Disfruto, como muchos de ustedes, las comodidades de la rutina cotidiana, la seguridad de lo familia, la tranquilidad de la repetición. Las disfruto tanto como cualquiera de ustedes.
Pero debido a la gravedad de los acontecimientos que estamos viviendo, pensé que podríamos tomarnos algo de tiempo fuera de nuestras vidas diarias, sentarnos y tener una pequeña charla.
Hay, por supuesto, aquellos que no quieren que expresemos nuestras ideas sobre la realidad. ¿Por qué? Porque mientras la fuerza y la coacción siempre podrán ser usadas, en lugar del diálogo, para obligarnos a actuar de determinada manera en un determinado momento, las palabras, por otro lado, siempre retendrán su poder.
Las palabras son el símbolo, el camino hacia un significado. Y para aquellos que las escuchen, ellas anuncian la verdad.
Y la verdad es… Hay algo terriblemente mal con este país, ¿no?
Inseguridad e injusticia; intolerancia y opresión; hipocresía y doble moral; negocios y muerte; ignorancia y violencia; pobreza y discriminación; mentiras e impunidad; relato y realidad.
Y cuando antes teníamos la libertad de criticar, de pensar y de hablar como veíamos conveniente, ahora tenemos cuidado. Prevalece el miedo. Pensamos lo que vamos a decir dos veces antes de decirlo, por temor a ofender el relato oficial, que está constantemente descalificando nuestras ideas y pidiéndonos sumisión a través de todos los métodos posibles. Si nos negamos a esto, y presentamos nuestro libre pensamiento, somos considerados unos gorilas, destituyentes, golpistas, burgueses, oligarcas, anti patrias, traidores, etc.
¿Cómo pasó esto? ¿De quién es la culpa?
Ciertamente, hay quienes son más responsables que otros, y ellos tendrán que rendir cuentas algún día, ya sea ante la justicia del Derecho, o ante la justicia de la vida.
Pero en definitiva, la verdad sea dicha, si estamos buscando al culpable, tan sólo tenemos que mirarnos en un espejo.
Sé por qué lo hicimos. Sé que estábamos asustados. ¿Quién no lo hubiera estado?
2001-2002: caos económico, desnutrición, pobreza, muerte, desamparo, deuda, desempleo, falta de representatividad política, confiscación de los ahorros de la vida de cada persona, delincuencia, marginalidad.
Había una gran cantidad de problemas que conspiraron para corromper nuestra razón y robar nuestro sentido común. El miedo tomó lo mejor de nosotros y nos sometió a nuestros más profundos temores.
Y en medio del pánico, las circunstancias condujeron a que los argentinos depositáramos el poder y la confianza, a través del voto, en el entonces presidente Néstor Kirchner, y en la ahora presidente Cristina Fernández, para que nos defiendan del terror y la hecatombe.
Ellos prometieron orden, prometieron paz, prometieron trabajo. Cumplieron con una parte: el caos terminó. Pero los pobres siguieron siendo pobres, los ricos cada vez más ricos, y la clase media, cada vez más castigada. De hecho, incumplieron con la mayor parte de los sueños de los argentinos, y desaprovecharon una oportunidad histórica de llevar nuestro país a estar entre las primeras potencias del mundo. Y, entre tanto, todo lo que estos gobernantes demandaron de nuestra parte fue silencio y consentimiento obedientes. El que no se disciplinó bajo el Relato Oficial, fue y es víctima de la crítica, persecución y condenas políticas, económicas y sociales más feroces.
Mi intención con este discurso es recordarles, que la equidad, la justicia y la libertad, son más que palabras. Son perspectivas de la vida y de la sociedad.
Así que, si parte de los que están leyendo esto creen que no han visto nada de esto; si los crímenes de este gobierno siguen siendo desconocidos para ustedes, entonces les sugiero que sigan actuando pasiva y obedientemente.
Pero si ustedes ven lo que yo veo, si se sienten como yo me siento, y si buscan lo que yo busco, entonces les pido: abracen de nuevo al sentido común, sin abandonar la razón; infórmense de diversas fuentes y construyan un pensamiento crítico e independiente; no tomen a nada ni a nadie como la verdad absoluta revelada. Ni siquiera a mí.
Alcemos de nuevo las banderas de la verdad, de la justicia y de la libertad. Y juntos liberémonos de una vez del yugo de los corruptos, los hipócritas y los mentirosos. Pacíficamente, a través de los canales que nuestra cultura democrática y nuestra Constitución republicana nos otorga. Pero hagámoslo de una vez.
Seamos, finalmente, la Argentina grande que todos soñamos ser, con ética republicana, moral democrática, desarrollo y ascenso social; un país donde tengamos más participación ciudadana, igualdad de oportunidades y, sobre todo, paz.
Axel Vargas
AMEN.-
Para ese país soñado hacen falta políticas de estado y acabar con la corrupción. Hay otros países que tienen la misma edad como nación que nosotros pera ya actúan como adultos, nosotros seguimos pareciendo unos adolescentes caprichosos sin futuro!
Falta la referencia a la película V de Vendetta, de donde fue extraído y parcialmente parafraseado el texto. Obs: es confuso que la web de el OK del comentario enviado y el captcha luego muestre error.
En el texto original que envié a tribuna escribí, al final del artículo: (Basado en el discurso del protagonista de la película “V de Venganza” (2006), ¡la recomiendo!) Lamentablemente cuando subieron el artículo lo sacaron, pero lo vuelvo a poner aquí. Saludos
Muy bueno tu artículo Axel. Lo que está pasando es que está saliendo a la luz que no se come con 6 pesos y que ya ni el clientelismo alcanza. Cuidado porque cuando se empieza a notar la crisis se empieza a extremar la caza de brujas. Están viendo si ordenan la detención de Moyano!!!??