Por supuesto que la Presidenta aún no toma nota de lo ocurrido el domingo, o al menos no como debería. Piensa que fue un “error” de la sociedad y que pronto pasará.
La paliza que las urnas le dieron al oficialismo el domingo pasado demostró varias cuestiones:
-Que ningún gobierno que aspire a quedarse 50 años en el poder tiene mucho que ver con la democracia.
-Que el voto lástima del 2011 tenía fecha de vencimiento.
-Que la corrupción se metió de lleno en el top 5 de los flagelos que más preocupan a los argentinos.
-Que nada puede estar bien si los funcionarios columna del gobierno nacional tienen prohibido aparecer en los actos de campaña porque restan votos, y si los propios candidatos provinciales le piden a Cristina no brindarles apoyo con su imagen porque bajan en las encuestas.
Sin embargo, Cristina Fernández, al igual que con las reiterativas marchas y protestas contra el gobierno que se han venido dado desde el año pasado, piensa que el descontento social se debe solo a una variable, principalmente económica, que pude ser modificada en el corto plazo y que de aquí a octubre “se resuelve” todo.
Después del domingo se habló de un cambio de gabinete para renovar el aire fétido de corrupción que inunda Balcarce 50. Pero no se prevé que la Presidenta llegue tan lejos si incluso Amado Boudou ha venido ostentado su cargo pese a todo. No es su estilo.
Un presunto enroque entre las figuras más expuestas del equipo económico parece perfilarse como una buena opción para Cristina.
"Cristina echa a Moreno y listo el pollo", le habría confesado un importante operador kirchnerista al periodista y experto en imagen y comunicación Diego Dillinberger.
Hernán Lorenzino, Axel Kicillof, Mercedes Marcó del Pont y Guillermo Moreno se verán movidos en el tablero de ajedrez que Cristina piensa ganar antes de octubre. Sin embargo, tal como ella acostumbra, esos desplazamientos no son definitivos, incluso, suelen parecerse más a un ascenso que a un llamado al ostracismo, en el que el Banco Central se disputa como premio mayor.
Luego del fin de semana resonó con fuerza un rumor que se parece mucho al estilo de la Presidenta: convocar a viejos conocidos para nuevos cargos y no innovar. El nombre de Roberto Feletti resonó como candidato al ministerio de Economía para reemplazar a Lorenzino, sin respeto entre sus pares y condenado por la sociedad luego del “me quiero ir”.
El contador público se desempeñó desde 2006 como viceministro de esa cartera hasta su elección como diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las elecciones de 2011, por el Frente Para la Victoria.
José María González