Aún se escuchan los festejos de propios y ajenos respecto del acuerdo con el Club de Paris, refrendado hace unos días por el ministro de Economía, Axel Kicillof.
El mismo establece que la Argentina reconoce una deuda de U$S 9,6 mil millones con las instituciones oficiales de estos países y que prevé pagarla en el término de 5 años. A mayo del 2015 se compromete a cancelar U$S 1,2 mil millones (12% del total). El resto (el 88% de la deuda) deberá ser pagado por las administraciones de gobierno que estén en la gestión a partir del año 2016.
Es bien cierto que en condiciones normales recuperar capacidad de crédito es positivo, pero en un contexto de déficit fiscal muy alto y creciente podría ser destructivo. Al menos eso se desprende de un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).
“Para que el financiamiento internacional pueda ser asignado a inversiones productivas, primero hay que reconstruir el Estado”, dice el paper ad hoc.
Para IDESA, la intensidad del flujo de capitales, el nivel de tasas de interés que será necesario pagar y el destino que se dará a los fondos dependen de las condiciones internas, especialmente de la situación fiscal.
Por eso, resulta pertinente analizar el estado de las cuentas públicas. En tal sentido, según datos del Ministerio de Economía referidos al primer trimestre de cada año y sin considerar las transferencias desde la ANSES y el Banco Central se observa que:
-Entre los años 2000 y 2001, cuando se desencadena la crisis de la convertibilidad, el déficit fiscal, neto de transferencias, llegaba a U$S 2.752 millones promedio.
-Entre los años 2003 y 2013 el déficit fiscal fue de U$S 1.027 millones promedio.
-En el año 2014 se llega a un nivel récord de déficit fiscal al alcanzar en los primeros 3 meses del año los U$S 4.926 millones.
Según IDESA, la información oficial muestra un acelerado crecimiento del desequilibrio en el sector público nacional.
“Ya en el año 2013 se observa una situación particularmente crítica cuando en el primer trimestre del año se llega a casi U$S 4.500 millones de déficit fiscal”, asevera el documento, al tiempo que recuerda que, en los primeros meses del corriente año, el déficit fiscal siguió creciendo debido a que la expansión de los gastos más que compensó el aumento de los ingresos públicos generados por la devaluación.
Así, según el desequilibrio fiscal duplica al que hubo en la última parte de la convertibilidad y es financiado de manera creciente con más emisión monetaria.
El mismo documento asevera que el impacto más relevante del acuerdo es que abre una ventana para emitir deuda pública en los mercados internacionales. Saldrán la Nación, las empresas públicas y, muy especialmente, las provincias a endeudarse a tasas muy elevadas.
Esto ayudará al Banco Central a conseguir dólares a precio oficial y al sector público a contar con financiamiento para seguir despilfarrando fondos", puntualiza IDESA.
Y advierte que, en lugar de corregir el centralismo que agobia a las provincias, se las inducirá a que consigan nuevos créditos que sólo servirán para prolongar una situación fiscal insostenible.
El documento finaliza pidiendo no perder de vista que, "en las actuales condiciones la inhabilitación al crédito internacional no está operando como un castigo sino como una protección contra la posibilidad de endeudarse en dólares para financiar el creciente déficit fiscal".
Las cinco claves del acuerdo
Al documento de IDESA se suman las declaraciones del ex ministro de Economía, Ricardo López Murphy, quien aseguró en El Cronista TV que no ir con el Fondo “nos costó muy caro”.
Para el economista, hay cinco claves relacionadas al acuerdo para pagar los 9.700 millones de dólares de deuda con el grupo de países acreedores de la Argentina.
1) Período de gracia: “En las refinanciaciones de 1987 y 1992, la Argentina obtuvo 6 años de gracia. “Esta vez no obtuvo ninguno, cargamos con la masa de pago en el próximo Gobierno”, sostuvo López Murphy.
2) Período de pago que no se cumplió: “Nosotros no pagamos punitorios en 1987, tampoco en 1992. Esta vez vamos a pagar cerca de 2.400 millones de dólares de punitorio por no recurrir a la institución de la cual somos miembro. Nos costó muy caro”, no ir con el Fondo. “Mi base de comparación son las experiencias anteriores. Antes no pagamos punitorios, ahora sí”, dijo.
3) El Grado de correspondencia: “¿Por qué se le pide períodos de gracia y plazos enormes al Club de París? Porque en general se usa esa vara de medida para ver que hacer con los acreedores privados. Pero si se le paga al contado al FMI o al Club de París, ¿Cómo explicás que le vas a hacer quita y le vas a pagar donde muere el duende a los acreedores privados? Es difícil ese argumento. Siempre se usó la medida de la quita que te da el Club de París. Pero acá no hubo quita; acá nos masacraron”, opinó el economista.
4) ¿Es bueno tener acuerdo o no?: “Creo que es bueno. A pesar de todo lo mal estructurado, pensado y fuera de lugar es mejor un acuerdo que no. Porque esto sube el standard del país. Tenemos un país que ha hecho el esfuerzo de ir normalizando su deuda”, aseguró.
5) Crisis energética: “Tenemos una crisis energética pavorosa. Estamos siempre al borde de un problema. ¿Qué te facilita el acuerdo con el Club de París? No se pueden comprar generadores al contado. O sea, parte de la incapacidad de resolver la crisis energética es debido a que no podíamos comprar los generadores porque no conseguíamos financiamiento”.
Equipo de Economía de TDP