Se me ocurren una serie de reflexiones luego de una semana de aquel histórico #8N, y creo que tengo la necesidad y obligación de compartirlas.
Soy uno de aquellos que se dirigió directamente a la Quinta Presidencial para mostrar el descontento y la desolación en la que me encuentro frente a la muralla que ofrece un gobierno que no da pie con bola y que lo único que hace es reafirmar su rígida vocación absolutista, sorda y sin un camino de consenso.
En esta semana escuché de todo: desde los que plantean que esta marcha fue una muestra de reclamo a la presidente y a la oposición frente al proyecto político populista del vamos por todo, hasta aquel diputado que en estado de crispación y enajenación permanente, que no ha presentado un solo proyecto desde su ingreso en el Parlamento y que habló con una liviandad y desasosiego dignos de alguien con un "estado alterado de su personalidad", tildó al gobierno autónomo de Santa Fe de "narcosocialista" y a mi me llamó zombie. Me refiero al "Cuervo" Larroque.
Escuché voces lúcidas y de las otras. Escuché algunas palabras de la primera mandataria, no demasiadas porque el que termina crispado soy yo.
No se sinceramente cuántos son los que están convencidos desde el corazón que con este proyecto vamos a la liberación. Intuyo que hay muchos que no quieren perder las prebendas logradas y se suben al caballo de la retórica de una "epopeya" inédita en la Argentina que nos llevará al Primer Mundo. Intuyo también que dentro del entorno aulico de una presidente sorda sin argumentos sólidos existe un grupo que está tratando de resistirse porque este camino, casi sin retorno, los lleva a su muerte política.
Escuché decir que este proceso "revolucionario" nos lleva a una independencia absoluta. Lo vi a Macri en el recital de Kiss, mientras una verdadera catarata de agua nos inundaba hasta los balcones. Lo vi al gobernador Scioli, guiando un sulky por calles inundadas para ir a jugar un partido de fútbol en su quinta "La Ñata", mientras que a miles de argentinos que viven en la indigencia mas absoluta se le volaban los techos. Frente a eso, su silencio de radio me aturde.
No escuché ni vi al millonario vicepresidente, casi guardado en una caja con 4 llaves y sospechado de negociados ilícitos pero apañado por el poder que lo rodea.
Escuché, vi y reflexiono.
Mi marcha no fue dirigida a la oposición. En primer lugar porque creo que si bien no existen referentes que hoy puedan hacer frente a este desafío institucional de enorme envergadura, son vapuleados permanentemente desde el lugar que le dio a LA MANDANTE ese 54 % que ella asumió como definitivo y como cheque en blanco para hacer lo que le plazca y sin la menor noción de lo que se viene. Todo parece ser urgente, de emergencia y sin claros objetivos.
Creo que esa oposición no sabe muy bien cómo responder porque todo se alejó de la política convencional para entrar en el camino de las alternativas que hay que encontrar para oponerse al capricho de una insanía que nos está llevando puestos a todos.
Ese poder encabezado por una presidente inepta lo encontramos defendido por personajes que no representan a nadie: llámese Diana Conti, Bonafini, Carlotto, Anibal Fernandez, De Petris, D'Elia, el insólito e inútil periodismo militante, Carta abierta (o sobre cerrado, como lo bautizó un gran periodista argentino), los cada vez menos representativos energúmenos de organizaciones como La Cámpora, Kolina, Unidos y Organizados,
No es a la oposición, en mi caso, a la que fui a reclamar. Eso puedo hacerlo en otros foros. Acá reclamé ante un Estado anómico, perverso, incoherente y vacío. Reclamé porque los jueces no pueden ser empleados el ejecutivo. Reclamé porque yo no me puedo hacer cargo de mi propia seguridad ni física ni jurídica. Reclamé que me permitan hacer lo que mejor se hacer y lo que tengo derecho a hacer en absoluta libertad. Reclamé porque el hambre está haciendo estragos y toda esta caterva de incompetentes se enriquecen sin límites. Reclamé porque la violencia nos incinera. Reclamé porque no escucho una respuesta coherente de ningún funcionario que parece no estar habilitado para el puesto que ocupa. Reclamé porque no creo que el pull cada vez mas concentrado de medios de comunicación estatales y para-estatales sea la solución que establece la Ley de Medios contra los monopoios. Reclamé porque quiero transparencia de un poder que cada vez se aleja mas de la realidad y en cada escalada, que ya parece ser diaria, no quiere entender de qué hablo. Reclamé porque el verdadero narcotráfico vino definitivamente a la Argentina para solventar un Estado que se cae a pedazos. Reclamé porque es posible encontrar alternativas distintas ante un mundo que no es el de 10 o 20 años atrás y se requieren estadistas, no relatores de pacotilla que me venden epopeyas que no existen. Reclamé porque quiero saber dónde está el dinero que se robaron. Reclamé porque quiero saber donde está el Ministro de Salud mientras la desnutrición es una pandemia mortal. Reclamé porque las enfermedades producto de la miseria nos muestran una realidad que el poder desconoce. Reclamé porque soy un ciudadano que merece que se le responda con coherencia y no con estupideces dichas desde un atril. Reclamé porque estoy casi seguro que nuestros jubilados nunca cobrarán lo que les corresponde y los que venimos en la cola, tal vez jamás nos jubilemos. Reclamé porque esta no es una cuestión ideológica, esto es estructural y merece ser tratado como tal. No creo que hombres de derecha, de centro o de izquierda puedan discutir la corrupción institucional. Acá no hay ideologías en juego, hay reglas siniestras que se deben cambiar. Eso reclamé y no exactamente a la oposición.
Saúl Cymbalista
socymba@gmail.com