La cancelación del Boden 2012, el bono del "corralito", cierra un capítulo negro de la Argentina, mientras despierta interrogantes el crecimiento de la deuda interna con organismos oficiales como el Banco Central, la ANSeS y el PAMI, entre otros.
Como, salvo Venezuela, ningún país le presta a la Argentina en el marco de la crisis internacional, Cristina Fernández decidió financiar los desequilibrios del Tesoro echando mano de las ganancias del Banco Central, y de los fondos de los jubilados en la ANSeS y el PAMI.
A cambio, el gobierno les da una Letra o bono, un papel al fin de cuentas, por el cual se compromete a cancelar esa deuda en algún año. El problema es que el déficit fiscal real, el que incluye el pago de la deuda, sigue en aumento, por una aceleración del gasto público, que alcanzó su pico durante la campaña electoral del 2011, y los subsidios multimillonarios que distorsionan la economía.
Si el gobierno no revierte y ordena ese festival de gastos, se abren dudas sobre si habrá plata para pagar las futuras jubilaciones. Otro problema es que trabajadores, jubilados y millones de beneficiarios de planes sociales reciben aumentos anuales que casi acompañan la inflación real, del 25 por ciento, pero los bonos que ofrece el gobierno rinden la mitad, o menos, de ese nivel, porque se orientan por el costo de vida manipulado del INDEC. Eso explica que el monto absoluto de la deuda, medido en dólares, siguió aumentando a pesar de las políticas de "desendeudamiento". A fines de 2011 llegó a los 179.000 millones de dólares, el nivel más alto de todos los tiempos, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Finanzas de la Nación.
Lo que bajó es el porcentaje del Producto Bruto que representa esa deuda: en 2011 fue 41,8 por ciento, contra el 166 por ciento que representaba en 2002. Igual, aún no llega al mejor año de la convertibilidad, cuando en 1998 representaba el 37,6 por ciento del PIB, pero la mejora es significativa.
El otro dato favorable, según el gobierno, es el reemplazo de la deuda nominada en dólares por otra en pesos. En el 2002 la deuda total en moneda extranjera era del 92 por ciento del Producto, mientras que tras el pago del BODEN 2012 bajó al 8,4, detalló la Presidenta al hablar en la Bolsa de Comercio esta semana.
Pero ese dato es positivo si el gobierno cancela esas obligaciones, porque de lo contrario puede representar la quiebra del sistema previsional y de salud para los jubilados, además de un dolor de cabeza para el Banco Central. Aún más negativo sería que éste y los próximos gobiernos cayeran en la tentación, en lugar de diseñar una política prudente y contracíclica del gasto, lo expandan mediante la "máquina de hacer billetes" del BCRA —llámese la de la Casa de la Moneda o la de la polémica ex Ciccone— y así provocar la ficción en la economía de que se puede mantener caliente el consumo en forma artificial, cuando se está en recesión.
Por ello, especialistas que no comulgan con este "modelo", advierten que la política de desendeudamiento tuvo costos altos, porque el Estado no la afrontó con recursos propios o genuinos, ya que nunca dejó de multiplicar el gasto. Encima, la presión impositiva en la Argentina está en uno de los niveles más altos de América, lo cual genera asfixia entre el sector empresario.
Los gobiernos de los Kirchner se fueron apropiando de las ganancias y reservas del Banco Central, los fondos de la Anses (los tomó a tasas inferiores a la inflación), préstamos del Banco Nación y, como advierten desde distintas provincias, una porción cada vez mayor de la recaudación en perjuicio de las provincias.
Este cuadro explica, entre otros puntos, que la Casa Rosada se haya visto obligada a trastornar el mercado cambiario como pocas veces se vio en la Argentina y restringir las importaciones, para alcanzar un superávit comercial de 9.000 millones de dólares en lo que va del año, y apuntar a los 12.000 millones para cuando concluya el 2012.
Con eso, sumado a los apenas poco más de 4.000 millones de dólares de deuda que deberá pagar en el 2013, el kirchnerismo aspira a tener un futuro tranquilo y, en política, apostar al proyecto de una segunda reelección para Cristina, reforma constitucional mediante. En este marco debe tenerse en cuenta que la Argentina aún no pudo siquiera avanzar con el pago de la deuda al Club de París —unos 9.000 millones de dólares—, tal vez porque Europa y Estados Unidos están demasiado "distraídos" con sus propios descalabros.
José Calero
Agencia NA