Fue triste de ver. Un jefe de Estado tuvo que palmearle la espalda al mejor jugador de todos los tiempos para que termine una frase llena de monosílabos. “¡Embrague, embrague Diego!”, le dijo el presidente de Ecuador, Rafael Correa, mientras se reía a los gritos como invitado especial de “De Zurda”, el programa que Maradona condujo junto a Víctor Hugo Morales desde Brasil para el canal chavista Telesur y que la TV Pública repitió desde Argentina. Diego trastabillaba, hablaba lento, con la voz densa, riéndose también por compromiso. Ante toda América Latina, bajo su nuevo contrato como portavoz chavista de la Patria Grande, a Diego no se lo veía bien.
Con 53 años, el Diez se convirtió en el comentarista más célebre de este Mundial por razones no futbolísticas. El Diego clásico, el de lengua filosa, todavía existe; en el programa, se despachaba contra la AFA y Julio Grondona, contra la FIFA y Joseph Blatter, el establishment futbolero al que siempre dijo despreciar. Pero los chistes sobre él en la web son por otra cosa: se ríen de su hablar monótono, de sus “esteeee” y sus “eeeeeh” en plena oración. No hace falta hacer mucho esfuerzo para notar su dificultad en el habla. Hay quienes se ríen por lo bajo, pero nadie se atreve a ponerle nombre y apellido a esta lentitud semántica. “Sin palabras”, coinciden sus amigos, entre la pena y el sarcasmo, cuando Noticias los consulta sobre el tema.
¿Qué le pasa, entonces, a Maradona? Alfredo Cahe es su médico personal desde hace una década. Después del mundial, lo esperaba en Buenos Aires para un chequeo completo. Él también lo vio en “De Zurda”, y aportó su teoría a revista Noticias.
Noticias: ¿Cómo lo vio a Diego?
Alfredo Cahe: Vi el programa en dos oportunidades, y me dio la impresión de que había tomado un poco más de ansiolíticos de lo que le conviene, un exceso de medicación tranquilizante. O que tiene efectos residuales. Desconozco si tomó antes de salir al programa.
Noticias: ¿Es un consumo recetado o por decisión propia?
Cahe: Por decisión propia.
El médico admite que trata a Diego con una dosis ligera de ansiolíticos. También afirma que la chance de una recaída en la cocaína es una etapa superada. Niega, por otra parte, que el futbolista sufra algún tipo de daño cerebral tras años de consumo de droga, un mito que impera en el ambiente del fútbol: chequeos realizados en el 2013, en el Centro de Diagnóstico Rossi, descartaron ese problema. Pero, con Diego en Oriente Medio, marcarlo de cerca se vuelve difícil. Rocío Oliva compartió su intimidad en Dubai. En una entrevista con NOTICIAS, en junio, que los abogados de Maradona intentaron impedir que se publicara mediante un bozal legal, Oliva dio precisiones inquietantes. “Si necesita tomarse entre 10 y 15 pastillas para dormir, algo le debe estar molestando”, admitió sobre su ex, para luego agitar más el fuego: “Cuando tomaba alcohol se ponía violento”. “Alplax y champagne”, sentenció la rubia. Pero en el resto de su entorno, el consumo de pastillas y alcohol es un tema tabú. Maradona no quiso responder preguntas de esta revista.
¿Dubai se convirtió en una nueva Cuba? “Está aburrido y se empastilla”, advirtió a Noticias una figura clave en su vida. Desde el 2011, Maradona vive en los Emiratos Árabes como “embajador deportivo” del sheik local, Mohammed al Maktoum, con un sueldo que, se estima, sería de cinco millones de dólares anuales. Está veinte kilos más flaco, según Oliva, producto de una dieta proteica estricta, entrenamiento físico y un bypass gástrico que se hizo en Colombia en el 2005. El Whatsapp es su vía de contacto con familiares, amigos y ex parejas en la Argentina. Fuma habanos y mira tele, sin que nadie lo vigile.
Matar el tiempo en la jaula de oro
Verónica Ojeda volvió a la vida del Diez a mediados de junio. Se la vio junto a él en la tapa de la revista Gente, en el hotel Radisson de Río de Janeiro, cenando con el hijo de ambos, Diego Fernando. “Quiero vivir este Mundial junto a Dieguito”, dijo Maradona padre. Mientras Verónica estaba con él en Dubai, ella lo controlaba: atendía los llamados del doctor Cahe y vigilaba el tratamiento. Cerca de Ojeda, una voz apunta: “Ella siempre cuidaba de Diego, de que tomara bien las pastillas, de que no se pasara con el alcohol. Ahora, andá a saber quién lo controla. No creo que Rocío se haya preocupado mucho”. Hoy, cerca de Ojeda como de Diego juran que no hay ningún problema entre ambos, que la guerra está enterrada.
