El Gobierno Kirchner parece empeñado en su política de presentar las
exigencias y/o conveniencias de los Acreedores y del FMI como “logros”
propios, mientras se agota el resto de algún “beneficio de la duda” que
todavía pudiera tener su gestión para el Megacanje de la Deuda en cesación de
pagos (default).
A este paso, es probable que dentro de muy poco tiempo leamos los titulares de
los grandes diarios del Sistema alabando – como en los Acuerdos de Nueva York
de 1985/87, el Plan Brady de 1992/93 y el Megacanje De la Rúa-Cavallo de Junio
del 2001 - el
“éxito” de la salida del default a través de una nueva oferta a los
Acreedores que no tiene capacidad de repago.
En el marco de las negociaciones secretas sobre la Deuda Pública, con el
“cheque en blanco” del Congreso para poder negociar cualquier cosa, bajo la
permanente presión coordinada de Acreedores, Bancos Colocadores, Organismos
Multilaterales de Crédito (FMI, Banco Mundial y BID), Tesorería Norteamericana
y Países del G7, sometido a la acción psicológica de una Opinión Pública
manejada por los Grandes Medios de Comunicación que trabajan en función de los
intereses de los Acreedores y reemplazando las informaciones debidas por rumores
y trascendidos originados en el mismo seno del Gobierno, el presidente Kirchner
se acerca cada día más a las fechas del Megacanje – del 17 de enero al 25 de
febrero de 2005 – “de la mano” de los enemigos de los Intereses del País.
El amago de retiro del Bank of New York (BoNY) como agente de cambio de
los bonos – que habría sido una maniobra de presión para definir y mejorar
sus comisiones y condiciones generales de contratación – desembocaría, en la
práctica, en una virtual decisión forzada de elegir a dicho banco que, como
los restantes candidatos a coordinar la operación, también participó
activamente en las colocaciones de bonos de la Argentina durante la Década del
´90, precisamente el período siempre denunciado por el actual Gobierno como la
época del segundo gran endeudamiento irresponsable de nuestro país.
Dentro de este contexto, el Poder Ejecutivo ha emitido el Decreto 1.735/04 –
cuyos anexos (que comprenden unas 600 páginas) todavía no están disponibles
– por el que se formalizan los lineamientos de la operación de canje de títulos
públicos con emisión de nuevos bonos por 41.800 millones de dólares y
adicionales por cupones ligados al crecimiento del PBI.
Según los términos de este Decreto el Gobierno Kirchner vuelve a aceptar la prórroga
de jurisdicción ante tribunales extranjeros, renuncia nuevamente a la inmunidad
soberana (aunque con varias reservas), aprueba el modelo de contrato del Banco
Agente y del Fideicomiso, y se reserva facultades elásticas en cuanto a la
instrumentación de la operación en manos del Ministerio de Economía.
Acabado de conocer, este documento no ha podido ser aún analizado en detalle;
ni mucho menos sus extensos documentos anexos, pero se entiende que con este
paso las autoridades argentinas cumplen con el principal requisito formal
externo exigido para el nuevo Megacanje: aprobar los lineamientos y documentos
que definen la operatoria a ser llevada a cabo.
Porque lo importante de todo esto es que así se completan los pasos legales y
reglamentarios nacionales para allanar la realización del nuevo Megacanje, en
forma unilateral – esto es, sin Ley ni intervención del Congreso - por parte
del Gobierno y a través de Decretos del Poder Ejecutivo. Falta todavía
confirmar la designación del Banco Agente de colocación de los bonos – que
sería el BoNY – y del Agente Fiduciario, que sería la firma británica
Law Debenture. En
ambos casos, lo mismo que con la designación de los seis Bancos Organizadores
del Megacanje – Merrill Lynch, Barclays, UBS Warburg, Galicia, BBVA-Francés
y
BNA – hecha por Decreto 319/04, el Poder Ejecutivo ha procedido por Contratación
Directa y no por Licitación Pública.
