Tal vez este sea el mejor momento para analizar la vida de los políticos a través de las redes sociales y la manera en que se comunican con las personas que les han regalado un “Me gusta” en Facebook o que han comenzado a seguirlos en sus cuentas de Twitter. Lejos de las campañas, es la fecha ideal para saber si realmente están interesados en lo que la gente tiene para decirles.
“Tenés que estar en Internet”, es lo que allegados y asesores suelen aconsejarles a los políticos. Sin embargo, llama la atención que, hasta ahora, nadie haya dilucidado cómo. No hay objetivos planteados de cómo encarar esa empresa.
Desde el momento en que la web se transformó en una plataforma masiva, se han buscado nuevas formas de hacer llegar los discursos al usuario final. Tanto publicitarios, informativos como políticos. La manera de comunicar estos mensajes ha evolucionado con las distintas webs: 1.0 (estática), 1.5 (interactiva), hasta 2.0 donde se encuentran las redes sociales.
Facebook, por ejemplo, está en continuo crecimiento. Es la más extendida a escala mundial y la más usada por los argentinos. Sin embargo, a pesar de las facilidades que presentan las redes sociales para la segmentación de una campaña, este medio no ha sido suficientemente explotado aún.
Los políticos están utilizando sus páginas de Facebook como una canal de difusión y propaganda más, y no como un medio de comunicación en el sentido de emisor, receptor, y que ese receptor se vuelve emisor nuevamente.
A diferencia de las páginas web corporativas, los blogs o las webs de los partidos, las redes sociales, son una herramienta de comunicación dinámica y masiva que debe estar en continuo intercambio con las personas que se encuentren enlazadas.
Si no hay una interacción ni comunicación bidireccional por parte del político y la comunidad, no hay ningún punto de encuentro y no hay comprensión. Para que las ideas sean comprendidas por los usuarios, los miembros del partido deben exponerlas y aclarar las dudas que surjan acerca de las mismas. Una breve respuesta al comentario de una persona, una atención mínima que se le preste al usuario, puede ser llegar a ser decisiva a la hora del voto. Es justamente en esta parte donde las redes sociales pueden ayudar más al candidato.
Mientras la sociedad se torna cada vez más descreída del liderazgo político, los políticos argentinos están todavía enmarcados en los medios masivos de radio y TV, en un público pasivo e inmóvil que ya no existe. En una comunicación vertical y unidireccional que tiene más de 50 años. No hay conciencia de que la web no es una ventana más. No acerca a las personas a sus líderes políticos, sino que son ellos los que deben acercarse a los ciudadanos.
La democracia es un diálogo y los políticos no han aprendido aún a no controlar el mensaje. La fe en las marcas y en las instituciones se está perdiendo a pasos agigantados, mientras en los últimos tiempos viene creciendo exponencialmente la confianza en las personas.
Según el periodista, escritor y editor de la revista Wired, “Las personas confían en las personas. Los mensajes emitidos desde arriba están perdiendo fuerza, mientras que el rumor que brota desde abajo está adquiriendo poder. Esta inversión de poder está cambiando las reglas del marketing en todas las áreas. Ahora la colectividad controla el mensaje”.
Recientemente, la Consultora Integral de Comunicación Aplicada (Cicoa), elaboró un completo informe sobre la utilización por parte de los diputados y senadores nacionales de la comunicación 2.0. El mismo se hizo meses previos a las campañas presidenciales de 2011, para mostrar los datos en “estado puro”.
José Fernández Ardáiz, consultor especializado en marketing político digital a cargo de Cicoa, analizó el uso que le dan a las redes sociales los diputados y senadores argentinos.
Pasaron a analizarse 141 diputados nacionales y 72 senadores nacionales, y cómo estaban utilizando las nuevas tecnologías, las redes sociales e Internet en su vida política. Hubo algunas constantes. Por ejemplo, la mayoría cuenta con su página en Facebook, pero un porcentaje mínimo participa de la vida de los Muros de la red social. La gente participa, comenta, pregunta, pero los políticos nunca responden, no participan, ni comentan.
Como parte del trabajo, se envió la misma pregunta a todos estos políticos, por distintas vías: correo electrónico, mensaje privado en Facebook, mensaje privado en Twitter, o formulario en página web. Solo el 1% contestó los mensajes. Y de ese 1% un porcentaje muy bajo despejó las dudas planteadas en la pregunta formulada.
