En la actual coyuntura, si comparamos la gestión
menemista con la kirchnerista, la pregunta resulta obligada para comprender
un poco más la realidad política, económica y social de la Argentina.
Más aún, cuando no se han modificado las bases
fundamentales de la política económica y social establecidas en los `90 y
los estilos de estos dos personajes políticos son casi similares, aunque
con ciertos rasgos que distinguen a cada uno de ellos.
Sin embargo, podemos esbozar algunas diferencias
sustanciales que nos permitirán hacer ciertas distinciones aunque
ellas puedan mimetizarse, con suma facilidad, al momento del análisis.
Aunque ambos sostienen el ideario neoliberal,
encontramos diferentes formas de construcción política con respecto a la
faz agonal, lo cual ha marcado diferentes estilos para el ejercicio del
poder.
Debemos reconocer que la rata hizo gala de su
enorme cintura durante todo su largo mandato, lo cual le permitió tener en
caja a los militares, a los sindicalistas, a la oposición y a la Iglesia en
el marco de una firme ejecutoriedad de sus decisiones mediante el dictado de
decretos de necesidad y urgencia mientras que el pingüino, tal vez con otro
estilo, suele delegarlo en sus colaboradores inmediatos y reservándose la
última palabra, aunque es dable reconocer que también ha abusado del
dictado de dichos decretos.
En efecto, el continuador del Proceso, en materia
económica y social, siempre estuvo omnipresente y muchas veces, en rigor de
verdad, solía tener las riendas de la gestión en sus propias manos, lo
cual repercutía en la resolución de las problemáticas en forma
considerable porque pretendía ser el centro de la escena política, salvo
el "matrimonio" con Domingo Cavallo. En tanto, el actual
Presidente delegó, y delega, numerosas cuestiones en sus colaboradores con
el fin de reservarse para las ocasiones que cree conveniente y
resguardarse ante las eventuales dificultades, como ocurrió con el caso de
la médica disidente Hilda Molina.
Con respecto a las relaciones con el Congreso,
tienen sustanciales diferencias pues la gestión menemista tuvo la dosis
suficiente de oportunidad para aceitar los mecanismos legislativos mediante
una adecuada interrelación entre el Presidente y los legisladores que
respondían a su llamado, lo cual es realizado en forma intermitente en la
actual gestión pues Kirchner todavía no se ha reunido con la totalidad de
los diputados y senadores que le responden, ya sea por afinidad política o
por estructura partidaria.
Sin embargo, la gran diferencia estriba en la
comunicación con la militancia y con la ciudadanía. Mientras el Emperador
Carlos Iº de Anillaco prefería las convocatorias multitudinarias en
contadas ocasiones, el actual mandatario aprovecha todas las ocasiones
posibles para buscar el acercamiento con los militantes y los ciudadanos, aún
a riesgo de su propia seguridad personal.
Por otro lado, resulta interesante analizar lo
discursivo y su relación con la praxis política. He aquí que podemos
encontrar lo medular, lo verdaderamente importante en la comparación para
poder responder a nuestro interrogante.
Si bien ambos políticos son partidarios del doble
discurso, con el deliberado fin de confundir a quienes tratan de oponerse y
de buscar adhesiones que les permita sustentarse en el poder, las
diferencias son abismales aunque ellas lleguen al mismo fín: el sustento
del orden fundado por la dictadura militar de 1976.
Menem abusó de la falacia del Primer Mundo,
gracias a un primer mandato durante el cual el medio pelo argentino creyó
que estaba en el paraíso terrenal, mientras se advertían las consecuencias
de una política económica que destruía el aparato productivo nacional y
que engendraba el actual desempleo estructural, junto con las
privatizaciones de empresas de servicios públicos. Dicha falacia permitió,
de algún modo, su reelección mediante un voto cautivo: el llamado voto
cuota.
En tanto, el actual Presidente izó la bandera de
los Derechos Humanos para diferenciarse de la rata pero resultó ser otra
falacia, más allá de la reparación histórica que significó el
desmantelamiento de la ESMA y su conversión en el Museo de la Memoria. Sin
embargo, resulta interesante advertir que ello generó una importante adhesión
a su gestión aunque, a simple vista, es claro que su verdadero compromiso
está con la perpetuación del esquema neoliberal.
Ahora bien, ¿ podemos responder al interrogante ?.
Sin dudas, a pesar de las diferencias que hemos mencionado, podemos concluir
en que sí, en que Kirchner es igual a Menem en cuanto al sostén del modelo
económico y social impuesto por los Dueños de la Argentina y con respecto
a la utilización del método del doble discurso para lograr sus fines políticos.
Es igual porque, mediante una estrategia demagógica,
ha logrado vender espejitos de colores al igual que el riojano, a pesar de
las cifras pavorosas que desnudan la realidad argentina, sin que se despeine
por un ratito...
Es igual porque, bajo la apariencia de ser derecho
y humano, viene convalidando la represión subrepticia, como en Caleta
Olivia, y sigue dividiendo, con sus manejos maquiavélicos aunque delegados
en los Fernández, al campo popular aprovechando la atomización de la
oposición.
Es igual porque, mientras declama las asimetrías
entre Estados periféricos y centrales en la Conferencia del Cambio
Climático, permite que sus legisladores afines y aliados convaliden la
futura entrada de material nuclear a nuestro país con la aprobación del
convenio con Australia.
Es igual porque, a pesar de las diatribas contra el
FMI y el BM, sigue pagando puntualmente la deuda externa mientras más del
50 % de la población argentina se debate entre la pobreza y la indigencia,
la mortalidad infantil y la discapacidad crece a pasos agigantados, el
gatillo fácil y los escuadrones de la muerte se reproducen en forma geométrica
al igual que las asimetrías regionales.
En suma, es igual porque ha elegido girar a la
derecha, ha elegido seguir el mandato establecido por "los mismos de
siempre", de la mano de Blumberg y sus acólitos, Ruckauf y Casasnovas;
de una Iglesia, que prefiere demonizar la verdad antes que reconocer sus
errores y de colaboradores que han estado ligados al menemismo, como Martín
Redrado y Alberto Fernández.
Por todo esto, y si le quedaban dudas, KIRCHNER ES
IGUAL A MENEM.