Hubo momentos amargos: Maradona llegó a impedir con una medida legal que ella muestre al bebé en el programa de Susana Giménez y hasta la amedrentó con difundir una lista de supuestas propiedades que la ex habría comprado con su dinero. La llegada de Diego Fernando fue la ruina de la relación. Maradona no quería el embarazo. Cahe reconoció en público que el DIU que tenía colocado Verónica falló. A pesar de todos estos destratos crueles, hay algo en Verónica que todavía la ata a Diego: “Es el padre de su hijo, fue su hombre por ocho años, lo quiere”, reconoce un íntimo. “Quiero mostrar a Dieguito en el programa”, le dijo el astro por teléfono, refiriéndose a “De Zurda”. 48 horas después, Ojeda volaba a Brasil en un avión privado cortesía de Diego, que bailó con ella en el hotel y la besó en la boca. Pero semanas antes, el ídolo había consultado por un nuevo problema con Verónica a uno de sus históricos abogados, Héctor Leguisamón.
En marzo de este año, Ojeda perdió un embarazo. Días después, le anunció a Maradona algo que lo hizo temblar: había sacado una muestra de ADN para que Diego no tuviese chances de negar públicamente su paternidad. El astro lo llamó a Leguisamón: “¿Qué me puede sacar Verónica?”, preguntó. El letrado, uno de los mayores expertos en derecho civil del país, lo reconfortó al decirle: “Nada”. “Quien puede reclamar es la criatura que nace, representado por su madre. Verónica no puede reclamar por ningún perjuicio”, explicó. Abogado de Maradona desde el 2003, desde los días de la crisis en la Suizo-Argentina y la internación posterior en Parque Leloir, logró que la Justicia no considere a Diego un incapaz y hasta destrabó su salida a Cuba. Leguisamón dice: “Ser abogado de Diego es ser el abogado de un famoso que hoy está acá y mañana no sabés a dónde va. Siempre están los medios detrás. Querés mantener un secreto y no podés. Es imposible salir a comer con él o caminar una cuadra. Y cada tanto tiene un problema grande”.
Un millón de la patria grande
Matías Morla y Víctor Stinfale, también abogados de Diego, trabajan en doble turno. Su principal blanco es la flamante ex novia del Diez, Rocío Oliva. Buscan desalojarla de la casa que el ídolo le cedió en Bella Vista: las mediaciones judiciales para impedirlo fracasaron. “Yo no lo manejo, hablalo con los abogados”, le dijo Diego a Rocío en su encuentro fugaz en un hotel en Brasil cuando ella quiso disuadirlo para que desistiera de esa causa judicial. Morla ahora busca determinar quiénes son los ocupantes de la casa y, en una medida disparatada, planea denunciarlo a José, que es militar y padrastro de Rocío, ante el Ministerio de Defensa.
El tiempo, para Diego, pasa lento en el desierto. Estos juegos legales que se repiten mes a mes, según sus íntimos, se vuelven casi un divertimento. En junio, este ajedrez legal tuvo un blanco insólito: Claudia y sus hijas, Dalma y Giannina. Les quitó los poderes generales de administración que ellas poseían y puso en marcha una auditoría comandada por una empresa inglesa cuyo fin es chequear sus bienes y gastos. También, la meta es analizar la gestión del contador Lisandro “Tata” Pirosanto, el encargado de sus negocios durante el último año.
En el universo Maradona, algunos juran que no hay un problema real con sus negocios, que Diego simplemente quiere saber qué tiene. Otros hablan de un nuevo personaje misterioso, apodado “El Inglés”, un hombre precisamente oriundo de Londres que Diego conoció en Dubai, y que habría aconsejado esta investigación exhaustiva sobre Claudia y sus hijas, que todavía no arrojó resultados. Pero otra voz que conoce las internas de la familia admite que el motivo sería mucho más egoísta: la supuesta relación de Claudia con el productor teatral Jorge Taiana, el tabú máximo en la mente de Maradona y un secreto a voces durante años. Lo cierto es que hoy Claudia está fuera de los negocios del Diez. Consultada por Noticias, fue escueta: “Yo no tengo nada que decir”.
“Tata” Pirosanto también había supervisado el último gran negocio del Diez: su contrato con la señal chavista Telesur, en una negociación que empezó al menos cuatro meses antes del Mundial. Para Víctor Hugo Morales, su coequiper en cámara, fue un trato jugoso. “Cuando Maradona se enteró lo que yo iba a ganar, dijo que él no podía trabajar con alguien que gane tanto menos. Diego subió mi cotización”, aseguró el relator, feliz. No es secreto el apoyo de Maradona al gobierno venezolano: puso la cara por Chávez y Maduro en varias ocasiones. Pero el discurso del programa, latinoamericanista y de supuesta izquierda, se reduce a una ironía frente a lo que Maradona le cobra a una Venezuela en crisis: cerca de un millón de euros, según fuentes cercanas al ídolo. Un programa diario que, además de fútbol, deja al descubierto la falta de reflejos del ídolo.