“Enciendan
los candiles,
que los brujos piensan en volver,
a nublarnos el camino”.
(Alicia en el país de las maravillas, Serú Girán)
“Noticias: ¿Usted
dice que hay fuerzas de choque en la Iglesia?
(León)
Ferrari: No
sé si hablar de fuerzas de choque orgánicas, la verdad es que no me consta,
pero que las hay, las hay. Esto no es nuevo en la Argentina. Son fanáticos.
Las personas que irrumpieron y perturbaron la muestra gritaban ¡Viva Cristo
Rey! como consigna , y fueron los mismos que atacaron mi anterior exposición
referida al Infierno. Ejercen lo que la Iglesia enseña o desliza en sus
escuelas y es concordante con su línea de pensamiento: la no aceptación de
lo distinto a su doctrina y a su visión integrista del mundo. La Iglesia no
enseña pedirle al gobierno que prohíba mi obra. Su método es utilizar a
estos grupos para crear inseguridad, desmanes y caos, con el objetivo de
presionar para obtener el cierre de la muestra. Es decir, obtener censura.
Claro, lo hacen con el objeto de evitar daños mayores. No olvidemos que la
Iglesia apoyó abiertamente a la dictadura, tuvo más de 200 capellanes en los
centros de tortura y detención y fue cómplice de miles de desapariciones.
Esa es la flagrante contradicción del catequismo oficial, que por un lado
adhiere a la defensa de los derechos humanos y por el otro anuncia la tortura
en sus escrituras. Esa contradicción que llevó a la institución a apoyar
–en incluso cometer- atrocidades a lo largo de la historia. En sus raíces,
la religión es violenta e intolerante.”
(Noticias,
11/12/04)
“Aún son pocos, por eso no forman una legión, pero se están armando rápidamente.
Descontentos
con la jerarquía eclesiástica a la que no consideran prudente sino cobarde y
cómplice,
salen a las calles a manifestar contra quienes manifiestan contra ellos.
Guerra de guerrillas urbana, por ahora, e in crescendo...
Es
cierto que muchos obispos se encuentran
amordazados por presiones económicas —llamativamente los
maestros de las escuelas confesionales y sus sindicatos se llamaron a
silencio...— y algunos por simpatías políticas lo que se hace evidente por
la profusión de operaciones internas entre prelados para demorar el acceso
del Cardenal Bergoglio a la cabeza de la Conferencia Episcopal Argentina, donde
se pretende imponer nuevamente a otro hombre de transición que no moleste
demasiado al poder político.
Porque no es cierto lo que se dice desde la misma Comisión
Episcopal de la Pastoral Social ni desde sus círculos cercanos sobre lo
exiguo del aporte del Estado a la Iglesia. Si
bien los números son pequeños desde el presupuesto oficial no lo son en las
afectaciones por subsidios o aportes extraordinarios.
De allí la lucha de muchos prelados por imponer definitivamente el
Plan Compartir u otro similar con previa
catequesis que persuada a los católicos de la necesidad y obligación de
sostener su culto y así lograr independencia real. Contrario,
deberán enfrentarse a su propia tropa que cada vez se revuelve más incómoda
y dar demasiadas explicaciones.
Tropa —fieles— que se debate entre la cohorte
de Dios y el progresismo neo izquierdista y que termina refugiándose
en sus propias contradicciones y facciones, enfrentando cada vez más a la
iglesia institucional.”
(Política
y Desarrollo)
León Ferrari no se equivoca,
luego de constatar lo mencionado arriba, que se está asistiendo a un
recrudecimiento de la violencia sectaria. Aquella que se creía superada,
agazapada desde mediados de los 80 cuando satanizaban al alfonsinato
sindicalizándolo de ateo y
pornógrafo, y de conformar la sinagoga
radical. Como muestra, cabe recordar la cruzada liderada por el
ultramontano obispo de Luján, Emilio Ogneñovich (luego amigote
de Carlos Menem), quien en 1985 se atrevió a sacar a la imagen de
Nuestra Señora de Luján para que presidir una marcha contra el divorcio y el
aborto.
Absolutamente
opuestos a la enseñanza abierta a la tolerancia de Jesús el nazareno, los
ultramontanos añoran los dorados días del Proceso donde reinaba la paz de
los sepulcros, salpicados de tumbas NN, y salen a pegarle a todo aquello que
no es digno de su paladar integrista.
Juan
Carlos Sánchez, profesor del Instituto
Joaquín V. González, fue testigo directo del accionar de estas
bandas: “Los ecos provocados por la
muestra del artista plástico León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, en
la Ciudad de Buenos Aires, han vuelto a repetirse en la conferencia que
brindara la Dra. Rebecca Gomperts, invitada por Autodeterminación y
Libertada, sobre el aborto y sus causales como también sobre la actividad de
su ONG Mujeres sobre las Olas, la cual pretende avanzar hacia una educación
sexual y hacia prácticas médicas que le permitan disponer de su propio
cuerpo a aquella mujer ante un embarazo no deseado o forzado.
