"Yo no quiero ver a la Presidenta en la tele, quiero verla en la vida real", decía Agustín, un niño de cuatro años que rogaba a su padre ir a la celebración de la “década ganada”, el pasado 25 de mayo en la plaza.
El video de ese pedido en plena vía pública se viralizó y muchos llegaron a pensar que podría ser una buena estrategia del equipo de comunicación de la Presidenta colgarse a esa sensación. Así fue, tres días después de que el padre del niño, Sergio Haraut, subiera el video a YouTube, fue contactado por los secretarios de Cristina Fernández para visitarla en la Casa Rosada.
El pequeño apareció el martes en unas imágenes subidas por su padre en esa red social, donde se lo veía enojado en el viaje camino de vuelta al acto del 25 de Mayo, al que no había podido llegar porque había mucha gente.
Según pudo verse en los últimos días en Twitter y acorde con diferentes fuentes consultadas por este medio, todo el episodio tuvo poco de espontáneo.
“Toda la secuencia fue armada en Casa Rosada”, confió una fuente que forma parte del aparato comunicacional estatal.
Si bien la idea surgió de más arriba, parte del hacedor de la iniciativa habría sido el camporista y diputado Andrés “Cuervo” Larroque, amigo del padre de Agustín.
La misma noche del encuentro, Haraut -quien se define como “100% kirchnerista"- publicó en sus cuentas de Facebook y de Twitter los regalos que le dio la Presidenta, tanto a él como a su hijo. Sin embargo, días después, la propia jefa de Estado a través de la red social que más le gusta aclaró que el padre del niño no era militante ni afiliado a ninguna agrupación política, desconociendo que el propio Haraut reconocía que sí.
Difícil es imaginar si el armado de la escena arranca desde el enojado pedido del niño de la mano de su padre o si fue recién a partir de allí que surgió la idea. Lo que está claro es el Gobierno no deja nada al azar, al menos si a visitas por la Rosada se refiere.