El caldeado debate en TN entre los tres principales candidatos a diputados nacionales relanzó una campaña electoral que se esfumó de los noticieros televisivos por la conmoción que provocó el estado de salud de la Presidenta de la Nación.
Por una cuestión azarosa, Cristina Fernández de Kirchner sufrió una caída al día siguiente de las elecciones primarias del pasado 11 de agosto y, 50 días su cuerpo acusó el impacto. El primer chequeo en la Fundación Favaloro descolocó a los medios de comunicación afines al gobierno que no sabían qué contar y no querían darle la trascendencia ni el enfoque que los principales periodistas del Grupo Clarín ofrecían alertando sobre los riesgos que significaba Amado Boudou como Presidente interino. El tan denostado periodista y médico, Nelson Castro, finalmente tenía razón y, a pesar de los pedidos de Hebe de Bonafini en 678 para que no le dieran aire en “nuestro canal” —por la Televisión Pública— el autor de “Enfermos de Poder” continuaba explicando sobre las causas y consecuencias de una intervención quirúrgica “sencilla”.
Castro se preguntaba por qué razones Cristina no quedó internada al menos 24 horas tras los estudios realizados. Al día siguiente, la Presidenta volvió a sentirse mal y recurrió a la Fundación Favaloro, nuevamente, en un auto oficial ubicada en el asiento delantero. Su foto, sin maquillaje, con anteojos negros, devastada, recorrió el mundo. Con los antecedentes que tiene el kirchnerismo en apropiarse de las causas más nobles de nuestro país, de su historia y explotar los sentimientos más primarios de las personas, es posible preguntarse, sin que esto implique dudar de los reales problemas de salud de Cristina ni del golpe que sufrió en su cabeza:
¿Existe una utilización política y electoral por parte de un sector del gobierno nacional del frágil estado de salud de la Presidenta de la Nación? En ese sentido, ¿Por qué no quedó internada tras el primer chequeo? ¿Es posible imaginar que, con lo coqueta que es y las horas que pasa maquillándose —como ella misma relató en sendas entrevistas— haya salido a “cara lavada” sin tener intención de mostrarse ante las cámaras? Luego de tomar medidas económicas favorables a la clase media, aumentar el mínimo no imponible, comenzar a abrirse al “diálogo” con periodistas y mostrarse más amable en general, ¿qué le queda por hacer a un Frente para la Victoria que parecía destinado al fracaso en las elecciones generales? ¿Cómo es posible que no se informara correctamente del golpe que sufrió la Presidenta? ¿Cuándo y cómo sucedió? ¿Es normal que sufra estas caídas?
Si se trata de un secreto de Estado como deslizaron algunos comunicadores, ¿por qué lo que antes se ocultaba ahora se cuenta? El supuesto aumento de imagen positiva de la Presidenta, ¿tendrá su correlato en votos en las próximas elecciones? Por último, ¿tener problemas de salud, convierte al enfermo en una mejor persona y en un político honesto?
El kirchnerismo es muy astuto en imponer la agenda mediático y los temas a discutirse en la sociedad. Quedó expuesto en el debate del día de ayer en TN en que la candidata de UNEN, Elisa Carrió, terminó dándole explicaciones a Juan Cabandie, del FPV, sobre sus ausencias en el Congreso Nacional, la supuesta falta de honestidad de algunos de los integrantes de su lista y las razones de por qué defendió, a capa y espada, a los hijos de Ernestina Herrera de Noble. Poco importa que el dirigente de La Cámpora reconoció que Marcela y Felipe no eran hijos de desaparecidos a pesar de que el gobierno aseguró, durante años, que así era.
