Cada día que pasa, Juan Manuel Abal Medina se muestra más y más virulento y menos tolerante frente a las críticas a la gestión de su jefa, Cristina Kirchner. En lugar de aceptar el pacífico disenso, en esos casos el Jefe de Gabinete entra en erupción como un volcán y dispara munición gruesa y a diestra y siniestra, llegando a la injuria más intolerante.
No solo es lo que dice, sino cómo lo dice. "Está siempre sacado", dicen a su alrededor, en relación a su manera de proceder últimamente. ¿Será que tanto nerviosismo es la manifestación de lo mal que le está yendo a su gestión o es la catarsis del gobierno en general?
Este martes, Abal Medina avanzó en un nuevo ataque a los medios de comunicación, al hablar de quienes "insultan y faltan el respeto de una manera indigna para cualquier ser humano" en aparente alusión al grupo Clarín.
El consonancia con las palabras de su "patrona" Cristina, el funcionario advirtió que todo se acabaría el 7 de diciembre "cuando entre en vigencia" la ley de medios. ¿Tan nerviosos están los kirchneristas que insisten en amenazar con el 7 de diciembre? ¿Por qué no esperan a esa fecha y ya?
Abal Medina aseguró ayer que "la cadena ilegal del odio y de la bronca busca que nos sintamos avergonzados cuando debería ser al revés". Hay algo que no parece entender el jefe de Gabinete: la gente salió a golpear sus cacerolas contra el Gobierno, no contra los medios.
La corrupción está en el riñón del oficialismo, en ningún otro lugar. Demasiados funcionarios se ven caminar por Puerto Madero y ningún periodista.
Los nervios de Abal Medina le juegan en contra, dice cosas sin sentido. Acusa a los medios de inventar y tergiversar. ¿Será por el caso Ciccone? ¿Será por la inseguridad? ¿Por la inflación? ¿Cuál es la mentira de los medios no oficialistas?
"Los maleducados son ellos", acusa el Jefe de Gabinete en referencia a quienes se manifiestan contra el Gobierno. Sin embargo, la descalificación la hizo el Gobierno, no los pacíficos manifestantes. Las voces de calumnia innecesaria tuvieron nombres concretos como Carlos Kunkel, Luis D’Elía y el propio Abal Medina.
Los nervios pueden jugar malas pasadas, sobre todo cuando se ocupan cargos en el poder. Mejor que se tranquilice el Jefe de Gabinete; no vaya a ser que quede al descubierto el motivo de tanta preocupación y el tiro le salga por la culata.