Ayer 9 de mayo de 2012 se cumplieron 20 años de que, después de un conflicto gremial en la Dirección General de Rentas de la Provincia de Salta, y siendo representante gremial legal, el gobierno del entonces Capitán de Navío, Roberto Augusto Ulloa y Ricardo Gómez Diez, me despidieran aduciendo, entre otras aberraciones administrativas y jurídicas, que en la provincia de Salta no tenía vigencia la actual Ley de Asociaciones Sindicales.

Así, los Gobiernos de Juan Carlos Romero y Walter Wayar, en los tres periodos, donde solamente se hizo lugar a la reincorporación después de 12 años, y ahora de Juan Manuel Urtubey, que actualmente en connivencia con jueces responsables del delito de prevaricato, de la Corte de Justicia de Salta, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, entre otros, siguen negando y mofándose del derecho interno e internacional y violan sistemática e impunemente el Estado de Derecho. Literal y premeditadamente violando la libertad sindical, los derechos civiles y derechos humanos.

Cargándose con muertes, enfermedades, pauperización y desintegración de familias de compañeros. Además de la humillación referidos a derechos laborales actuales en general. Así, y dado el transcurso del tiempo, lamentablemente ya no sigo luchando con las mismas fuerzas y autoestima en contra de esta cultura del oprobio; sino sustancialmente multiplicadas y rejuvenecido con nuevas fuerzas como las águilas, según los cap. 40: 31 y 41: 10 de Isaías. En rigor, simplemente se me ocurre recordar con una sencilla parábola, con pequeñas modificaciones de mi parte, enviada por un amigo: Hugo F. Morato.

La rana sorda

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.  

Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas. 

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. 

Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. 

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió. 

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía sentido seguir luchando. 

Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. 

Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos". 

La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.  

Moraleja:

1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo y finalizar el día. 

2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que lo acabe por destruir. 

Una referencia relacionada: se dice que en los Estados Unidos de Norteamérica, en la NASA, hay un póster muy lindo de una abeja, el cual dice que "aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar; lo bueno es que la abeja no lo sabe".   

¿Qué te parece si hacemos oídos sordos a las cosas negativas y comenzamos a animarnos todos para que este año sea mucho mejor para todos...?  

Si te parece bien, no te resignes a la indignidad, animémonos juntos, nadie te va a felicitar, al contrario procurarán desanimarte de todas formas y de todas partes como siempre o apropiarte de la mentalidad de resignación, del no se puede; pero la satisfacción propia de hacer algo por los demás (ver Tesalonicenses 3: 13 y Gálatas 6: 10), además de por uno mismo, bíblicamente es la mejor recompensa. Particularmente entiendo que, si no se es capaz de defenderse a uno mismo, menos se defenderá un tercero. Dios los bendiga.

Miguel Rojo
 D.N.I. Nº 10.856.490
 miguelhrojo_2006@yahoo.com.ar