El funcionario parecía realmente preocupado. Saqueos, amenazas de nuevos conflictos sociales, el fantasma Moyano, cortes de electricidad, falta de agua, caos en la principal ciudad del país y los mismos escándalos de corrupción que aparecen en el momento menos oportuno. El gobierno parecer no poder consigo mismo. Arrastrado, el relato se le vuelve en contra como un boomerang. El ascenso de Milani, el plan para salvar a Hebe de Bonafini de otra presentación judicial, el salvataje económico a su Fundación -información que anticipé en Perfil.com la semana pasada y los dos grandes matutinos recién ahora se hacen eco- y el nuevo kiosco que están por inaugurar en la Ex Esma son los otros baches que el kirchnerismo tiene que saltar para autoproclamarse como "el gobierno de los derechos humanos".
Hace pocos días, a ningún periodista y comunicador del establishment -sea oficialista u opositor- se animaba a comparar la situación actual con el 2001: "Era otro país, no se puede comparar". Una de esas comunicadoras, en un programa en América TV, decía que en diciembre de ese año "la gente hacía cola en los aeropuertos para irse del país. Ahora hay trabajo". En fin, tras los 15 muertos y miles de comerciantes que perdieron sus ahorros, muchos comunicadores ya no son tan terminantes. El fantasma del 2001 está a la vuelta de la esquina. No se puede comparar. Esto pudo o puede ser peor. Hace dos décadas que el argentino siente que el poderoso es impune. El "que se vayan todos" ha vuelto. El ciudadano de a pie descree de todo, se ha violentado y la insensibilidad ciudadana se respira en el ambiente.
Los funcionarios del gobierno nacional y de muchas provincias, solo atinan a mirarse el ombligo y echar culpas. Por si fuera poco, estos saqueos serán recordados -como me comentaba el periodista José María Stella- como "los de la gente armada". En la Argentina de diciembre del 2013, en cada esquina surgió un Rambo. La insensibilidad y la doble moral no nació en las calles sino en los palacios. Estela de Carlotto reprodujo el "por algo será". Sofía Gala, la hija del símbolo de la frivolidad menemista, se reconvirtió al modelo nacional y popular y dijo que el luto no correspondía ante los saqueadores. Hay derechos humanos para unos. No para todos. El país con buena gente, que convirtió en eslogan el gobierno, debería aclarar que hace referencia únicamente a "la nuestra" (por ellos).
El culpismo concluye el año atacando a los consumidores de aires acondicionados. Extraño. Los camporistas que gozan de la vida como dignos nuevos ricos prefieren evitar un golpe de calor con sus "aires revolucionarios" made in Tierra del Fuego. No viajan a Miami porque la detestan pero sí a Panamá o a alguna bella isla del Caribe. Hacen turismo social en Cuba a mitad de año y se preparan para "aguantar los trapos" en Brasil en junio del año próximo. Eso sí, viajando en la Aerolíneas de Todos y Todas.
Mientras tanto, el otro ciudadano, se muere de calor, se le pudre la comida en la heladera, pierde su mercadería ante un saqueo, paga impuestos como un autómata y descarga su furia entre las cuatro paredes. Otros ya no tienen ni ganas de quejarse. "Son todos iguales". Se ríen del poder a través de algún sketch político de PPT o en las redes sociales. Pero en el verano, ni siquiera tendrán el bálsamo, de las imitaciones del programa de Lanata.
El ministerio de Planificación tiene menos idea de lo que pasará en junio del 2014 que Horangel y el de Desarrollo Social se dedica a inaugurar ferias navideñas para sus empleados en canales de televisión. "Hay que pasar el verano -repite- ¿después? Sólo el tiempo lo dirá". De repente, los kirchneristas se volvieron grondonistas. Los muchachos de la Cámpora ya no aparecen para "militar" en los barrios postergados.
La inflación es la palabra maldita y la adecuación de precios es lo único que Sabbatella, dice, retocará. ¿En qué quedó la guerra con Clarín? No sabe, no contesta. Depetri putea por los cortes y denuncia intentos de desestabilización. Está claro, asegura por lo bajo, primero secuestraron los goles, ahora los voltios. En algo se ponen de acuerdo: el mantra es repetir como loros que la Patria es el Otro. Lo disimulan muy bien.
Luis Gasulla
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