Carrió denunció en soledad la persecución y su error fue esperar un agradecimiento de un grupo de medios que, a esta altura, está en otra cosa. La discusión ya era otra y la defensa de la candidata de UNEN era descontextualizada, en parte, por su propia verborragia. ¿Cuántas personas anónimas buscan su identidad y son consideradas ciudadanos de segunda por el gobierno que cree ser dueño de la bandera de los derechos humanos? ¿Dónde estaba Cabandié cuando echaban a los integrantes de la comunidad Primavera de la avenida 9 de julio? ¿Hizo algo para que la Presidenta recibiera y escuchara los reclamos de su líder Félix Díaz? ¿Ser hijo de un dirigente cuestionado convierte en ladrón a Juan Nosiglia? ¿Y qué sería Máximo Kirchner? ¿Es simpático que Carla Conte diga que odia a Jorge Lanata en cámara mientras que se ridiculiza a los “caceroleros” que critican a la Presidenta? ¿Es condenable la agresión a Cynthia García pero no así las amenazas que sufrió Sandra Borghi, notera de TN, quien trabajaba en la puerta de la Fundación Favaloro cuando se le acercó una mujer con una tijera no precisamente para cortarle las puntas de su rubia cabellera?
El kirchnerismo, a pesar de los golpes y las caídas, sigue siendo astuto para cambiar el eje y no se ruboriza ante su doble moral. Siempre va por más.
Pero a veces la vida da revancha y la soberbia de Juan Cabandié se dio un golpe más grande que el que sufrió la Presidenta. Los medios que demonizaban a Carrió quien enfrentó la estocada de un Cabandié que fue a "romper" el debate pues, perdido por perdido y de visitante, brilló para su tribuna, tuvieron que atajarse el papelón de "el invento político que creó Néstor Kirchner", como alguna vez me confesó un funcionario cercano al ex Presidente. El actual legislador nacional, no sólo chapeó con su pasado en el que habría defendido al país contra la dictadura, seguramente en pañales y con el chupete en la boca, y le recordó a una joven agente de tránsito del municipio de Lomas de Zamora que era hijo de desaparecidos. Eso es utilizar el pasado, frivolizarlo, abusar del poder, chapear por el revolucionario fin de zafar de una multa. Increíblemente, Cabandié terminó llamando al otro candidato, el "cordial" Martín Insaurralde quien terminó dando la orden para que despidieran a Belén Mosquera.
Lo que pasó después supera la ficción. Luis D´elia, por ejemplo, dijo que la joven debería pedir disculpas por grabar al dirigente camporista sin su autorización. 678 ofreció la escupidera a Cabandié para que se terminara de hundir ante la silenciosa mirada de sus panelistas. Los que abusan del escrache público y repudian las expresiones que les disgustan, salieron a defender a un tipo que usó el hecho de ser hijo de desaparecidos para no pagar una multa de tránsito. La superioridad moral de sus defensores autoexcluyó a Dante Palma de debatir en las redes sociales conmigo. Imposibilitado el diálogo en el canal "nuestro" como autoconfesó Hebe de Bonafini, prohibida la charla en radio pues Palma como tantos otros rehúsan de salir al aire en medios críticos y censurada nuestra voz en los medios estatales o paraoficiales, el twitter es la única herramienta para intentar intercambiar ideas en 140 caracteres.
Pero algunos son machos detrás de un teclado y otros piensan que son el Che Guevara bajando de Sierra Maestra por "repudiar" un intento de soborno. Seguramente Cabandié no hizo la denuncia pues para eso está Lilita, como le espetó a la líder de UNEN cuando ésta le preguntó por qué no denunciaba a Cristóbal López, Lázaro Báez o Julio De Vido.
El viernes pasado Ceferino Reato se reía de la palabra "repudiar". ¿Hay algo más “facho” que los progres que se la pasan repudiando al otro por tal o cual cosa? Mosquera ayuda a su madre en la verdulería del barrio luego de perder su trabajo por Cabandié, Insaurralde y compañía. También es joven y es argentina. La Patria es el Otro dice Cristina. Con el videito de Cabandié, la onda "paz y amor" del gobierno nacional y popular, concluyó y volvimos al veranito del 2012 en el que creían ir por todo. La apertura democrática, el monopolio de la lástima y la serenidad del oficialismo acabó contra el piso. Como Cristina y como el hijo de desaparecidos que pidió un "correctivo" para una chica que quiso cumplir la ley.
Luis Gasulla
Seguir a @LuisGasulla