Mientras algunos opositores y periodistas hablan de fin de ciclo y de manteles que la Presidenta estaría tirando al piso, el sistema de adoctrinamiento del oficialismo avanza contra todo aquel que se enfrenta a la perpetuación en el poder.
La novela satírica de George Orwell seguramente no formará parte de la bibliografía recomendada por La Cámpora Secundarios. Mucho menos será mencionada por Cristina Fernández de Kirchner en sus tuits en que sus dedos, o los de vaya a saber quién, recorren descontroladamente el teclado de un celular.
En los últimos días, dirigentes como Elisa Carrió hablaron de la desesperación del gobierno por garantizar la impunidad cuando pierdan el poder. Pero, ¿acaso la intención de la reforma judicial y el blanqueo de capitales es una respuesta a un par de fiscales independientes y al resurgimiento del periodismo de investigación encarnado con el rescate de algunas historias conocidas por Jorge Lanata?
Cierto es que PPT logró algo inédito: testigos de hechos de corrupción que involucran a las más altas esferas del gobierno hablen en cámara, a cara “lavada”, con nombre y apellido. Otra es la historia del devenir en el palacio de la “injusticia” argentina.
Sin embargo, analistas y algunos dirigentes políticos que están haciendo lo posible e imposible para que los referentes de la oposición entiendan de que ésto solo es el comienzo de una avanzada mayor por parte del gobierno, conjeturan que Cristina solo está marcando la cancha y preparando el terreno para la eternidad o para preparar a un delfín de su más estricta confianza y cercanía.
La posibilidad latente de una intervención al Grupo Clarín, la criminalización de la protesta social, el crecimiento de grupos de choque, el seguimiento a los opositores, la reforma judicial, la prohibición a conseguir legalmente moneda extranjera, los nuevos controles para salir del país, el aumento del clientelismo político y la batería de pequeñas trampas que empiezan a salir a la luz en el padrón electoral, demuestran que el cristinismo no está armando el bolso para irse a su casa.
“Con otro cacerolazo masivo no hacemos nada”, me confiesa un referente social con llegada a Hugo Moyano, quien agrega que “algunos piensan que vamos a tomar el poder con velas y no son capaces de juntar tres personas que fiscalicen para el descontrol que será octubre”. El hombre está molesto con Elisa Carrió, la persona que ve con más posibilidades de crecimiento electoral pero que se demuestra intransigente. Mientras tanto, la ley antiterrorista avanza. Las redes sociales son un hervidero donde los críticos descargan su bronca. Los pocos periodistas de investigación que sobrevivieron estos años sufren amenazas verbales, psicológicas y observan cómo la bronca colectiva puede pasar a mayores en cualquier momento. El gobierno rompe el silencio y sale a bancar al ex presidente Néstor Kirchner “porque no se puede defender” pero “no está muerto sino que vive en el corazón de nosotros”.
El relato sigue haciendo estragos entre miles de jóvenes que nacieron con el kirchnerismo y es lo único que conocen. El relato pervierte el sentido del periodismo y de la crítica en sí. La mentira se desplaza como un virus incontrolable y el cinismo de vivir como reyes llenándose la boca con las palabras inclusión y pobreza, se justifica por una causa religiosa, superior, fantástica. El modelo. Pero el modelo está descascarándose y el autoritarismo está a la vista. Ya no importa engañar a los tibios sino que ahora hay que excluirlos o silenciarlos. Solo hay lugar para los “nuestros”, dicen.
El fascismo actual mete en una misma bolsa a un debate en medios oficialistas sobre los párrafos del Himno Nacional que fueron extraídos sobre los pueblos originarios y la matanza del presente que sufre la familia de Félix Díaz por no arrodillarse ante el gobernador formoseño. La solidaridad selectiva permite subvencionar cursos contra la violencia de género mientras las viudas del poder gritan piedad. La doble moral de la Presidenta aplaude haber recibido a un joven militante del PRO por sufrir insultos en la Plaza del 18 de abril ninguneando a los millones que salieron a la calle pues “quieren viajar a Miami” o “salieron con los que queman cigarrillos en los cuerpos de personas”. Una frase la dijo el millonario ministro Julio De Vido y la otra, la propia Cristina.
La semana pasada, el vicegobernador chaqueño, Juan Carlos Bacileff Ivanoff, muy crítico de Capitanich, denunció un atentado al local de su hijo mayor pero defendió “la libertad total de expresión que existe en el Chaco”. Bacileff Ivanoff comenzó una entrevista que le hicimos en Ahora es Nuestra la Ciudad luego de cinco minutos en que intenté explicarle por qué había hablado de “Bonos Baez” antes de que la nota comenzara. No quiso escuchar. Tato Bores se reía desde el cielo. Nuestros funcionarios le dan cátedra a los comunicadores pero no admiten crítica alguna. Cuando le recordé las denuncias de intendentes y gobernadores que denunciaron discriminación en el reparto de la coparticipación, el vice chaqueño dijo que “Cristina ayuda a todos por igual”.
Hace unos días, un niño chaqueño fue aplastado por la basura en los alrededores de Castelli, ciudad en que nació Bacileff Ivanoff. El vicegobernador dijo que era una desgracia pero que “"les construimos la casa de material pero ellos construyen una casa de barro después de que se la tiramos por el calor". No se quedó ahí: "La gente construye su casita cerca del basural para tener la primicia de tomar cosas que tiran y que le puedan servir (SIC)". ¿Progresismo?
En Rebelión en la Granja, Orwell se ríe de Stalin. La novela fue escrita durante la Segunda Guerra Mundial pero fue conocida por el gran público recién en los cincuenta. Es una sátira genial de la corrupción y el cinismo de la Rusia stalisnista. La novela llegó al cine. ¿Se imaginan una investigación periodística sobre el kirchnerismo en los cines? Hace poco le consulté a un par de directores si se animaban a filmar El negocio de los Derechos humanos. “El guión lo tengo armado y tengo en la cabeza quiénes podrían actuar en la película, por ejemplo, Julio Chávez podría hacer de Sergio Schoklender y se me ocurren algunas actrices que podrían representar a la Madre putativa”. Los dos directores se quedaron mudos, se miraron y empezaron a reírse a carcajadas.
“¿Quién te imaginas que financiaría ese proyecto? ¿Vos te pensas que algún actor se quemaría de esa forma?”. Avizoro que cuando caiga este sistema de poder y de pensamiento, una oleada de aire fresco ventilará al mundo de la cultura. Por ahora, los cerdos siguen teniendo el control, en la granja y afuera también.
Luis Gasulla
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