La
encerrona del FMI
La dilación de la fecha del Megacanje – de fines de Noviembre (29.11.04) a
Enero/Febrero del 2005 – no es financieramente neutra para la Argentina, ya
que existen por lo menos dos pesadas cargas para nuestro país que siguen
cayendo hasta que se concrete la operación.
Por un lado, está el reconocimiento de los Intereses ya que, como el
Gobierno Kirchner – después de la Oferta de Dubai, EAU, de Septiembre del
2003 – cambió su propuesta original reconociendo los Intereses caídos después
de la declaración del default, la prórroga de la operación significa que se
le seguirán acumulando al país intereses impagos que luego se capitalizan por
anatocismo (capitalización de intereses).
La tasa de interés que devengan estos bonos – emitidos en moneda extranjera
– es del orden promedio del 9% anual, según datos del Ministerio de Economía
al 30.6.04; lo que significa que, calculada sobre la masa de títulos en default
de unos 82.000 millones de dólares, a la Argentina se le estarían acumulando
– sólo por concepto de intereses - unos 20 millones de dólares por día
(82.000 x 0.09 = 7.380 millones/año, o sea 7.380/365 = 20 millones/día). Serían
unos 600 millones más por cada mes que pasa.
Esto es lo que pierde nuestro país por la claudicación de reconocer el pago de
intereses caídos con posterioridad a su declaración de cesación de pagos,
cosa que constituye un despropósito.
Por un segundo lado, está el problema de los pagos sin reembolso al
Fondo Monetario Internacional.
Como el FMI interrumpió en Agosto pasado el Acuerdo stand-by firmado en
Septiembre del 2003 (que está suspendido pero sigue vigente) nuestro país le
paga al Organismo los compromisos que le caen a su vencimiento pero no obtiene
luego el reintegro de los mismos (por roll-over o refinanciación continua de
las obligaciones, esto es: pagos de la Argentina con posterior desembolso
compensatorio por parte del Fondo).
Entre Diciembre del 2004 y fin del Primer Trimestre del 2005, la
Argentina tiene así que pagarle – sólo al FMI – algo más de 1.700
millones de dólares; sin reembolsos.
A ello se suman los pagos de préstamos al Banco Mundial (BM) y al Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), que siguen concediendo créditos a la Nación
Argentina y también a sus Provincias.
En total, solamente al Fondo Monetario, la Argentina debiera abonarle
durante el 2005 unos 5.500 millones de dólares.
Desde la declaración del default en Diciembre del 2001 nuestro país ya
le habría abonado aproximadamente 5.000 millones de dólares al FMI como pagos
netos (es decir, excedente de pagos sobre desembolsos).
Y si continuara con esta política de cancelación de obligaciones con el
Fondo en no mucho tiempo pudiera estar nuevamente en condiciones teóricas de
volver a pedirle prestado. (*)
Esto explica por qué decimos que la demora del arreglo con los acreedores para
la “salida del default” – tanto por el lado de los Bonos como por el del
FMI - no
es “neutra” sino fuertemente gravosa para la Argentina.
Cancelaciones
al FMI
En el contexto de este dramático cuadro financiero de
situación surgió en los últimos días la versión – no oficial pero
originada en el seno del propio Gobierno – que el presidente Kirchner estaba
buscando la forma de pagar toda la Deuda Argentina con el FMI (que suma unos
15.000 millones de dólares, dentro del total de Deuda Pública de 181.000
millones) para “liberarse” de la tutela y las condicionalidades del Fondo
cancelando sus obligaciones con el Organismo.
Según los trascendidos, el Gobierno trataría de obtener un préstamo a largo
plazo – primero se especuló proveniente de China y luego de España – para
pagarle al FMI la totalidad de la Deuda a los fines de terminar así con las
exigencias y monitoreos permanentes, y también (supuestamente) para no seguir
obligado a cumplir con Metas Fiscales y sobre todo Reformas Estructurales
pactadas con el Fondo.
Pero
esta posible variante no está para nada clara, ni en las características de la
operación ni en el objetivo real de la misma.
