"Al
doctor Rato le digo, que se preocupe alguna vez de ayudar a la Argentina. De
ayudar, pero en serio. A ver, doctor Rato, si empieza a tener un gesto de
solidaridad con este pueblo que salió por sí solo de una de las peores
situaciones que se pudo tener. (…)La Argentina es un país independiente,
soberano, que sabe como tiene que administrar sus cosas”, le
tiró mal al titular del FM
A ojo de buen
cubero, luego de escuchar esto, cada vez se entiende menos. Y lo peor, es que
cuando Kirchner utiliza el estrado del Salón Blanco para propalar esta sarta de
sandeces, los aplausos atronan el recinto. Pues en
realidad, no se alcanza a comprender que están celebrando. Porque,
sinceramente, no se ha decretado la independencia económica y política;
evocando aquel delirio duhaldista de consagrarla el 9 de julio de 2002. Delirio
cesarista de carnaval que, como se puntualizó anteriormente, quedó tirado
junto a la sangre y las balas del Puente Pueyrredón un 26 de junio del mismo año.
Tampoco se puede afirmar que Kirchner es Perón, o un clon
del líder justicialista. Aquel que, en 1949, sí pudo decirle al pueblo
argentino que su patria era económicamente libre, socialmente justa y políticamente
soberana. Por un tiempo así fue, por lo menos para aquellos que continúan
amando a la figura del General, ése que dijo que la “única
verdad, es la realidad”.
Sí, bwana
¿Cómo se
atreven a meter las narices, si el bueno de Alberto Fernández se declara en
persona garante de la libertad de expresión en este país?.
Pero ni el presidente ni el jefe de ministros parecen caer en
la cuenta de una verdad de Perogrullo. Que el citado Perón tuvo siempre muy en
cuenta, puesto que el precio de tener una prensa genuflexa siempre se paga muy
caro. Lo del diario de Yrigoyen, si bien es un mito, es dable concebirlo para
ilustrar la estupidez de los gobernantes que pretenden seguir transitando calles
donde se exhiba una realidad de cartón pintado.
No es amarillismo señalar críticamente los errores de una
gestión, es un gesto de buena voluntad, para que se modifiquen algunos rumbos
para el bien de todos. Pero si se empeña sordamente en creer que no necesita de
nadie, viendo enemigos supuestos o reales debajo de cada baldosa, esa única
verdad lo señalará con el dedo.
Fernando Paolella