, justicia, seguridad, y cuando además, los propios sindicalistas se enfrentan a un gobierno de su propio signo político.
Vuelven a instalar temas en la opinión pública, amplificados por la red de medios de difusión comprados por el gobierno, como la pelea con Macri por controlar los subtes.
Hablan, casi siempre en coro y perfecta concordancia, como si en nuestro país no existieran pobres, indigentes, gente durmiendo en las calles, o como si hubiera miles alumnos aplicados que salen de las escuelas peleándose por ver quién va a ser el abanderado. Hasta eso destruyeron. Históricamente, nuestro país sobresalió del resto de Latinoamérica y muchos países europeos por el nivel de excelencia de la educación en todos sus niveles. Hoy se les obliga a los profesores y maestros a no hacer repetir a los alumnos. Así como suena. Todos tienen que pasar de grado. Y ni hablar de las universidades, que se han convertido en verdaderas unidades básicas, donde tanto profesores como alumnos no pueden hacer la menor crítica al “modelo”.
Siguen estando fuera de foco y mientras se habla de cómo despenalizar las drogas, los chicos deben ir y venir del colegio por “corredores de seguridad” y nunca solos, pero estamos logrando algo de lo que ya habla casi todo el mundo, somos el primer exportador de droga a EEUU y Europa, y el segundo país en consumo.
Lo único que nos falta, es que en cualquier momento aparezcan las marionetas kirchneristas exhibiendo este nuevo logro progresista por los medios comprados por los K diciendo que esto se debe a la sustancial mejora del nivel adquisitivo de la ciudadanía.
¿Usted cree que no? No esté tan seguro, nada es imposible en la globósfera kirchnerista.
Pablo Dócimo