Si alguna virtud se le debería pedir a una política económica es la de generar un flujo de inversiones creciente que mejore la productividad de la economía, cree más puestos de trabajo y, en consecuencia, mejore el salario real.
Más allá del discurso oficial sobre las supuestas bondades del modelo de inclusión social, la realidad es que en los últimos días se han conocido dos datos que muestran que efectivamente Argentina está fuera del mundo en materia económica y que la inclusión social vía el trabajo ya está en niveles similares al peor momento de la crisis del 2002.
Como primer dato a tener en cuenta, la CEPAL acaba de informar el monto de la Inversión Extranjera Directa (IED) en América Latina y el Caribe durante 2011. De los U$S 153.000 millones que recibió la región, solo el 4,7% tuvo como destino la Argentina. Quedamos en sexto lugar luego de Brasil, México, Chile, Colombia y Perú.
Si se compara la IED de 2011 con la de 2010 para toda la región, el aumento fue de U$S 36.363 millones. De esa cifra que se incrementó la IED en América Latina y el Caribe, Argentina consiguió solo U$S 188 millones. Es decir, del aumento de la IED entre 2011 y 2010 captamos solamente el 0,5% del incremento.
Estos datos muestran que, por más que el gobierno se esmere en presentar el modelo como un éxito, la realidad es que a la hora de invertir, los capitales prefirieron ir a otros países como Brasil, Chile, México, en tanto que Argentina prácticamente fue ignorada.
Hay dos datos que son indiscutibles, no solo los capitales se fugan de Argentina, por eso las restricciones a las compras de divisas, sino que, además, nadie parece querer venir a un país en el cual las reglas de juego son imprevisibles y el derecho de propiedad está constantemente amenazado por un fuerte populismo.
Pero el otro dato que realmente muestra un claro fracaso del modelo a la hora de generar inclusión social es la evolución de la demanda laboral. De acuerdo al Índice de Demanda Laboral que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, la demanda laboral en Capital Federal y el Gran Buenos Aires cayó el 6,8% en abril respecto a marzo y acumula una caída del 35,8% con relación a abril del año pasado.
Pero lo más preocupante es que el nivel de demanda laboral está un 10,6% por debajo del promedio de demanda laboral del 2002. Puesto en otros términos, hoy la demanda laboral es menor a la que había en 2002 cuando se produjo una de la crisis económicas más violentas en décadas. Y, como dato adicional, la demanda laboral está solamente un 3% por encima del mínimo de toda la serie histórica que fue en abril del 2002. Es más, la demanda laboral está por debajo del peor momento del 2001. Estos datos de demanda de trabajo muestran que el modelo ha fracasado en generar la tan mentada inclusión social, ya que si la demanda de trabajo está por debajo del promedio del 2002, es estrepitoso el fracaso a la hora de generar inclusión social creando puestos de trabajo. Tener una demanda laboral menor al promedio del 2002 no es, justamente, lo que uno puede llamar un modelo exitoso.
Si los argentinos quieren fugar sus capitales por miedo al débil derecho de propiedad y a la incertidumbre reinante. Si además estamos fuera del mundo en materia de inversiones como lo muestran los datos de la CEPAL y si la demanda laboral ya está igual que en el peor momento del país en el 2002 y, encima, la inflación derrite los ingresos reales, hay que hacer un gran esfuerzo de imaginación para afirmar que el modelo ha sido exitoso.
Roberto Cachanosky
Economía para Todos