La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) emitió nueva disposición referida al Régimen Simplificado para pequeños contribuyentes.
La mencionada norma, conforme reza la versión oficial emanada de AFIP, procura “combatir el enanismo fiscal”, recategorizando o excluyendo de oficio del Monotributo, a quienes incurran en gastos o inversiones por encima del máximo establecido para la categoría en la cual revistan.
En efecto, los monotributistas que “adquieran bienes o realicen gastos, de índole personal, por un importe igual o superior al monto de los ingresos brutos anuales máximos admitidos para la categoría en la cual estén encuadrados”, y/o “registren depósitos bancarios, debidamente depurados, por un importe igual o superior al monto de los ingresos brutos anuales máximos admitidos para la categoría en la cual estén encuadrados”, serán reencasillados o dados de baja del mencionado régimen.
Sin embargo, la reglamentación también contempla la posibilidad de que la persona excluida pueda efectuar el oportuno descargo, acompañando al mismo la documentación probatoria que considere relevante para dejar en evidencia que las erogaciones en las que incurre son compatibles con ahorros o ingresos extraordinarios obtenidos en ejercicios anteriores, o que los fondos que ésta administra, pertenecen a terceros en nombre de los cuales dispone.
Si bien la decisión del máximo ente recaudador local era absolutamente previsible por diversas razones, no deja de sorprender la permanente laxitud de controles en torno a ciertos monotributistas, para quienes todo parece estar permitido sin necesidad de justificar nada, fundamentalmente, si operan a nombre de terceros que, casualmente, siempre resultan ser funcionarios estrechamente vinculados al oficialismo.
Asimismo, cabe señalar que ésta nueva disposición en materia fiscal, es perfectamente asimilable al universo de parches temporales en los que suelen incurrir todos los gobiernos de turno a lo largo de la historia, empujados por la urgencia de caja como producto de sus desadministraciones. No es nada más que otro “cambiar algo para que nada cambie”, pese a la urgentísima reforma tributaria que el país necesita si el modelo fuera realmente, de inclusión social, sustitución de importaciones y redistribución de la riqueza.
Sin reforma tributaria real no existen ni la equidad ni la justicia social. Ya sería hora de empezar a tomar conciencia de ello y dejar de mentirnos de una vez por todas.
Nidia Osimani
Twitter: @nidiaosimani