Ayer, y a través de cadena nacional, tras la muerte del fiscal Alberto Nisman, la presidenta Cristina Kirchner anunció que convocará a sesiones extraordinarias en el Congreso y enviará un proyecto para "transparentar" los servicios de inteligencia, por el cual se impulsará la "disolución" de la Secretaría de Inteligencia (SI), a fin de que sea reemplazada por la "Agencia Federal de Inteligencia", con nuevas funciones.
Pese a haberlos utilizado durante más de 10 años, ahora la presidenta se propone hacer algo más que proponer un simple cambio de nombre a una de las áreas menos controladas y más polémicas del Gobierno. Sin embargo, la propuesta no es nueva ni suya, y por algún motivo, no vio la luz.
Fue en septiembre de 2006, y luego de que trascendiera el pasado oculto del diputado Juan José Álvarez, que el Gobierno comenzó a discutir un proyecto para disolver la SIDE.
La iban a reemplazar por tres organismos. Uno sería la versión local el FBI. Otro atendería la seguridad presidencial. Y habría una Agencia de Inteligencia.
Así lo publicó Clarín hace nueve años:
El dato circula en ámbitos políticos hace un tiempo. Pero desde que se desnudó parte del pasado oculto del diputado Juan José Álvarez, se amplificó en despachos oficiales: el Presidente estaría estudiando la posibilidad de disolver la Secretaría de Inteligencia del Estado, tal como se la conoce actualmente y crearía en su lugar tres nuevos organismos vinculados al área.
La medida, por supuesto, es resistida entre el personal del organismo, cuyos dos jerarcas políticos máximos son muy cercanos a Néstor Kirchner: Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher, número uno y dos respectivamente. Se aclara: entre ellos no se llevan nada bien.
El Gobierno con seguridad desmentirá la versión, pero lo que analizan es disolver la SI (tal su sigla actual oficial; no SIDE, como era hasta hace poco) para crear:
-Un Servicio Secreto acotado, que tendría como única misión velar por la seguridad del Presidente y el vice, sus respectivas familia y algunos muy altos funcionarios nacionales. Actualmente, la custodia presidencial es responsabilidad de la Casa Militar.
-Una Fuerza de Seguridad Federal al estilo del FBI norteamericano, hiperprofesionalizada para combatir el crimen organizado. Eso, a su vez, arrastraría reformas en las actuales fuerzas nacionales, en especial la Policía Federal, porque absorbería funciones de éstas.
-Nacería una suerte de Agencia Nacional de Inteligencia, que se integraría con la SIDE residual.
Según las fuentes consultadas, el esquema de cambio apuntaría a mostrar medidas drásticas de parte del Gobierno frente al reclamo social de inseguridad, expresado, por ejemplo, en la marcha que a fines de agosto organizó Juan Carlos Blumberg a Plaza de Mayo. Y se basaría en la idea de presentar ante la opinión pública una suerte de inyección de transparencia en un área que tiene "mala prensa" (el encomillado es de un espía).
Si se concreta la movida, sería presentada cuando esté definitivamente instalada la campaña electoral del año que viene y Kirchner, se descuenta, vaya por la reelección, un paso que la Constitución le permite. En criollo: tal vez se saque rédito electoral del tema.
No es nueva la versión de que la Rosada estudia una reformulación del sistema de inteligencia, una jugada que implicaría cierta arquitectura legislativa porque se necesita reformar algunas leyes. Ejemplo: en enero último el senador kirchnerista Miguel Picheto presentó un proyecto de creación del FBI argentino, al que llamó Fuerza Federal de Elite contra el Delito Organizado y que se formaría con los mejores efectivos de la Policía federal, la gendarmería y la Prefectura. Este proyecto propone que el nuevo organismo tenga carácter autárquico y esté bajo la órbita de Interior.
Fuentes legislativas consultadas por este diario creen que reflotar ese proyecto sería el primer paso hacia la reestructuración de toda el área de Inteligencia. La decisión, en todo caso, le corresponde al Presidente.