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Pingüino al limón

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UN PREMIO A LA MEDIDA DE KIRCHNER
UN PREMIO A LA MEDIDA DE KIRCHNER

En memoria de los pibes de Floresta, asesinados el 29 de diciembre de 2001.

 

   Aunque se lo dieron el martes 28 de diciembre, en el que los católicos conmemoran el Día de los Santos Inocentes, no se trató de una habitual joda de esa jornada. Según consta la información, vertida por Urgente 24 “Néstor Kirchner y su vocero, Miguel Núñez, fueron “galardonados” con el premio Limón, que todos los años otorgan los periodistas acreditados en la Casa Rosada. Esta suerte de “antipremio” a los funcionarios que con sus actitudes entorpecen la importante tarea de informar, tiene como contrapartida, el Naranja, que premia a los funcionarios y voceros de mejor relación con la prensa, fue compartido por el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el secretario de Medios de Comunicación, Enrique Albistur.

  Podría discutirse quien merece más, o menos, el premio Limón o el premio Naranja, pero lo cierto es que, más allá de la cómica asociación con lo agrio o dulce de una fruta, lo grave son las consecuencias de estas actitudes que solo pueden beneficiar a los mismos funcionarios. Los veinticinco periodistas acreditados en la sala de la sede gubernamental emitieron su voto mediante un sistema que adjudica puntajes a funcionarios divididos en tres categorías”.

   Aunque esto provoque cierta hilaridad, no resulta para nada gracioso los turbios manejos de este gobierno que se la tira de progre, pero en realidad posee destacados vicios autoritarios en lo que se refiere al manejo de la información.

   Está más que escrito y comprobado la obsesión del jefe de Gabinete Alberto Fernández por conservar el podio primigenio en la tapa de los matutinos, manipulando encuestas de opinión que marcan al oficialismo como primeros en el amor del pueblo. Y para esto, como se puntualizó en este sitio, desde el momento mismo de su asunción instalaron una realidad paralela para paliar aquel flagrante 22% que lo proclamó presidente de los argentinos.


Orgía de números

 

   “Por mucho que se les perfeccione, los sondeos nunca reflejarán nada, porque su regla de juego no es la de la representación. Su lógica está perfectamente concertada con la de la objetividad, pero ya no existe ningún objeto al final de este proceso: es, pues, la objetividad en un estado puro. ¡Maravillosa ironía!. Esto es válido para todos los medios: cuando nos encontramos en la simulación, es decir, en lo que no es ni verdadero ni falso, toda deontología es absolutamente hipócrita. Existe la misma inverosimilitud en hablar de una deontología de los sondeos (o de los medios) que una deontología de la moda, inencontrable a partir del momento que el resorte de la moda ya no es jugar con una oposición entre lo bello y lo feo, sino con una indiferenciación de ambos y con el torbellino indiferenciado de las dos cosas en un efecto generalizado de seducción. (....) El humor involuntario de los sondeos (y el maligno placer que sentimos en esta fantasmagoría “científica”) se debe a que borran cualquier credibilidad política. ¿Qué son esos hombres que necesitan los sondeos para decidir, esos hombres para quienes los tests sustituyen a la estrategia?. Están desposeídos de cualquier iniciativa, y ello por la misma trampa del médium al que confían su poder. Todos los medios entrañan esta trampa deslumbrante: aniquilan la función política de una sociedad, y satisfacen de este modo el inconsciente irónico de las multitudes, cuya pulsión profunda sigue siendo el asesinato simbólico de la clase política.” (Las estrategias fatales, de Jean Baudrillard). El filósofo francés parece haber escrito esto pensando en la situación actual argentina, pero en realidad lo hizo en abril de 1984. Aunque en todas las de la regla, este saco le va a medida al oficialismo pingüinero, sobre todo cuando alega la pregunta maldita mencionada arriba. Si bien sus respuestas pueden ser variadas, bien se podría inferir que estos hombres son absolutamente dependientes de una entidad fantasmal basada en cálculos y encuestas mercenarias. Como “están desposeídos de cualquier iniciativa”, amagan una cosa y hacen otra, se pelean hasta con los que no están para luego decidir sobre la marcha y muchas veces mal. “El médium al que confían su poder”, es el control casi absoluto de los medios de comunicación, que a la corta entrañan una trampa formidable pues como se señaló arriba, desconectan la actividad política con la realidad social cotidiana.

   Basta con mirar por la ventana, y abrir la puerta para darse cuenta de que no está todo bien. El que sale a la calle a putear, lo hace porque está harto que le toquen permanentemente el tujes, y no lo hace porque aún no descubrió las bondades del ocio creativo. Los cartoneros inundan todas las noches las calles porque no tienen laburo, a pesar de que el INDEC largue miríadas de cifras intentando convencer de que bajó la desocupación. Por más cuentos chinos y promesas de pagar cash la deuda externa que valgan, la cosa seguirá como entonces si los que no se fueron nunca simulan que nos representan, mientras siguen abultando sus cuentas bancarias.

   Como bien decía Von Papen, simulan de día pelearse para luego salir a robar juntos por las noches. Para esto, basta de ejemplo el denunciado pacto entre los supuestos enemigos mortales K y Menem, que mirados de cerca casi parecen clones.

   ¡Qué no dirían Discépolo, Minguito y Tato Bores, si tuvieran oportunidad de contemplar semejante aquelarre!

 

 Fernando Paolella

 

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