Ayer,
al igual que el 8 de diciembre, volvieron a repetirse las escenas, tal vez con
una violencia inusitada, del accionar de la ultraderecha católica a manos del
PPR (Partido Popular de la Reconstrucción), brazo político de los Seineldín,
y de numerosos antiabortistas; en su gran mayoría, mujeres, que trataron de
impedir un debate serio sobre la problemática del aborto mediante la
obstrucción del acceso a la Sala C del mencionado Centro Cultural, con el fin
de impedir el ingreso a quienes simplemente pretendían conocer, de primera
mano, las ideas rectoras de la posición abortista.
Empujones, zamarreos y otros menesteres fueron provocados
por 20 o 30 personas, y acompañados por casi 100 personas en el hall de dicha
sala, que se dedicaron a protestar con el fin de provocar el fracaso
estrepitoso de esta conferencia destinada a instalar las problemáticas
derivadas del aborto en la agenda pública y para conocimiento de todos
aquellos ciudadan@s comprometid@s
con los derechos de género.
Pese a los numerosos rosarios, y gracias a la oportuna
barrera interpuesta por la policía, pudo desarrollarse esta actividad
informativa y académica que permitió conocer las consecuencias indeseables
del aborto clandestino y del derecho de la mujer a decidir sobre su propio
cuerpo.
Como testigo de estos hechos, que incluyeron la cobertura
mediática de los incidentes más que del contenido de dicha actividad
académica, no puedo dejar de señalar que la intolerancia ha vuelto para
hacerse notar.
No es novedad que los sectores católicos y de la
ultraderecha argentina vienen incrementando su actividad en los últimos
meses. Desde Blumberg a la actualidad, siguen arrogándose el derecho a
decidir sobre que se puede decir o hacer cuando han sido los grandes cómplices
de la dictadura militar de 1976 y su política económica y social que
continúa, hoy día, de la mano del Presidente Kirchner.
También siguen pregonando la mano dura y el endurecimiento
de las leyes penales, con el fin indubitado de criminalizar la pobreza mediante
la represión indiscriminada y solapada que, como sabemos, ha provocado
el encarcelamiento de numerosos luchadores sociales y, hace pocos días, hasta
ha provocado un aborto en Santa Cruz, en forma paradójica.
Sin embargo, cabe hacer una reflexión sobre este tipo de
reacciones que indican una inmadurez significativa en un sector de la sociedad
argentina que todavía no entendió, ni va a entender según parece, lo que
significa vivir en democracia aunque ella sea formal.
Bien sabemos que la intolerancia reside en nuestra
sociedad, desde hace mucho tiempo, ocasionando innumerables males que
repercuten en el diario vivir de los argentinos, sobre todo de aquellos como
las personas con discapacidad, los pueblos originarios y los inmigrantes
latinoamericanos que pueblan nuestras tierras.
Este mal anula toda posibilidad de debate sobre aquellas
cuestiones inherentes a lo económico y social, provocando la perpetuación de
aquellas problemáticas acuciantes que necesitan imperiosamente de una solución
basada en políticas de Estado y plasmadas en una
legislación acorde con los tiempos actuales.
Parece mentira que todavía
nuestra sociedad siga sosteniendo este tipo de conductas en pleno siglo
XXI, pero solamente nuestra participación como ciudadanos mediante el repudio
de este tipo de actos y la realización de actividades destinadas a la búsqueda
de soluciones de dichas problemáticas, al igual que el establecimiento de
bases sólidas para el debate, basadas en la tolerancia hacia las ideas
ajenas, podrá ponerles coto y así, podremos solucionar muchos males
argentinos tales como la pobreza, el desempleo, la desnutrición infantil, la
discapacidad creciente y el aborto clandestino..”.
Integrismo del siglo XXI
“Restaurar todo en Cristo”, era
el lema de los ultramontanos durante el siglo XVII. Heredado del cristianismo
militarista y agresivo de las Cruzadas, se enfrentó ardorosamente contra su más
mortal enemigo:“el desarrollo del
intelecto humano. Finalizada la Edad Media y el oscurantismo, inventada la
imprenta, decenas de pensadores insignes y combativos emergían sucesivamente
ante la inquietud de papas y obispos”, consigna Sergio Ruiz Núñez
en La cara oculta de la Iglesia (La
Urraca, 1990).
En
nuestros días, esta pretensión de elaborar un fundamentalismo análogo al
islámico, donde las minorías sexuales y el librepensamiento sean enviados
sin más a la hoguera, peligrosamente ha adquirido una inusitada virulencia.
Por eso, es erróneo considerar los sucesos aludidos arriba como aislados o
producto de la ubicua casualidad permanente.
Es
muy interesante soslayar que estos sectores, en su momento defensores a
ultranza de la dictadura militar, se sientan agredidos y más aún, insertados
en una persecución anticlerical que sólo existe en su mente afiebrada.
En
1985, el recientemente extinto cardenal Juan Carlos Aramburu, habitual
interlocutor de Jorge Rafael Videla, mandó prohibir y secuestrar al libro de
catequesis Hoja de Ruta 5, elaborado
por la Editorial Salesiana. Uno de sus párrafos decía lo siguiente: “A
la oscuridad no se la espanta con un palo, sino que se enciende una vela”.
Encendamos
muchas, pues.
Fernando Paolella