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El hombre: un ser incompleto en su adaptación física al planeta

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UNA INADECUADA CONSTITUCIÓN FÍSICA FRENTE AL MEDIO AMBIENTE
UNA INADECUADA CONSTITUCIÓN FÍSICA FRENTE AL MEDIO AMBIENTE

Por antropocentrismo, por vanidad, orgullo, egolatría y otras “cositas” todas de ellas naturales, inocentes y lógicas para un autómata genético como lo es el hombre “programado” en los genes, este se cree el ser más perfecto de la Tierra.

 

Por más que el hombre profundice en las disciplinas que le atañen como propio objeto de estudio, no alcanza a ver sus torpezas, debilidades, contradicciones… y una adaptación forzada y pobre, a un medio que le es casi siempre hostil. Su mirada está clavada más allá y cree verse a sí mismo como un ser casi divino, según su concepto inventado, basado en las ideas de perfección innatas que todos llevamos adentro como factores de supervivencia, para realizar lo mejor posible las cosas en la vida.

Entre muchos otros, uno de los detalles relacionados con nuestra falta de adaptación plena a la biosfera, es el hecho de ser terrestres y pesados. La gravitación terrestre nos juega más de una mala pasada a lo largo de nuestras vidas al caernos muchas veces hacia el suelo. Nos caemos con frecuencia sobre todo siendo niños y cuando somos ancianos. Si fuéramos como los peces en un medio acuático, no tendríamos oportunidad de caer violentamente hacia el fondo. Si aéreos pero livianos, vaporosos, flotantes, tampoco sufriríamos tan fatalmente esas caídas como las que experimentamos por error de ser terrestres y demasiado graves.

¿Buen invento, este, de existir un cierto inventor creador divino? ¡Lo dudo, y sobremanera!

Los insectos ciertamente se hallan mejor adaptados a las caídas en virtud de su liviandad y algunos gracias a sus alas.

Si pasamos a otros detalles de nuestras desventajas, vemos por comparación que los artrópodos en general, se hallan mejor protegidos de las radiaciones que nosotros, por estar cubiertos de un exoesqueleto quitinoso. Nuestra piel es sensible a los rayos ultravioleta y nuestros tejidos pueden ser dañados por una prolongada exposición solar. Además, nuestros blandos tejidos pueden ser fácilmente lesionados con los elementos físicos de nuestro derredor por hallarse desprovistos de la coraza protectora de quitina que poseen los insectos y otros artrópodos, como crustáceos y arácnidos.

Pero el error más craso de la naturaleza (si es que podemos aceptar una intención en algo ciego que sólo actúa por tanteos al azar) es sin duda la posición superior de nuestro cerebro, tan vulnerable, pésimamente ubicado en la parte más alta de nuestro cuerpo, encerrado en una rígida caja ósea, el cráneo, frágil a los golpes y presiones fuertes. Vulnerabilidad que compartimos con los demás animales. Este órgano tan vital, nuestro cerebro, que es nuestro yo, nuestra existencia no vegetativa, en lugar de hallarse tan expuesto debería encontrase ubicado en la profundidad de nuestras entrañas, en un sitio resguardado por material blando o líquido, tal como lo está el feto en el útero, rodeado de líquido amniótico protector- especie de parachoques y amortiguador hidráulico-, y de las membranas amnios, corion y decidua.

¡Cuántos accidentes fatales por caídas, contusiones e insolación se evitarían de este modo!

¿Puede colegirse de nuestra constitución anatómica una sabiduría de la naturaleza? (Esto va para aquellos que suelen decir que “la naturaleza es sabia”). Aquí vemos a todas luces que no existe tal cosa.

Por su parte, nuestra visión binocular hacia delante, que nos impide saber lo que ocurre a nuestras espaldas en cierto ángulo inabarcable, es otro error de la naturaleza antrópica. ¿Cuántos asesinatos por la espalada se pudieron haber evitado de abarcar nuestra visión toda el área circundante? Tampoco poseemos una visión de acomodación de tipo “telescópico”, como las aves rapaces, para percibir objetos a grandes distancias.