Más de la mitad de los legisladores analizados no tienen ni página web personal ni blog, la herramienta más básica de contacto con el público. De los que sí tienen, la mayoría publica datos de contacto (teléfono, mail o formulario), pero casi el 90% no respondió al formulario de consulta que se le envió. Con respecto al contenido, la información está desactualizada, o sobrecargada, pero no hay término medio.
En relación a Facebook, el 75% de los funcionarios no participan de los comentarios de su propio muro y no tienen datos de contacto en sus páginas.
Con Twitter la situación no es muy diferente. El 66% de los políticos tienen cuenta en esa red social, aunque la mayoría se limita a publicar links sobre su persona, pero no participan activamente, no retuitean y no responden mensajes privados.
En la actualidad, la política 2.0 en la Argentina existe en unos pocos políticos que entendieron de la importancia de las redes y las nuevas tecnologías, pero son muy escasos todavía. Aún no entendieron que la política 2.0 no es difusión y comunicación, sino que también es política, y quienes la practican en la calle deben reflejarla en el mundo online.
El peronismo (K) ha sido el más hábil hasta ahora para acercarse a la comunidad a través de un segmentado uso de las redes sociales, sin embargo tampoco responden preguntas e incluso sus funcionarios son reconocidos por bloquear a quien los critica o responderles de manera agraviante.
Uno de los errores o preconceptos más recurrentes es que las redes sociales no llegan a las clases bajas. Nada más errado. El auge de las redes sociales se dio en un momento de aumento del ancho de línea y la llegada de las tarifas planas, haciendo que sea accesible a todos los ciudadanos de todas las clases sociales.
Según un reciente estudio de la consultora internacional ComScore, los argentinos son los consumidores vía Internet más involucrados de la región. Como se viene desarrollando, las redes sociales son el canal ideal si se pretende una interacción con el usuario o en este caso, el futuro votante.
Otro traspié habitual en el que caen los políticos es en el de publicar videos y notas que ellos mismos ofrecieron a otros medios de comunicación. De esta manera, no se les da ningún plus a los fans de la página, ya que la información de primera mano la obtuvieron en otro lugar.
La gente que les dio su “Like” busca información de primera mano y de su propia boca, y tienen el derecho de conocer la información a través de esos canales, y no de los tradicionales medios de comunicación, tan polarizados e interesados en los últimos años. Para que sientan que verdaderamente les interesan deberían brindarles la información primero a ellos. Son los políticos los que deben crear contenido de calidad para que luego los medios lo levanten, y no al revés.
No cuentan con una Estrategia de Comunicación Política 2.0 y no han entendido aún la importancia y la vital existencia de Internet y las nuevas tecnologías en la vida de los ciudadanos. Se sigue creyendo que se trata de una moda, una tendencia superflua, y no de un nuevo hábito. La imprenta y la electricidad también fueron “modas” en su momento.
Internet y las redes sociales entraron en la vida de las personas y cambiaron las formas de vinculación, de participación, de relacionamiento social, y continúan haciéndolo en forma constante. En la web la gente vive su vida, no sólo se comunica, sino que vive de la misma manera en que lo hace en el mundo real. Compra, habla, aprende, lee, busca pareja, se enamora, se informa.
La democracia es poder de la gente y en la gente, y hasta ahora los políticos no han demostrado querer asimilar esa cuestión.
La política 2.0 significa un cambio radical de paradigma que supone nuevas relaciones de la ciudadanía con los movimientos y partidos políticos, con el Estado y toda la estructura de poder. Pero la oportunidad ya ha sido puesta sobre la mesa, y hasta ahora nadie la ha tomado.
Estamos en medio de una situación inédita: el receptor ignora el mensaje, tiene el control de lo que quiere escuchar y no hará caso salvo que tenga la impresión de que el emisor se dirige a él como individuo, y no como simple oyente o televidente.
No sirve de nada que los usuarios o ciudadanos expongan sus quejas, opiniones y denuncias. Casi nunca son escuchados, ni reciben ayuda o atención personalizada. La comunidad online es el fiel reflejo de la comunidad que está ahí afuera, si no escuchan a una mínima parte de ella. ¿Por qué lo harían en el mundo físico?
La pérdida de confianza en la clase política se centra en que la ciudadanía se siente olvidada o perjudicada por ella, y que no solucionan sus problemas más importantes. La indiferencia por parte de los políticos en las redes reina.
Si tanto los ciudadanos como partidos empiezan a participar en este nuevo medio, Internet puede llegar a hacer germinar las condiciones de una nueva práctica democrática. Solo hay que empezar.
Eliana Toro
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