Si
bien el sol que aplasta las cabezas en este caldeado enero, no es aquel
invernal evocado por Ricardo III, la sensación de descontento que retorna a
las calles porteñas, se le asemeja de cajón. Observando con detenimiento a
este sentimiento, vienen a la memoria las alambicadas encuestas ultra
favorables al oficialismo, elaboradas por la corporación mediática nacional,
absolutamente perimidas luego de la trágica noche del jueves 30 de diciembre.
En ese instante eterno, cuando los fuegos crueles devoraron al boliche República
Cromagnon llevándose
185 jóvenes vidas,
se borró la sonrisa de chico progre
del
jefe de Gobierno Aníbal Ibarra. Mientras su principal sostén político Néstor
Kirchner descansaba alejado del horror en Santa Cruz, de forma ominosa y cruel
se evidenciaba una vez más el luctuoso saldo de la alianza de la corporación
política con el delito organizado.“Omar
Chaban es responsable, no cabe duda. Pero no es el único. Este tipejo no es más
que un engranaje de la realidad social. La política de la ganancia por sobre
la vida es el nombre de este asesinato masivo. Este es un asesinato político
en el preciso sentido de que Chaban siguió los lineamientos de la política
de mercado, de competencia salvaje que impulsa a aumentar las ganancias a
costa de lo que sea, incluso de la vida. Es claro que hay responsables en la
cadena de mando que llegan hasta el jefe de gobierno, Ibarra, y el presidente
Kirchner”,
como reza un panfleto que circulaba mano en mano en la marcha de la bronca del
lunes 3. A raíz de eso, durante la misma retornó en forma masiva aquel grito
“que
se vayan todos”, que
al oírlo los políticos (que ostentan el segundo lugar en el podio de los más
corruptos de la Tierra) tiemblan al recordar las jornadas del 19-20 de
diciembre de 2001. Estos, absolutamente desmemoriados, siguieron comiendo
cordero patagónico, olvidándose que el alabarse constantemente a sí mismo,
suele traer aparejadas consecuencias desastrosas.
“Dónde
está, y Kirchner dónde está”, coreaba
la multitud en Plaza de Mayo y frente a la sede gubernamental porteña. Es que
Ibarra construyó su poder con el beneplácito del ahora avestruz santacruceño,
convirtiendo una disputa electoral netamente metropolitana, en una cuestión
de Estado.
Algún día habría que investigar cuánta guita le costó al Estado Nacional
esta historieta, que a todas luces amerita un final de tango.
Con
una soberbia increíble, inconcebible para este tipo de ríspidas cuestiones,
Ibarra se atornilló en su cargo tirándole el fardo al nombrado Chaban y
algunos segundones sin importancia. Contando con un respaldo mediático
considerable, que a todas luces busca exculparlo de la tragedia, sabe muy bien
que desde la Patagonia no dan dos pesos por su cuidada testa. Pero el reclamo
de la gente airada llega más lejos, según se hizo patente en la noche del
lunes último: “salta
pequeña langosta, Chaban, Ibarra y Kirchner son la misma bosta”.
No
obstante, hay algunos medios que siguen mirando para otro lado, como siempre:“El
domingo último se produjo una marcha espontánea desde la sede del boliche
Cromagnón hasta la jefatura de Gobierno porteño. La Nación, La Prensa, Página
y Ámbito colocaron en tapa que la movilización pidió la renuncia del jefe
de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, o bien que exigieron justicia. Clarín
apenas editó una foto epígrafe en la página 29, que junto al título
“Marcha y cacerolazo” apuntó que “centenares de personas marcharon
anoche a Plaza de Mayo en reclamo del esclarecimiento del incendio en República
Cromagñón. Habrían partido a las 20.30 desde la puerta de la disco y
permanecieron veinte minutos frente a la sede de gobierno porteño. Después
se desconcentraron en forma pacífica”. Sin embargo, La Nación puso ayer la
foto de la marcha en su portada, destacando que hubo “2500 personas” que
“pidieron la renuncia de Aníbal Ibarra”. La Prensa dijo que fueron
“centenares” que gritaron “Ibarra y Chabán la tienen que pagar”. Para
Ámbito hubo “3.500 personas”que “pidieron justicia”. Página/12 no
ocultó el hecho a sus lectores, pese a que en su contrato de lectura
mayormente ha favorecido a Ibarra. Mencionó la marcha en tapa y en la página
4, consignó el reclamo de justicia de “unas mil personas” que pidieron la
renuncia del jefe porteño. Finalmente para Infobae hubo 1.500
manifestantes”, según estableció el sitio Diario sobre Diarios”.
La cruel verdad
Las
manecillas del reloj dan las 13:11
horas,
y Crónica
TV anuncia
que “el
presidente Néstor Kirchner hizo su arribo a Aeroparque”. Seguramente
ahora se asistirá a la habitual batería histriónica pingüinera, rebosante
de gestos histéricos e inútiles, apelaciones a la unión
y reconciliación de los argentinos, y
demás slogan de claque.
Absolutamente
innecesarios, que aportarán una dosis de gasolina al incendio porque es
evidente que no posee ni por asomo cintura de estadista. Ante las lágrimas
generalizadas de los deudos de las víctimas que “fueron
asesinados por la avaricia de los Chaban, la desidia de los Ibarra, la
corrupción de los policías e inspectores, la indiferencia de los Kirchner.
¡¡Ellos fueron!! (panfleto de la Asamblea
de San Telmo), sólo optó por solidarizarse telefónicamente y
seguir de vacaciones en El Calafate. El
primer ciudadano, escurrió olímpicamente el bulto y regresó a
esta ciudad de la furia cuando ya no había nada que hacer.
La
realidad impiadosa, aquella que “no se
hace cargo de la pérdida de las ilusiones de nadie”, según la
pluma intachable de Leopoldo Marechal, hizo un streap tease y mostró que el
soberano también estaba desnudo. Pero ésta, lejos de seducir, provocaba
espanto. Ese mismo que ahora, convoca y moviliza por la memoria contra el
olvido y la impunidad. Nunca más.
Fernando Paolella