Tenemos tanta facilidad para trivializar lo grave, que parecemos niños. Tanta escasez de voces que hablen desde la coherencia, que parecemos huérfanos.
A veces pienso que lo digno de estudiar no es tanto lo que pasa, sino el mecanismo que nos llevó a esta situación tan rara de impotencia intelectual. No hay sildenafil que erecte el bocho.
Los que escribimos estas crónicas de la sinrazón hacemos una suerte de periodismo clandestino, y somos los “Salieris de Discépolo”.
De árboles y bosques
El guiso informativo nos embauca, nos bombardea de forma tal que terminamos abarrotados, y todo tema pasa a tener una importancia similar. Nos equivocamos; falta quien venga a discriminar, a separar las arvejas y las papas, del pedacito de chorizo colorado.
La fragata es liberada y vuelve, y empieza el Boca-River del relato. A nadie le importó investigar acerca de por qué motivo ese navío tenía una matrícula de buque de servicios, y cómo fue que esa matrícula cambió en medio de las negociaciones para reclasificarla como “buque de Guerra”, y así poder liberarla.
Alcanzó con que la OMI diga que no era el número asignado, y que nunca lo había tenido. Y nadie se preguntó por qué en todas partes figuraba con un número de IMO, que empezó a desaparecer de las publicaciones, luego de la negociación.
Se desatan, en Bariloche, los saqueos de diciembre, y todos pendientes de la discusión sobre si se llevaban un LCD o un bolsón de pañales. Se llevaban las dos cosas. Son saqueadores, pero no tontos.
Lo que nadie investigó a fondo fue el detonante. Nadie quiere decir con claridad que los saqueos de Bariloche fueron organizados y formaron parte de una interna del PJ, entre el montonerismo gobernante y el PJ de derecha que tibiamente les resiste, con Pichetto, entre dos fuegos supuestamente amigos.
La Presidenta viaja a Dubai y nos entretenemos con el costo del hotel donde se aloja. No he visto mucho análisis acerca de los acuerdos sobre energía nuclear, tímidamente anunciados. Es más importante Moreno con Maradona y la bandera anti Clarín.
Una diputada nacional presenta un pedido formal de juicio político contra la Presidenta de la Nación. El tema, que de haber sucedido en cualquier otro país sería tapa, con letras catástrofe, en todos los medios, aquí aparece perdido en un recuadro, debajo del último romance de verano. Parece tener más importancia lo que declare Ricardo Darín.
Nadie se dedicó a profundizar en los motivos de un pedido de semejante entidad. Tenemos el sentido común, de vacaciones.
Amado Boudou es, en este momento, el Presidente de la Nación. Nadie le ha prestado demasiada atención al hecho de que estemos presididos por un personaje de esa calaña. Me quedaría más tranquilo si se tratara de Michael Corleone. Respeta ciertos códigos.
Y bogamos con ese rumbo incierto, que pasa por la indignación efímera hasta el próximo escándalo, y se balancea en esa imposibilidad de tamizar lo grave, de lo trivial. Siempre nos quedamos hablando sobre el árbol, mientras en el bosque habitan seres peligrosos, que hacen grotesca alquimia con nuestras esperanzas.
En promoción por el descenso
La política en la Argentina se ha trivializado tanto, que está a la altura de la farándula, del chismorreo de peluquería de barrio. La opinión pública es una mujer sentada bajo el secador de pelo, que se mira las uñas y habla con la de al lado acerca de las andanzas del carnicero con la viuda.
En ese contexto, no extraña que De Narváez aparezca cocinando, que Mac Allister sea elegido candidato, o que Donda en lugar de responder sobre su participación en los destrozos a la Casa de la Provincia de Tucumán, ande por la playa exhibiendo a Vic y a Toria.
Los medios de información tradicionales están a la altura de un programa vespertino, donde discuten las vedettes un rato, para irse luego a cenar juntas.
La Nación hoy es lo que era Clarín en el pasado. Clarín es lo que era Crónica y Crónica es una bailanta cumbianchera. La grasa de las capitales.
Entonces, Nelson Castro se hace el indignado por el olor de la basura en Buenos Aires, y le pregunta cuatro veces lo mismo a Larreta. Omitiendo prolijamente preguntarle por qué motivo hay tanta gente durmiendo a la intemperie en la Ciudad, sin otro techo que la marquesina de un local, sin ilusión y sin fe.
Y no sorprende para nada que Feinmann se haya convertido en un personaje de farándula, jugando al fiscal popular, pero desde C5N. Un librepensador y outsider pero de mentiritas. Casi un periodista.
Algunos nos miramos entre nosotros, sin entender del todo cómo es posible que hayamos descendido tanto a este infierno de exultante mediocridad. A esta incapacidad de enfocar adecuadamente lo importante. A este intelecto que, en lugar de pisarla y tocar, le pega de puntín a la platea.
La Argentina, internada en un geriátrico, llora por los hijos que le salieron chorros, pero también por los que le salieron giles.
Fabián Ferrante
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