Somos muchos los ciudadanos que no nos sentimos representados por el Gobierno Nacional ni por ningún partido político, y hemos iniciado un proceso en el que estamos despertando y reaccionando para sacudirnos el yugo denigrante de un gobierno que sobradamente ha demostrado que muy poco tiene de democrático, nacional y popular, y mucho de autoritario, llevando la corrupción a niveles escandalosos.
El kirchnerismo no es, seguramente, el creador de la corrupción, pero con su abuso de poder ha intensificado los vicios de esta falsa democracia en la que somos víctimas de una grave distorsión: nos hacen creer que el acto más democrático y soberano es votar y que es de buenos demócratas aceptar lo que eligió la mayoría, como si esto diera a los elegidos derecho a cualquier cosa…
Ante el disenso, la respuesta es también un error: “Si no están de acuerdo, hagan una propuesta, preséntense a elecciones y gánenlas”, ¡como si los ciudadanos que no votamos al oficialismo de turno no tuviésemos derecho a ser escuchados!
Propuestas nunca faltarán, pero la cadena infame de falsas promesas, confianzas traicionadas y corruptos que, en lugar de representarnos se convierten en nuestros propios verdugos, sigue y seguirá, mientras no generemos desde el pueblo un cambio profundo, ético, político e institucional.
El 8 de noviembre, todos los que soñamos con otra Argentina debemos salir a la calle buscando que este Gobierno revierta sus políticas, pero queriendo ir más allá…
El pueblo ya se puso de pie, ha redescubierto su dignidad y buscará caminos para volver a ejercer su soberanía, que un día le arrebataron los populismos alienantes y los políticos profesionales que lo redujeron a una simple suma de votos para llegar al poder, buscado éste como fin en sí mismo y no como medio para servir al bien común.
Urge una nueva clase política dispuesta a hacer las cosas bien y con otras "reglas de juego": con decencia, transparencia y verdadera representatividad, que implican someterse al más estricto control popular de sus funciones y a la revocatoria de sus mandatos.
¿De quiénes pueden surgir estas propuestas? ¿De los aparatos políticos que han hecho del poder público un negocio fácil e impune? Por cierto que no. Deberá surgir del pueblo, de nosotros.
Convencidos de que estos cacerolazos son el inicio de un proceso de liberación popular es que debemos decir ¡presente!, porque si hemos llegado a situaciones tan penosas se debe también a nuestra complicidad por la pasividad o falta de compromiso, ya que "los pueblos tienen el gobierno que se merecen, producen…¡o aguantan!!!
Por eso el 8 de noviembre… deberá quedar bien claro que… somos muchos los que ya no aguantamos más.
Mónica Susana Moore y Ciudadanos por la Dignidad y la Soberanía (Patio Olmos) Córdoba