En su disertación de ayer en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, la presidente Cristina Fernández se refirió a una propuesta que el Reino Unido le realizó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1974, sobre la posibilidad de implantar un condominio de administración binacional en las Islas Malvinas. Sin lugar a dudas, este antecedente evidencia un reconocimiento británico a la soberanía argentina sobre el archipiélago.
En septiembre del año pasado, cuando la mandataria amenazó a Londres con suspender vuelos a Malvinas que pasaban por territorio argentino —política que la propia mandataria luego desestimó, cuando les ofreció sin éxito a los kelpers que tres vuelos semanales partan desde Buenos Aires a las islas—, el diario Ámbito Financiero deslizó que en los círculos diplomáticos argentinos había reflotado la idea del “condominio”.
Para explicar de qué se trataba, el matutino hizo referencia a una exposición del ex embajador en Londres, Carlos Ortíz de Rozas —tataranieto de Juan Manuel de Rosas—, en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, en el año 2006. Allí, el diplomático describió la importancia de un acuerdo previo entre el Reino Unido y la Argentina, suscripto en julio de 1971, llamado “Acuerdo para las comunicaciones”.
Según narra Ámbito, por medio de dicho acuerdo se lograron importantes avances en la relación argentina con las islas, a tal punto de que YPF se instaló en ellas para abastecer combustible, la Fuerza Aérea argentina construyó pistas de aterrizaje, se brindó asistencia médica a los isleños en el Hospital Británico bonaerense, entre muchas otras cosas.
El visto bueno de Perón
Sin dudas, los avances antes descriptos, sumados al esfuerzo diplomático argentino en Naciones Unidas —que en 1973 consiguió que en Asamblea General se reconozca al tema de las islas como una problemática de descolonización—, configuraron un clima apto para que, en julio de 1974, Gran Bretaña le presentara al entonces canciller argentino, Alberto Vinges, la propuesta de un condominio para administrar las islas. Básicamente, los puntos principales eran: ambas banderas flameando a la par; la instauración del inglés y el español como idiomas oficiales; doble nacionalidad para los nativos; emisión de un documento especial para los isleños por parte de los condóminos y la designación alternada del Gobernador por parte de la corona británica y la presidencia argentina.
Si bien la idea no prosperó, ya que Perón moriría poco tiempo después de la propuesta, el entonces presidente le había dado luz verde a la operación, diciéndole a su canciller: “Es muy conveniente. Hay que aceptarla. Una vez que pongamos un pie en las Malvinas, no nos saca nadie y tiempo después tendremos la soberanía completa”. Según Ámbito Financiero, esto se lo confesó el propio canciller Vinges a Ortíz de Rozas.
La muerte de Perón —y los problemas internos de la Argentina—, echaron para atrás la propuesta británica. “Con el transcurso de tiempo y la accesión del laborismo al Gobierno (británico), se fue desvaneciendo la idea de condominio”, relata Ámbito.
Hoy, aquella propuesta parece muy lejana, casi imposible de presentarse en estos tiempos. La relación bilateral con Gran Bretaña, que en los últimos tiempos estuvo signada por duelos verbales entre los gobiernos de turno, está absolutamente estancada con respecto a Malvinas. Destrabar esta cuestión, que por el momento no incomoda ni a Buenos Aires ni a Londres, será vital para avanzar en una solución al conflicto.
Ernesto Vera
Tiwtter: @ernvera