En la Argentina no hay oposición. Esa es una afirmación sistemáticamente repetida por periodistas y analistas. Si bien esta conjetura podría ser considerada acertada no debemos olvidarnos de un viejo y probado principio de la Ciencia Política. Cuando los partidos opositores no son realmente una alternativa, la oposición puede nacer de la propia fuerza que ocupa la Presidencia.
Aunque hasta ahora no han sido más que señales, cualquier observador podría identificar que Daniel Scioli está comenzando a distanciarse del Gobierno Nacional. Dentro del escenario actual Cristina y Scioli se necesitan el uno al otro. La Presidenta requiere de la formidable imagen positiva del Gobernador para las legislativas de octubre y el Gobernador precisa de los fondos nacionales para afrontar las obligaciones provinciales. Probablemente sea este delicado equilibrio el único elemento que haya evitado, o al menos postergado, una fractura.
A continuación los tres elementos que transforman a Scioli en un hábil y silencioso opositor.
El principio de guerra que el Gobernador ha entendido al pie de la letra es el enunciado: “Las batallas hay que darlas cuando ya están ganadas”. Sus manifiestas aspiraciones presidenciales (solo si Cristina no se presenta) corren exactamente en ese sentido. En caso el Frente para la Victoria no alcance los votos suficientes en las elecciones de Octubre para forzar una reforma constitucional, Scioli habrá ganado la batalla contra el Kircherismo sin siquiera haberse ensuciado las manos. En un escenario poselectoral sin re-re-elección no será difícil para el Sciolismo encolumnar a todo el peronismo y borrar de un plumazo a los obsecuentes y aplaudidores “Kirchneristas duros” del escenario político.
En segundo lugar su táctica de no confrontar. Si bien muchos lo han acusado de no tener coraje y haberse dejado “pisotear”, el ex-motonauta ha sabido diagramar una estrategia altamente efectiva. Su accionar se basa sobre el principio de que el peor enemigo es aquel al que no se puede enfrentar. El Kirchnerismo, especialista en confortar con todos y todas, encuentra en Scioli un adversario que “tira la pelota afuera” y no participa del juego que Cristina y Néstor juegan (mejor que nadie) desde 1987. Si una persona común y corriente tuviera que pelear con Maravilla Martínez lo más inteligente seria alejarse de un ring. Es justamente eso lo que está haciendo, muy hábilmente, Daniel Scioli.
El tercer y último aspecto por el que Scioli es el mejor de todos los opositores también puede ser sustentado desde la Ciencia Política. Los partidos “catch all” o “captura todo”, son aquellos que se ubican en una posición estratégica dentro del espectro ideológico, la cual les permite captar la mayor cantidad de votos posibles. La manifiesta no-ideologización del Gobernador le permitiría hacerse tanto los votos del electorado K como del electorado anti-K. Daniel Scioli ha logrado esquivar la polarización de la sociedad y quizás sea el único político argentino capaz de cultivar apoyos dentro de sectores altamente enfrentados.
El futuro político de la Republica Argentina se jugará en las elecciones del presente año. De su resultado dependerá el fin del ciclo Kirchnerista o, en su defecto, el poder total K. Un sistema de partidos fragmentado en una elección fragmentada (como los son las legislativas) abren las puertas a cualquier tipo de resultados. El rol de Daniel Scioli en el proceso será, sin dudas, trascendental.
Santiago Pérez
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