En el ámbito económico y político existe una eterna discusión respecto a cómo disminuir –o en lo posible eliminar- la pobreza. Así, encontramos una gran parte de la sociedad que sostiene que el problema radica en una mala o injusta distribución de la riqueza, y que, por lo tanto, la desigualdad es un problema de suma importancia ya que refleja un defectuoso reparto de ella.
Imaginemos, por ejemplo, una torta de 7 porciones de la cual se alimentarán 7 personas, si cada una come 1 porción habrá igualdad y, por lo tanto, no habrá pobreza. Pero supongamos que 1 persona se come 4 porciones, esto implicará que las otras 6 personas tengan que comer apenas media porción de las 3 restantes. Es decir que la mala distribución de la torta determinó que haya 1 persona que sobresatisfaga sus necesidades a costa de las otras 6 que pasaron hambre.
Para esta postura la economía es, por lo tanto, un juego de suma cero representado en el ejemplo por una torta de una cantidad limitada de porciones y que, consecuentemente, un desigual reparto determinará la existencia de pobreza dado que lo que uno recibe de más le es privado a otro que no lo recibe. He aquí un grave error ya que, en la vida, se puede cocinar.
En la realidad, las tortas pueden crecer, si el panadero invierte en su producto puede hacer que ahora la torta tenga, supongamos, 28 porciones y que quizás una persona coma más que el resto, digamos que 10 porciones, pero las otras personas podrán así mismo comer ahora 3 porciones cada una, por lo cual en comparación al pasado la situación si bien es más desigual es a la vez más beneficiosa para todos.
Si miramos hacia el pasado, algunos siglos atrás, notaremos que aquellos que mejor vivían eran los reyes, quienes tenían cientos de personas a su servicio, un enorme castillo para sus comodidades y cuanta comida deseen comer; pero de manera muy distinta vivía la mayoría de la sociedad, donde debían trabajar muy duro e incansables horas para poder alimentarse, sus casas eran muy precarias y carecían de las más mínimas comodidades. Sin embargo hoy en día la mayoría de las personas viven en buenas condiciones, de hecho hasta los más ricos viven bastante parecido a la gente común ya que, a pesar de las enormes desigualdades que puedan existir, por más dinero que tengan su esperanza de vida no es tanto más alta que la gente común y corriente, ni siquiera sus comodidades son mucho mayores ya que quizás manejen un auto de lujo a diferencia del resto, pero al fin y al cabo cumplen la misma función de manera similar, trasladarlos de un lado a otro en poco tiempo, quizás puedan comer caviar todos los día pero el resto comemos comida en buen estado y en abundancia a la cual sin dudas disfrutamos y cumple completamente nuestras necesidades nutricionales, inclusive hasta enfrentan la temperatura de la misma manera que el resto debido a que en la mayoría de los hogares se cuenta con un aire acondicionado que nos ayuda a enfrentar el calor, al igual que ellos.
¿Qué ocurrió que haya cambiado tanto la situación con respecto al pasado? ¿Los reyes distribuyeron sus riquezas compartiendo algo más con el resto? En absoluto, lo sucedió fue que se ha creado riqueza cada año incansablemente, sobre todo a partir de la Revolución Industrial, y de esta forma el nivel de vida de las personas se ha ido elevando –y lo sigue haciendo- gracias a que debido a la innovación, la torta no para de crecer.
Por lo tanto, siendo el problema la pobreza -entendiendo a esta como la carencia de recursos para satisfacer las necesidades básicas- la solución no está en la distribución de lo ya creado, sino en la creación de lo aun no inventado.