Aquel enjambre de microuniversos dentro del cual se halla incluido el que nos contiene, según mi hipótesis, ese conjunto de supersoles que cual luciérnagas en sentido poético, se prenden y apagan, pronto dejará de destellar al ser absorbido por el entorno caótico. Ese será el fin de los universos pulsantes cual cósmicos corazones, esto es el cese de los ciclos. Aquí “pronto” puede significar, en tiempo cósmico, la friolera de por ejemplo 80.000 billones de años si en una suposición esos microuniversos pulsaran un millón de veces antes de ser tragados por la esencia caótica del entorno. Esto, basado en un cálculo simple aplicado a nuestro universo de galaxias, luego extrapolado a otros, cuyos pasos podemos describir así: si hasta la actualidad la expansión demandó unos 20.000 millones de años y nos hallamos teóricamente en la mitad del periodo expansivo, y si por lo tanto le sumamos otros 20.000 millones para la expansión futura hasta su límite, es decir, hasta la detención de la carrera de las galaxias, entonces obtenemos 40.000 millones de años que, multiplicados por un millón de pulsaciones nos dan la para nosotros fabulosa cifra de 80.000 billones de años. Sin embargo, no nos debemos asombrar, ¡para la eternidad esto es un instante!
¿Por qué supongo un proceso universal tan desmoralizante como la “muerte” de nuestro universo de galaxias y otros similares al cerrase para siempre la posibilidad de los ciclos? Es porque mi hipótesis apunta hacia la relatividad y transitoriedad de las leyes físicas que ningún dios hacedor ha creado, porque los dioses ¡terminantemente no existen! Luego somos por única vez como posibles dentro de los ciclos repetibles temporalmente también por única vez, ya que la esencia subyacente de las partes componentes del Todo, tales como la región “creadora” de supersoles estallantes o universos oscilantes, tomará los rumbos más caprichosos, descontrolados, hacia ¡la nada! como forma concreta donde ya nunca jamás serán posibles los átomos, las galaxias, las estrellas, los planetas, la vida… ¡nada!
Al perderse las leyes físicas locales, únicas que conocemos, aparecidas por única vez para formar ciclos, ya nunca más centelleará universo de galaxias alguno, y no sólo en esta región en la que estamos comprendidos con el nuestro, sino tampoco en región alguna, pues no tienen por qué, ya que no existe tendencia alguna hacia dichas leyes.
La disolución de las leyes físicas (y esto no es ciencia ficción alguna, sino una hipótesis de mi propia factura) traerá aparejada la detención de los ciclos, por ende ya nada de lo conocido será posible, ni siquiera la matemática, ya inaplicable al nuevo estado de cosas.
Aquí cabe añadir ahora, con referencia a las leyes físicas, que éstas no son únicamente circunstanciales y transitorias, sino además locales. ¿Qué significa esto?
Que ante este nuevo panorama expuesto según mi hipótesis, de un caótico Macrouniverso, las leyes físicas que conocemos, emanan tan sólo de nuestro universo de galaxias o del enjambre de estos y no del Todo universal o Macrouniverso poblado de multiversos.
En todo caso, se retirarán perecederamente en la “región de las posibilidades de la formación de los microuniversos”, pero no más allá. O tal vez ni siquiera eso, pues puede que en cada nueva pulsación se produzcan distintas leyes físicas en cada universo oscilante y… esto no es ninguna clase de ciencia ficción ni nada parecido. En efecto, es muy posible que en cada nueva expansión del microuniverso emerja con distinta turbulencia inicial, distinta intensidad de la energía gravitatoria y diferencias en el resto de las fuerzas que hoy conocemos.
Esto quiere decir que no es el Todo el que imprime las leyes físicas que establecen ciclos, sino que es un fenómeno local influenciado por el entorno el que las crea por una única vez en la historia del Macrouniverso, en ciertos puntos de éste.
Según mi hipótesis (y esto no es ciencia ficción alguna) estamos en presencia de microuniversos pulsantes perecederamente cíclicos, esto es acíclicos en la eternidad.
Por razones expuestas no acepto una de las teorías cosmológicas en boga, la del “retroceso del tiempo”; esto es una simple pseudociencia o ciencia ficción.
Según estos postulados insinuados por modernos cosmólogos como Hawking, quien también en un tiempo lo creyó, existirían “recuerdos del futuro” y no del pasado por parte de hipotéticos seres que retornarían a la vida para ir retrocediendo hacia el pasado. De este modo, según esta ciencia-ficción, si nuestro universo de galaxias una vez expandido al máximo comenzara a regresar a su punto de partida hacia un big crunch o hacia una concentración, para reiniciar una nueva inflación, o a introducirse en un colosal agujero negro –según las teorías- llegaría un momento en que todos los seres vivientes, incluido el hombre resucitarían. Todo se cumpliría a la inversa de la expansión con leyes al revés. Todos los átomos se juntarían nuevamente para formarnos desde cuando “éramos cadáveres”. Todo comenzaría en los cementerios con la exhumación en lugar de inhumación. Sería como proyectar una película al revés. Una vez recompuestos nuestros cuerpos muertos y desintegrados, volveríamos a parar a los hospitales u otros lugares de nuestro fallecimiento para recobrar la vida allí, la mayoría siendo ancianos, y comenzar luego todos a rejuvenecer para pasar por las ahora sucesivas etapas de la madurez, juventud, pubertad, niñez…¡Hasta introducirnos en el útero de nuestra madre y tornar a ser nuevamente fetos en involución, para finalmente llegar a convertirnos en cigotos, o aún menos que eso: espermatozoide por un lado y óvulo por el otro!
Ni esta, ni muchos otros disparates por el estilo, pueden entrar en mi hipótesis de las leyes variables suscitadas entre los universos oscilantes; sólo se trata en este caso de unas meras pseudociencias.
Ahora bien, retornando al tema serio, considero esta actual región de las posibilidades de formación de los “universos pulsantes de galaxias”; como un punto frente al Todo, quiero dar esta imagen, para que el lector comprenda en su tremenda profundidad la importancia del azar en la formación de nuestro mundo habitado y nuestra conciencia.
Somos casi imposibles, pero posibles al fin y al cabo si nos consideramos “fruto” del accionar de semejante “ente” ciego, pero rico en manifestaciones que es el colosal Universo o Macrouniverso.
¡Fuimos posibles como una casi nada por eliminación selectiva del todo colosal!
Ladislao Vadas