A raíz de la tragedia de Once, el kirchnerismo vuelve a tropezar con la misma piedra. Al igual que en diciembre de 2004 —cuando Néstor Kirchner se desentendió de la tragedia de Cromañón para privilegiar su alianza política con el entonces jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra— hoy su viuda, la presidenta Cristina Fernández, comete el mismo error.
Han pasado cinco días de los trágicos sucesos ocurridos en la Estación Ferroviaria de Once y todavía la mandataria sigue oculta tras el velo de la incertidumbre. Como jefa de Estado, cuanto menos, debería haber esgrimido un puñado de palabras al respecto, un mensaje de condolencia, una señal de sensibilización para con las víctimas, en definitiva, una mínima participación simbólica en este luto colectivo.
Políticamente, falló en ese detalle. Prescindió de una sutileza que era necesaria en un momento de angustia y congoja nacional. Aquí no cabe el “mejor tarde que nunca”, porque, a veces, ya es demasiado tarde. Sobretodocuando ha quedado expuesta una actitud que, lamentablemente, se puede considerar “reincidente”.
Le lección de Cromañón
El periodista Ernesto Tenembaum, en su libro “¿Qué les pasó?”, describe con sapiencia la reacción del kirchnerismo en aquellos duros días post Cromañón: “El matrimonio Kirchner había ido a descansar a la bellísima localidad de El Calafate. Era año nuevo, venían de meses muy intensos, era lógico que quisieran celebrar en familia. No alteraron sus planes.”
Continúa Tenembaum: “Durante siete largos días, el dolor se había apoderado del país. Los líderes de ese país eran Néstor y Cristina Kirchner. No sólo no volvieron del sur, no sólo no se acercaron al lugar de la tragedia, no sólo no recibieron a los familiares. No dijeron una sola palabra, no exhibieron una sola señal de que la tragedia también los enlutara a ellos.”
Más allá de las implicancias políticas directas que tiene el Gobierno con respecto a Once, las similitudes en las actitudes adoptadas para con su pueblo son sorprendentes.
Con respecto al accionar de Cristina, en aquellos días Primera Dama y senadora, Tenembaum no se ahorra palabras: “Nunca aceptó siquiera recibir a las madres de Cromañón. Varias veces intentaron entrevistarla en el Senado: una secretaria las frenaba en la planta baja. Una vez más, como en otras épocas, poderosos dirigentes se negaban a recibir madres de chicos muertos”. Por su parte, según el autor, Néstor sólo atinó a fustigar contra la prensa “amarilla” que lo juzgó por su poco tacto político. ¿Veremos una actitud similar en estos días?
Cristina hará su primera aparición pública desde que ocurrió la tragedia este lunes a las 18 horas, cuando presida en Santa Fe el acto por el Bicentenario de la Bandera, junto al gobernador por el Frente Amplio Progresista, Antonio Bonfati y la intendenta de Rosario, Mónica Fein, entre otras autoridades. Habrá que esperar a ver si la mandataria se sale un poco del protocolo y esboza algunas líneas en referencia a los trágicos sucesos de Once.
Sin embargo, a esta altura de los hechos, cualquier palabra al respecto sería pálida. El pronunciamiento de la Jefa de Estado debería haber sido inmediato. La sociedad, en un momento de extremo dolor y confusión, así lo esperaba. Un mínimo gesto de acompañamiento de la máxima autoridad del país, no las inconducentes declaraciones del secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi.
Utilizar minutos de un acto que nada tiene que ver con el tema, denotaría la importancia secundaria que se le confiere. En este sentido, al Gobierno sólo le queda responder con acciones políticas concretas, que demuestren un cambio de actitud a la mostrada en estos días, donde está prevaleciendo el cobijamiento a funcionarios con cierto grado de responsabilidad en los hechos y la intención de quitarle cualquier trasfondo político a la tragedia.
Ernesto Vera
Twitter: @ernvera