Nuestra sensibilidad auditiva es muy pobre comparada con la del perro, por ejemplo.

Otro notable error de nuestra configuración anatómica lo constituyen nuestras incómodas articulaciones de piernas, brazos y dedos, que limitan nuestros movimientos. Imaginémonos inarticulados con mayor número de extremidades que las que tenemos, movibles en todo sentido como las que poseen pulpos y calamares.

Si con nuestras torpes manos hemos creado esta civilización actual, ¿qué no haría un ser dotado de ocho, diez o más extremidades inarticuladas terminadas en dedos a modo de filamentos móviles, en todo sentido, y adaptables a los contornos más sinuosos? En materia de tecnología y arte, esto sería sin duda muy ventajoso.

Nuestro sistema inmunológico es deficiente comparado con el de otros animales. Virus, bacterias, hongos y parásitos hacen estragos en nuestro organismo. Antes que comiencen a actuar los anticuerpos podemos enfermarnos gravemente o incluso morir sin el auxilio de las modernas vacunas y antibióticos. Durante muchos siglos el hombre moría prematuramente de tuberculosis, viruela negra, neumonía o una simple apendicitis.

Otro error de la naturaleza humana es el exagerado tamaño de la cabeza del feto que provoca el parto doloroso en la mujer. O la mujer no está adaptada al voluminoso cráneo del feto, o éste no se halla adaptado a la estrechez pelviana de la mujer. Lo cierto es que algo falla.

También la exagerada respuesta en algunos individuos a las sustancias del exterior que penetran en el organismo (shock anafiláctico), nos indican una inadaptación.

Todo esto y mucho, muchísimo más, nos indica las falencias de una supuesta creación por parte de un ser suma perfección, desde una pulga hasta la última galaxia.

Así vemos que todo lo relativo a una creación por parte de un ser sumamente perfectísimo huele a mera pseudociencia que se denomina teología.

Sólo nos queda perfeccionarnos a nosotros mismos en base al conocimiento científico más profundo y certero, para lograr si no un mítico superhombre, al menos seres sanos de cuerpo y psique para vivir mejor en este muchas veces aciago planeta y en otros a ser colonizados en el futuro cuando nuestras naves espaciales logren trasladarse hacia otros sistemas solares aptos para la vida.

 

Ladislao Vadas

 
 

59 comentarios Dejá tu comentario

  1. Pero por supuesto que acepto mi error y lo FELICITO,hace rato que me percate de ello,(Modo Indicativo-Pretérito)pero no podía dar el brazo a torcer hasta que lo demostraras como lo has hecho ahora!!! Noto que te tenia bastante obsesionado el tema,ya que por el apuro de demostrar tu acierto,cometiste varios errores ortográficos,algo que no es normal en tus exposiciones. Ahora bien,reconocido mi error,y tu muy buena puesta en escena para para demostrarlo,te pregunto lo siguiente,alguna ves, tendrás la humildad de decir que no estas de acuerdo en algo,siquiera,con el Sr Vadas y sobretodo con tu amigo ironics??? O simplemente reconocer que en muchas de las definiciones del Sr Vadas,comparando distintos blog,son contradictorias!!! De llegar ese día, tendré la satisfacción de felicitarlo nuevamente.

  2. Cuando el rió suena... Son muchos,por lo que veo,los que te tratan de viejito Trole bus,por algo sera,no ironics???

  3. Chelo: Si te tomaras el trabajo de leer los comentarios y tuvieras la capacidad de recordarlos y de extraer de los mismos el pensamiento de los foristas, verías que son muchas las veces que no opino igual que Vadas, Alejandro PM o Ironics. Eso no tiene la menor relación con la humildad. Estás muy confundido y perturbado por algún problema personal inentendible, que francamente no me interesa, excepto por la impertinencia de trasladarlo aquí y hacernos partícipes a todos los foristas. Así como era ligera e infundada tu acusación sobre la animalada de conjugar mal un verbo que estaba bien conjugado, igual resultan tus elucubraciones sobre Vadas y los foristas. Seguí discutiendo con Ironics sobre guapos y trolos, pero sería mejor que lo hagan por mail y nos liberen de ello...

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