El fenómeno de los nuevos movimientos religiosos (NMR) se extiende a pesar de la alarma de la Iglesia Católica: sectas fundamentalistas bíblicas, iglesias electrónicas, ministerios evangélicos y grupúsculos fanatizados utilizando marketing directo; causan estragos a gran escala en el país. Aunque estos difieren en sus orígenes, carencias y prácticas, las unen características comunes: proselitismo salvaje, métodos de mercadotecnia, explotación económica, manipulación psíquica y emocional, ideologías fascistas y autoritarias.
Hay quienes creen que son solo charlatanes de feria, pero otros observadores aseguran en cambio que estos grupos son movimientos totalitarios con estructuras organizativas empresariales, que convierten a sus adeptos en “esclavos felices”, ya sea por el control mental o por el engaño del show.
Sacerdotes y obispos no dudan en calificar este fenómeno como “un desastre sin precedentes y un problema de proporciones dramáticas”.
Millones están hoy, dañados severamente en su psiquis por la injerencia de estos grupos en la vida privada, matrimonios y relaciones sociales. Desde las sectas más maniqueas y agresivas hasta los movimientos tipo espectáculo teatral, pasando por consejeros espirituales; todos intentan definir la vida y realidad de sus seguidores manipulando su economía.
El tendal de involucrados despedazados se cuenta por miles; denuncias gravísimas duermen en los juzgados; los damnificados no tienen herramientas legales para defenderse de ellos.
Terrorismo religioso y la demonización del otro
Tenemos, por un lado, las sectas tradicionales o clásicas como los Testigos de Jehová y los Mormones; también las multinacionales como la Iglesia Universal del Reino de Dios, una transnacional con ambiciones políticas continentales implicada en lavado de narcodólares, evasión fiscal, ejercicio ilegal de la medicina y relaciones con el cartel de Cali colombiano. La iglesia Pentecostal “Dios es amor” del misionero brasileño David Miranda es otro depredador de la credulidad de la gente.
Además, tenemos ministerios electrónicos clásicos como los de los pastores Héctor Aníbal Giménez o Juan Crudo, ambos ahora bastante devaluados. Pastores millonarios, mano de obra gratuita, negocios sucios, corrupción eclesiástica, son la punta del iceberg.
Algunos sociólogos aseguran que los NMR son la nueva forma de subversión que busca la dominación mundial por la imposición de ideologías foráneas; la única forma de neutralización sería la aplicación de leyes restrictivas aplicándoles cargos por asociación ilícita y modalidades delictivas disfrazadas de creencias.
Estas corrientes que se presentan como cristianas; producen en sus acólitos, alienación y no pocas veces vulneran sus libertades civiles. Adentro del guante de terciopelo se esconde la mano de hierro; liderazgos dominantes caen impiadosamente sobre mucha gente debilitada por problemas personales enormes; en el nombre de Jesús o el Espíritu se hace tanto lo mejor como lo peor.
Los testimonios son tragicómicos pero reales, nadie sale indemne psicológicamente de estos grupos.
Cultos de psicópatas con licencia para matar almas
Grupos pseudopentecostales híbridos de corte irracional y analfabeto se multiplican como virus; entre ellos la “Iglesia Nuestro Señor Jesucristo” del apóstol Daniel Gallo (ex barrabrava de Racing Club) en Fco. Alvarez, denunciado por apalear a sus 4 hijos menores de edad, estafas reiteradas, reducción a servidumbre y amenazas de muerte a este periodista.
O El Altar de Eduardo Cabrera en Ituzaingó, denunciado en la UFI 7 de Morón en 2010 por lavado de cerebro a menores.
Hay miles de grupos así en cada distrito, con estructura teocrática y la determinación de explotar a fondo a sus seguidores.
La consejería rentable: los tóxicos Stamateas
Muchas iglesias evangélicas y ministerios independientes, luego de su fracaso en encarnar el evangelio, encontraron variantes más rentables camuflándose como coachings cristianos o consejeros espirituales o psicólogos cristianos (¡!). Tal es el caso del pastor Bernardo Stamateas y su mujer Alejandra.
El psicólogo Stamateas es uno de los más exitosos escritores actuales; halló una suculenta veta comercial al disfrazar su fundamentalismo como coaching de moda para el consumo masivo.
Dentro de su bien cuidada imagen casi New Age junto a su esposa Alejandra, traen la obsoleta teología evangélica plagada de prejuicios. Stamateas dirige un culto llamado “Presencia de Dios” en la calle Beauchef y José Bonifacio de esta Capital del barrio de Caballito. Su mensaje superficial, carente de profundidad intelectual atrasa.
Lillian Glass lo acusa de ser su plagiador. En Estados Unidos, ella es una reconocida autora de libros de autoayuda y experta en Comunicación y Lenguaje. El pasado 5 de diciembre, recibió en su oficina de Beverly Hills, California ”Gente tóxica”, el best seller de autoayuda del pastor evangélico Stamateas, publicado en mayo de 2008. El título le llamó la atención ya que, en 1995, ella había publicado su libro Toxic people (en la Argentina se editó en 1997 como Relaciones tóxicas).
Al leerlo, notó el asombroso parecido que había entre ambos: “Prácticamente todos los conceptos que yo presento en mi libro, Toxic people están presentes en el suyo. Stamateas definitivamente ha violado los derechos de autor. Además, creó una confusión en el mercado con el término ‘toxic people’, que tengo registrado y uso en mis prácticas profesionales desde hace casi veinte años”.
Vale aclarar que el libro de Glass no se encuentra en la bibliografía consultada de Gente tóxica, de Stamateas. En ambos libros se tipifican personalidades conflictivas —las llamadas “tóxicas”— y se recomiendan diversas técnicas para poder relacionarse con estas personas. Si bien el autor argentino presenta 13 tipos de esta “gente tóxica” y la norteamericana treinta, las similitudes entre ellas saltan a la vista.
“Stamateas menciona todas mi calificaciones de tipos de gente tóxica: cómo tratar con chismosos, manipuladores, controladores, jefes tóxicos. Lo que hace, en algunos casos, es combinar algunas tipologías mías en una sola suya”, explica Glass.
Libertinaje de cultos y ocaso del cristianismo tradicional
Los NMR, como los cazadores profesionales matan cuando han calibrado la víctima; estos nuevos talibanes son auténticos terroristas de almas; la Secretaría de Cultos otorga ficheros a cualquiera.
La Iglesia Católica no puede denunciarlos jaqueada por las denuncias contra sus sacerdotes pedófilos y los Consejos Pastorales evangélicos son cómplices por omisión.
Multitudes se unen a algunas de estas corrientes buscando soluciones, optando por el camino mágico, siguiendo a nuevos taumaturgos, venerados como profetas del tiempo final o a dirigentes de corporaciones sectarias.
El periodismo independiente tiene el desafío de proteger las libertades individuales y denunciar a grupos que actúan como lobos de hombre: no hay peor diablo que el que reza”.