La Argentina no puede cancelar al contado su deuda total con el FMI –
los 15.000 millones de dólares citados – porque eso agotaría, de golpe, las
reservas del Banco Central (BCRA), que hoy están poco por encima de los 19.000
millones.
Y si lo hiciera – esto es, si cancelara esta Deuda – tomando préstamo a
largo plazo de un Tercero (otro país, otro organismo, o eventualmente un
sindicato de grandes bancos), estaría en realidad ayudando al FMI más que
liberándose de sus compromisos.
Esto es así porque el Gobierno no saldría del FMI sino que permanecería
como miembro del mismo, pero cancelando completa y anticipadamente su Deuda con
el Organismo.
Esta “tercerización” de la Deuda con el Fondo cumpliría así con la
finalidad de reducir la elevada
exposición financiera de la Entidad con la Argentina – que es el mayor
deudor, después de Brasil y Turquía – con lo que nuestro país ayudaría de
este modo a “limpiar” créditos difíciles del FMI traspasándolos a largo término
a un Tercero.
Como el FMI no puede refinanciar las deudas de sus países miembros a largo
plazo, y si lo hiciera le pedirían igual trato decenas de Estados endeudados de
todo el Mundo, lo ideal para el Fondo, en consecuencia, es que las obligaciones
de la Argentina sean tercerizadas, como coincidentemente lo presenta el Gobierno
Kirchner sugiriendo una futura “independencia” del Organismo.
La descarga de esas obligaciones sería así traspasada a grupos
financieros internacionales del Mercado de Capitales, con los cuales nuestro país
contraería la nueva Deuda.
Gobierno y Banco Central
Uno de los últimos capítulos recientes dentro de las gestiones secretas en
curso sobre el nuevo Megacanje de Deuda Pública ha sido protagonizado días
pasados por el presidente del BCRA, Martín Redrado, ante la versión que el
Ministerio de Economía (el Dr. Lavagna) estaría proponiendo la reforma de la
Carta Orgánica del BCRA para permitirle aumentar los adelantos al Tesoro
Nacional para el pago de los próximos vencimientos al FMI.
Esta necesidad se funda en que el Banco Central hoy tiene acotado el monto de
estas transferencias al Gobierno Nacional con tope equivalente al 12% de la Base
Monetaria y al 10% de la Recaudación Fiscal, según el artículo 20 de la Ley
25.780/03.
El problema reside en que ello implicaría pagar al Fondo con parte de
las Reservas Internacionales del país y, por lo tanto, el presidente del BCRA
– cuya Política Monetaria y Financiera se formula y ejecuta sin sujeción a
órdenes, indicaciones o instrucciones del Poder Ejecutivo sino con la
independencia de un virtual Cuarto Poder del Estado – fijó la postura que,
hoy por hoy (a menos que se modifique la Ley) los fondos adicionales necesarios
para pagarle al FMI deben salir de la Tesorería Nacional, de los excedentes
fiscales que se están logrando, y no del BCRA.
En este sentido, la posición institucional del Banco Central es
funcional a las presiones del FMI y de los Acreedores Externos.
Héctor Giuliano
El
traductor
eltraductor@fibertel.com.ar
(*) NOTA: El cómico Groucho Marx (no confundir con el ideólogo Carlos Marx ni
con el ex-negociador de la Deuda bajo los gobiernos Alfonsín, Menem y De la Rúa,
Daniel Marx) tenía un chiste histórico que decía: “Yo nunca me haría socio
de un Club que aceptase como miembros a gente como Yo.”
Parafraseando esta humorada – que en el caso de nuestro país es directamente tragicómica – cabe reflexionar que la Argentina no debiera ser miembro ni pedirle nunca más plata a un Organismo tan irresponsable como el FMI, que durante décadas le ha venido dando créditos y auspiciando que se lo den otros inversores financieros, a un país tan insolvente como la Argentina. Con el agravante que los Organismos Multilaterales de Crédito – fundamentalmente el BM y el BID – son los que van hoy a la cabeza de esta nueva oleada de endeudamiento público argentino sin capacidad de pago.