Si bien es difícil definir al populismo, podemos decir que, a rasgos generales, es un sistema de gobierno y de pensamiento autoritario con tendencias totalitarias, que se enmarca en instituciones formalmente democráticas carentes de legalidad. Esto hace que sea sumamente difícil oponerse al populismo, puesto que al enfrentarlo en elecciones se corre con grandes desventajas y al denunciarlo por totalitario chocamos con la realidad de la celebración de elecciones.
Por otra parte, las estructuras totalitarias y la consiguiente hegemonía que el populismo va construyendo ponen en jaque a la democracia misma. Es preciso frenarlo y remplazarlo cuanto antes, pero el apuro puede llevar a cometer errores y cada uno de ellos será estrujado al máximo por un poder prominente.
El populismo tiene fuertes similitudes con el totalitarismo moderno o de masas, en especial su vocación hegemónica, y hasta podría definirse como una transición hacia un Estado totalitario. Empero, en Latinoamérica ha sido teorizado y ha aprovechado la desacreditación del sistema tradicional de partidos oligárquicos y feudales para constituirse en un mecanismo estable, de duración indefinida. No corrige sino que acentúa la concentración y el abuso de poder, pero logra imponerse aprovechándose del uso indiscriminado del aparato estatal, la propaganda y la desesperanza de la ciudadanía. Casi podría definirse como un proceso de construcción totalitaria en cámara lenta.
En el populismo ideológico o latinoamericano el proceso de construcción totalitaria avanza más lento que en los totalitarismos plenos, pero avanza. Poco a poco todos los ámbitos y sectores de la sociedad empiezan a ser manipulados o sojuzgados con prebendas, presiones y violencia. Es imperioso entonces contar con una oposición preparada para manejarse en el contexto señalado.
Una verdadera oposición al populismo debe empezar por nutrirse de estructuras transparentes y democráticas que le permitan alentar la participación de la ciudadanía y sortear la política de prebendas y clientelismo. En otras palabras, para ser una alternativa real, la oposición debe poder diferenciarse en los hechos tanto del sistema partidocrático anterior como del propio populismo.
A su vez, la oposición debe tender a la mayor unidad posible dentro de valores fundamentales en común que permitan cumplir con el punto anterior. Esto implica dejar a un lado pequeñas diferencias ideológicas, las que seguramente se podrán dirimir adecuadamente en internas dentro de un mismo frente o incluso, de ser necesario, a través del consenso.
Finalmente, la oposición debe adoptar un enfoque positivo, orientado a generar confianza y transmitir gran esperanza y entusiasmo en el electorado no cautivo. Para ello es preciso que resista la tentación de analizar y descalificar al gobierno populista de manera sistemática. La sociedad ya sabe la clase de gobierno que tiene, y no necesita que se lo repitan los políticos. Lo que no sabe bien y necesita saber es cómo sería un gobierno de la oposición. Por eso la oposición debe limitarse a cumplir la función política que la sociedad le demanda, y centrarse en comunicar un programa de gobierno o proyecto de país. No se trata de mentir ni de ocultar la verdad, sino de tener la humildad suficiente para entregarse por completo a cumplir la función comunicativa y política que el pueblo necesita.
Los tres puntos señalados van de la mano. A medida que la oposición democrática se una, la oposición que sea parte del sistema prebendario va a ir siendo empujada hacia el populismo, lo cual le aclarará mucho las cosas al pueblo. Al mismo tiempo, la experiencia de trabajo conjunto en la dificultad generará un debate interno que afinará la estrategia comunicacional de la oposición.
El caso venezolano es muy esclarecedor de este tipo de procesos. Primero la oposición se dedicó a pelearse entre sí, fragmentarse, desmenuzar intelectualmente al régimen y hasta incluso a abstenerse de participar en elecciones que le dieron un poder casi absoluto a Chávez, indicándole a la sociedad que claramente no eran una alternativa real. Hoy por hoy, luego de la maravillosa iniciativa y movilización de los estudiantes, el espíritu y la realidad de la oposición en Venezuela ha cambiado por completo. Henrique Capriles está haciéndole sombra por primera vez a Chávez, y lo hace casi sin mencionarlo siquiera en sus discursos.
Rafael Eduardo Micheletti
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No es difícil definir al populismo. Es un bonapartismo como el que describió Marx en "El 18 brumario de Luis Bonaparte" con las siguientes palabras: "Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra … con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre, «Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora. Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpemproletariado, que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, desecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase … La Sociedad del 10 de Diciembre le pertenecía a él, era su obra, su idea más primitiva … Las secciones de esa sociedad, enviadas por grupos a las estaciones debían improvisarle en sus viajes un público, representar el entusiasmo popular, gritar Vive l'Empereur!, insultar y apalear a los republicanos, naturalmente bajo la protección de la policía. En sus viajes de regreso a París, debían formar la vanguardia, adelantarse a las contramanifestaciones o dispersarlas." ¿Les suena? Claro que la solución de Marx era cagarlos a palos a todos e instalar una dictadura de personajes virtuosos como él (jajajaj) ... pero esa es otra historia.
Excelente! Lástima que la oposición acá todavía está en la etapa de pegarle al gobierno. Ojalá tomen consciencia y tomen el ejemplo de Capriles.
¡Acá la Purga y cortada de cabeza va a venir DEL PUEBLO CANSADO DE SOPORTAR ATROPELLOS Y MALDADES!
"se enmarca en instituciones formalmente democráticas carentes de legalidad" ¿Cómo algo es formalmente democrático pero carente de legalidad? Traducción: es totalmente legal y democrático, pero no le gusta al que escribió este artículo.